Disclaimer

Nombres y personajes de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer (menos los que no salieron en la saga original). Lo único mio es la historia que va uniendo a tan maravillosos personajes.
Esto es un homenaje a una de mis sagas favoritas, sin fines de lucro, por mera distracción.

jueves, 5 de febrero de 2009

ENOJOS

–¡¡¿Qué están haciendo?!!
Sentí que el corazón se me hubiera parado y un horrible estremecimiento me recorrió desde la punta del dedo gordo del pie izquierdo, hasta el último de mis rizados y cobrizos cabellos.
Giré el rostro levemente hacia la derecha para encontrarme con el rostro desdibujado por las carcajadas de Seth.
–Ja, ja, ja, ¿los asusté?... Así tendrán la conciencia –al parecer, Seth no era capaz de controlar su risa.
–¡Seth, casi me provocas un infarto! – le chillé – Te juro que me dan ganas de pegarte por asustarme así. ¡Bruto!
–Ja, ja, ja, lo siento, Nessie –parecía todo menos arrepentido – Pero no pude evitarlo. Estaban tan concentrados en lo que hablaban que no me escucharon cuando les grité primero, y luego cuando les silbé.
Le lancé una disimulada mirada a Jacob para comprobar si él también se había asustado como yo, pero su rostro reflejaba que más que susto, la interrupción de Seth le había provocado un gran disgusto.
–Me pregunto si algún día vas a madurar al fin –el tono de voz de Jake era bastante seco.
–Mmm… no sé, tal vez, pero tú no pierdas la esperanza –mientras hablaba y con singular alegría, se sentaba entre Jacob y yo. –En fin, los estuvimos buscando por un buen rato, hasta que los vi. No pensamos que fuera a haber tanta gente desde temprano, bueno, aunque siendo día del trabajo, no me extraña que….
–Un momento, ¿cómo que “nos andaban buscando”? –Jake puso demasiado énfasis al pronunciar la última frase– Eso me suena a manada
–¡Exacto! –la sonrisa de Seth era bastante burlona –Allá atrás vienen Quil con Claire y Embry. Leah dijo que tal vez venga más tarde con los niños.
No sé si mi cara había reflejado el desagrado que sentí escuchar el nombre de Leah. No me apetecía nada un encuentro con ella, ya que siempre había mostrado una animadversión contra los Cullen que rayaba en lo ridículo. Y sobre todo, recordaba las palabras de la tía Rose que insinuaban el interés más que amistoso que tenía Leah por Jacob.
–¡Vaya! Así que habrá casa llena este día…
Seth lanzó una carcajada y se volteó para hacer una seña con la mano al resto de los chicos. Quil venía cargado con una hielera, dos toallas, una sombrilla extra-grande, un salvavidas redondo y una niña de unos 12 años agarrada de su mano. Se veía bastante cómico con todo eso encima. Embry únicamente cargaba una pelota de voleybol y una hielera más pequeña. El grupo se unió a nosotros en un parpadeo, y a partir de ahí, fue imposible que Jacob y yo estuviéramos solos.


