Disclaimer

Nombres y personajes de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer (menos los que no salieron en la saga original). Lo único mio es la historia que va uniendo a tan maravillosos personajes.
Esto es un homenaje a una de mis sagas favoritas, sin fines de lucro, por mera distracción.

sábado, 28 de febrero de 2009

CHARLA ENTRE CHICAS

–Lo extrañas, ¿verdad? –señalé con mi brazo el paisaje que nos rodeaba. Estábamos a pocos metros de la cabaña de mamá.
–Sí, no te lo voy a negar. Regresar a Forks después de algunos años me ha puesto melancólica –La voz de mamá estaba cargada de cierta nostalgia, lo mismo que sus ojos ambarinos. –Visitar a tu abuelo hace rato me hizo recordar tantas cosas y me hizo darme cuenta de cuánto amo este lugar, de cuánto les extraño a él y a tu abuela.
Tomé la mano de mi madre y unos destellos de recuerdos muy lejanos se descargaron en mi mente. Era del primer día de clases en Forks; mamá se sentía cohibida por toda la atención que despertaba en el resto de los chicos. Luego, otra escena pasó por mi cabeza: la primera vez que ella vio a mi padre.
Wow” dijo mi mente al experimentar el impacto que fue para mamá encontrarse con el hermoso rostro de Edward Cullen; había sido como recibir una descara de 10 mil voltios.
Los recuerdos que podía “descargar” de la mente de mi madre eran los únicos que me llegaban envueltos en una especie de bruma y algo entrecortados. Había llegado a la conclusión que esto se debía a su transición de humana a vampiro. Porque ella había tenido dos existencias, y en la transición, lo vivido como humano se había deslavado de su memoria, mientras que sus recuerdos a partir de su conversión se iban adhiriendo con fuerza a ella.
Los recuerdos de los humanos me llegaban con claridad porque ellos solo habían tenido una sola existencia, tal como el abuelo, Jacob o cualquiera de los chicos de La Push, porque aun cuando se transformaban en lobos, la licantropía era algo inherente a ellos, la transición no era el choque que representaba pasar de humano a vampiro. De hecho, los recuerdos del resto de mi familia eran tan claros porque sus años como humanos era pocos comparados con sus años de vampiros.
–El abuelo se emocionó tanto al verte… estuve a ponto de ponerme a llorar.
Mamá sonrió, probablemente ella también hubiera llorado de la emoción si hubiera sido posible.
–Sí, yo también me emocioné al verlo, al estar en casa de nuevo. ¿Sabes?, la casa del abuelo no ha cambiado en nada; sigue tal y como era mientras vivía ahí.
Recordé cómo mi madre había ido recorriendo cada rincón de la casa, tocando todo a su paso. Nunca había visto tanta melancolía en su mirada, tanta añoranza.
–¿Por qué lloras, Renesmee?
¿Cómo explicarle a mi madre que algunos retazos de su pasado como humana se iban colando en mi mente? ¿Cómo explicarle que las lágrimas de melancolía que ella no podía dejar salir, las estaba llorando yo por ella? ¿Cómo decirle que entendía su dolor por estar lejos del único pariente que le quedaba de su vida pasada? ¿Cómo explicarle todo eso sin contarle lo que ahora mi don me permitía hacer? Era algo que me había guardado para mi, por el simple deseo de tener algo que fuera muy mío, un secreto que solo me perteneciera a mí, algo que pudiera estar oculto aún de la extraordinaria capacidad que tenía papá para escuchar los pensamientos de los demás.
–No sé, mamá… tal vez tantas emociones en un solo día por fin hacen mella en mi.
Mamá me rodeó con su frío brazo alrededor de mis hombros, y a pesar de su helada temperatura, el refugio de los brazos de mi madre era el lugar más cálido que podía haber en el mundo, y cuando estaba entre ellos, aunque era unos centímetros más alta que ella, me sentía pequeñita y protegida.
Por primera vez me detuve a pensar si lo de vivir por mi cuenta una temporada sería lo correcto. Al entender el dolor de mamá por no poder estar cerca de todos aquellos a los que amaba, me hizo ver que yo no había pensado a profundidad en lo que iba añorar a mis padres, abuelos y tíos.
Llegamos hasta la cabaña donde vivimos mis padres y yo. Al abandonar Forks, mamá no quiso desmantelar nuestro hogar, no permitió que ni un solo cuadro o mueble fuera sacado de ahí. Se limitó a cubrir todo con enormes lienzos blancos, para protegerlos del polvo. Nunca me había detenido a pensar el por qué de su decisión, pero ahora lo entendía: ese acto era como una vela encendida a la esperanza de regresar a Forks algún día no muy lejano.
–Imagino que no han bandalizado la casita porque está prácticamente escondida en el bosque– pronunció maravillada de encontrar todo tal y como lo dejó, salvo por el polvo que cubría los objetos y los muebles.
–A lo mejor.
–¿Recuerdas cómo te gustaba jugar en el estanque que está detrás?
–Sí –sonreí– El pobre de Jake tuvo que correr tras de mi un montón de veces para evitar que me lanzara de cabeza en el… –de pronto, recordé algo –Me pregunto si todavía estará el columpio que puso papá, ¿lo recuerdas? El abuelo Carlisle me había puesto uno en uno de los árboles del jardín de la casa, y yo no dejé en paz a papá hasta que no conseguí que me instalara uno aquí. Claro que como a papá le gusta hacer todo a lo grande, el que construyó era uno tan grande que cabíamos perfectamente los tres.
–Vamos a echarle un vistazo, ¿qué te parece?
Mamá sonrió y salió disparada hacia la parte trasera, conmigo pegada a sus talones. Cualquier espectador podría pensar que éramos un par de adolescentes divirtiéndose. Pero éramos madre e hija retomando su habitual relación.
Yo adoraba a toda mi familia, no podía imaginarla sin uno sólo de sus miembros, y si bien, sólo compartía lazos de sangre con mis padres, todos los Cullen éramos