La mayor parte de día transcurrió entre la camaradería reinante entre Jacob y el resto de los chicos. Nos la pasamos jugando, charlando y comiendo. Descubrí que las dos hieleras que habían llevado Quil y Embry contenían comida suficiente como para alimentar a un regimiento por un mes, pero más gracia me dio ver la manera en que comían estos enormes chicos quileutes. Parecía una competencia para ver quien podía engullir más sándwiches por segundo.
Los únicos “peros” de ese día casi perfecto fueron primero, la aparición de Leah con dos niños pequeños. Un niño, al los chicos que nombraron Sam hijo, tenía cuatro años, y una niña llamada Mary de un año. Nunca me habían emocionado los niños, nunca había sentido el impulso de pedir un hermanito y jamás extrañé el tener un amiguito de juegos durante mi acelerada infancia, pero al saber que estos niños eran hijos de Sam y Emily, y que ésta había muerto en el parto de Mary, no pude evitar enternecerme con los chiquillos. Y aunque Leah, que al parecer ayudaba a Sam cuidando a sus hijos, no parecía muy feliz de verme tan cerca de los niños, se guardó cualquier comentario y me permitió jugar con ellos.
En cambio, Claire, la niña que Quil cuidaba como la más delicada madre, era una pesadilla. Jamás pensé encontrar un ser tan irritante en el cuerpo de una niña tan pequeña. Claire tenía diez años y era demasiado voluntariosa, caprichosa y grosera. No sabía por qué Quil le cumplía hasta el más mínimo capricho, es más, ni siquiera sabía por qué la estaba cuidando. Pero la verdad que no veía la hora en que el pequeño monstruito regresara con sus padres. Deseé tanto que Rose o Jasper estuvieran aquí, porque ellos serían lo suficientemente intimidatorios como para poner a la pequeña Claire en paz.
El segundo “pero” del día fue cuando a Seth me retó a una competencia a nado, apostando que el perdedor invitaría a cenar al ganador. Otra de las tantas cosas que había heredado de mi padre, era la habilidad para nadar y recordaba muy bien que las veces que Emmett siempre le había ganado a Jacob cuando se retaban, diciéndole que los “chuchos eran demasiado pesados en el agua”, así que supuse que también yo tendría esa ventaja sobre Seth y Embry, que de último minuto había decidido participar en la apuesta.
Me quieté el short de mezclilla y la blusa que usaba, para quedar en mi bikini azul marino y ahí, tronó la bomba: Jacob se levantó de inmediato, y con una enorme toalla que estaba a un lado de él, pretendió cubrirme. Al principio me pareció que se trataba de una broma de su parte, pero me bastó mirarlo a los ojos para darme cuenta de que estaba furioso, a punto de echar espuma por la boca.
–Tienes que estar bromeando, Jacob Black –Le dije a la vez que esquivaba por segunda vez su intento por cubrirme con la toalla.
–Tápate.
–¡Ja! –exclamé sarcásticamente –Ya parece que te voy a hacer caso
–No puedes andar medio desnuda por la playa… eso no es de gente decente
–¡Ja! Por Dios, Jacob. Ando tan vestida o tan desnuda como el resto de las mujeres que están aquí –estiré mi mano izquierda y señalé a nuestro alrededor –Es una playa, no un convento. ¿O qué pretendías que usara? ¿Una burka?
–No, pero… Nessie, pudiste usar algo con más tela que eso –lo dijo como si hubiera pronunciado la peor grosería. –Se buena niña, y cúbrete. No quiero imaginarme lo que dirían tus papás o tu abuelo si te vieran así.
Ya no le contesté, me limité a lanzarle una larga e intensa mirada antes de darme la media vuelta y emprender la marcha.
–Renesmee Carlie Cullen… regresa y deja de portarte como niña.
No había dado ni tres pasos, así que me detuve pero sin mirar atrás. Controlé la furia de mi voz lo mejor posible y hasta yo misma me sorprendí que mis palabras salieran con una voz tan perfecta y cantarina al decirle
–Deja tú de querer tratarme como una. Voy a dar una vuelta, regreso cuando tú dejes de portarte tan ridículamente y cuando a mi se me pase el coraje, porque en estos momentos, eres mi persona menos favorita de todo Washington.
–¡Nessie, espera! Voy contigo
–Gracias, Seth, pero quiero estar sola… También heredé de mamá el temperamento cuando se enoja.
Pareció bastar con eso para que nadie me siguiera. Todavía recordaban perfectamente la vez que mamá enfureció y Seth terminó herido sin querer.
Así que mi bikini y yo empezamos a caminar a lo largo de la playa, rumiando por el repentino ataque moralista de Jacob. ¿Pero qué le sucedía? En la mañana todo parecía ir bastante bien entre nosotros, más que bien. Estuvo a punto de besarme, de eso estaba segura; habíamos compartido un momento muy especial, y si no hubiera sido por la estúpida interrupción de Seth, en esos momentos, en lugar de estar peleando, Jacob y yo…. ¿Jacob y yo, qué? Porque no creía que por un beso, Jacob me hubiera bajado la luna y las estrellas, aunque yo quisiera. Sí, con un beso nuestra relación no sería la misma, la pregunta entonces sería ¿qué tipo de relación tendríamos? ¿Me diría que él también había empezado a pensar en mí de la misma manera en que yo pensaba en él? ¿O por el contrario, me diría que era un error y que lo había malinterpretado? ¿O me rechazaría por el asunto de la edad?
–Hey, ¿me puedes pasar el frisbee?
La voz masculina me sacó de mis cavilaciones.
–¿Perdón? –volteé mi cabeza hacia la izquierda, de donde provenía la voz.
–Que si me pasas el frisbee que estás a punto de pisar –un hombre rubio, con una sonrisa amable era el dueño de esa voz.
–Oh, sí, perdón… No me había fijado que estaba aquí. –Quise agacharme para recoger el juguete, pero el hombre, que ya se había acercado hasta donde yo estaba, se agachó más rápidamente. Sin querer, nuestras frentes chocaron.
–¡Ouch!
–¡Disculpa!
Me sobé el lugar donde me golpeé. Fabuloso, lo que me faltaba.
–Bueno, ya tienes tu frisbee, así que… –pretendí reanudar mi marcha, ya que ahora no solo tenía que esperar a que el enojo se me pasara, sino también que el dolorcito de cabeza por el choque con el hombre rubio, también disminuyera.
–Espera, por favor. Déjame compensarte el golpe… imagino que te está doliendo. Puedo buscarte un par de aspirinas.
–Por norma, no acepto medicamentos de extraños. No es nada personal
–No, claro… quise decir que en la caseta del salvavidas tienen un botiquín de primeros auxilios, así que imagino que ahí pueden darte unas aspirinas.
Era rara la vez que había tomado algún medicamento, puesto que mi salud era tan buena que rara vez me enfermaba, pero en esos momentos, sí que me empezaba a molestar el dolor de cabeza.
El hombre no necesitó insistir mucho, así que opté por seguirlo unos veinte metros que era más o menos la distancia que había hasta la caseta de los salvavidas. Efectivamente, ahí me dieron un par de aspirinas, mismas que me tomé con un vaso de agua. Gracias al cielo que empezaron a surtir efecto de inmediato.
–¿Te sientes mejor?
–Sí, la verdad es que si… gracias por insistirme a que viniera a buscar las benditas pastillas.
–De nada, fue un placer.
Aunque el hombre se estaba portando con bastante decencia y educación, había algo en la forma en que me miraba que me hacía sentir algo incómoda.
–Bueno, creo que será mejor que me despida, no quiero seguir entreteniéndote y echarte a perder el día.
–Al contrario, de verdad que ha sido todo un… placer. ¿Puedo hacerte una pregunta?
Algo recelosa contesté –Mmm… creo que sí
–¿Te conozco de algo?
–No lo creo.
–Tu cara me recuerda a alguien pero no puedo identificar a quién. Sobre todo tus ojos.
–No sé, tal vez tengo un rostro muy común.
–No es eso, créeme. Tu rostro no tiene nada de común.
–Gracias… creo.
Debió notar mi incomodidad, porque sonrió de una manera relajada, como esperando dar señales de que no era un peligro.
–Creo que no me he presentado. Me llamo Michael Newton, pero puedes decirme Mike.
–Mike, mucho gusto… yo soy Renesmee –evité darle mi apellido, porque no sabía si era un habitante de Forks que hubiera conocido a mis padres años atrás.
–¿Renesmee…?
–Solo Renesmee.
–Bien, sólo Renesmee, ¿qué haces por Forks? Porque definitivamente, no eres de este pueblo, o ya te habría visto antes.
Así que sí era habitante de Forks, menos mal que no le solté el Cullen o el Swan
–Estoy visitando a una parte de mi familia
–¿Si? ¿A quién?
–Ah… –me callé antes de decir nada. No lo conocía, así que ¿por qué darle más información de la necesaria? Si algo había aprendido era a ser muy discreta con las perosnas y circunstancias que rodeaban mi existencia –a… un pariente.
–Supongo que no me lo vas a decir.
–Supones bien, no te conozco y por norma general, no hablo de mi familia con extraños.
–Ah, pero ya no somos extraños, yo soy Mike y tú Renesmee, ya nos presentamos, ¿recuerdas?
Me lo dijo con una sonrisa que hizo que yo también sonriera. Mientras habíamos hablado, sin darme cuenta, caminamos hasta una caseta donde vendían bebidas y había un par de bancas donde sentarse.
–¿Puedo al menos invitarte un helado?
Me dio pena darle una nueva negativa, así que accedí. Además, empezaba a tener algo de sed y mi humor había mejorado bastante como para hacer un nuevo amigo.
Compró un par de helados de limón y nos sentamos en una de las bancas. Estuvimos conversando un buen rato, dejando que él hablara más que yo. Supe que sus padres vivían en Forks, que tenían una tienda de artículos deportivos y que él estaba ahí para pasar una temporada. Había estudiado periodismo y fotografía en la universidad y que acababa de regresar del Medio Oriente, donde había hecho algunos reportajes sobre los conflictos de la región. Había regresado a su pueblo natal en busca de algo de paz mental. Yo me limitaba a contestar sus preguntas con monosílabos o con ligeras evasivas, regresando la conversación a él. Al final, me resultó bastante simpático este Mike Newton. Y si era sincera, también me resultó bastante atractivo, aunque a lo rubios no entraban precisamente en mi top.
No se por cuánto tiempo estuve ahí, pero después de 3 helados y justo cuando me contaba sobre un viaje que hizo a Darfur, una voz bastante conocida tonó a nuestra espalda.
–Así que aquí te escondiste.
Mike y yo volteamos al mismo tiempo, sorprendidos.
Decidí ignorar el comentario de Jacob sobre “esconderme”, porque mi humor era realmente bueno y no quería volver a enojarme.
Al ver que no contestaba, Jacob prosiguió.
–Estábamos preocupados por ti. No te encontrábamos en ningún lado y temíamos que te hubiera pasado algo malo – esto último lo dijo mirando fijamente a Mike.
–Creo que fue mi culpa. Se nos fue el tiempo y creo que retuve a Renesmee más de lo necesario. –Mike frunció de repente el ceño, como buscando algo entre las facciones de Jacob –Espera, ¿te conozco, verdad? –Jacob no respondió –¡Claro! Eres Jacob Black. Hola, soy yo, Mike Newton, ¿me recuerdas? Era amigo de Bella Swan.
¡Perfecto! De pronto estaba rodeada de viejos amigos de mamá. O mejor dicho, de pronto empezaba a coquetearle a los viejos amigos de mamá. Realmente, en una situación normal, eso se escucharía bastante raro.
–Sí, te recuerdo –fue todo lo que dijo Jacob antes de voltear y verme –Será mejor que nos vayamos, Charlie ya regresó de pescar con mi padre y está preguntando por ti.
–¿Te refieres al jefe Charlie Swan? –preguntó Mike a Jacob, y sin esperar respuesta, me preguntó a mi –¿Así que ese pariente con el que estás de visita, es Charlie Swan? ¡Ya decía yo que me parecías conocida de algo! Tus ojos son idénticos a los de Bella.
–Pues sí… eso dicen.
–¿Son primas?
–Mmm… algo así. Ya sabes cómo se enredan a veces los árboles genealógicos. –No quería abundar mucho en la explicación sobre mi parentesco con los Swan, porque era bastante difícil de explicar y de creer. –Supongo que es hora de irme. Fue un gusto, Mike y gracias por los helados. La pasé super. –me deslicé con gracia hasta Jacob y deslicé mi brazo alrededor del suyo –Vamos con Charlie, antes de que se preocupe de verdad.
Podía sentir que Jacob estaba igual o más de enojado que cuando nos peleamos por el asunto del bikini. Pero preferí ignorar el asunto hasta que estuviéramos solos y lejos de Mike. Con un ligero y discreto golpecito de mi codo en sus costillas, le hice una seña para que empezara a moverse. No habíamos dado ni un par de pasos cuando la voz de Mike nos detuvo
–¡Renesmee!
Di un giro de tres cuartos para mirarlo
–¿Sí?
–¿Puedo llamarte un día de estos?
No se si fue el hecho de que Jacob se estuviera portando como un burro conmigo, o la sonrisa esperanzada que me dirigió Mike, o el hoyuelo que se le hizo en la mejilla izquierda cuando sonrió, el caso es que dije
–Sí, claro… Imagino que el número de Charlie está en la guía.
–Entonces, te llamaré.
En lo que pareció un impulso, se acercó y me dio ligero y amistoso beso en la mejilla en señal de despedida. Agradecí el gesto con una sonrisa y emprendí la marcha con Jacob a un lado.
Sabía que Jacob estaba que echando humo, lo podía notar en su silencio y el su postura tan rígida. Y por primera vez, me dio gusto verlo así, porque definitivamente a Jacob Black le faltaba que alguien le bajara los humos.

2 comentarios:

  1. mmee enncaanntoo esoo de mike neewwtoonn hahaha se mooriia de celooss hahah
    geniiaal
    me encaanta como escribeess

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  2. A miii tambiien mee encantaa comoo escriiibess :D

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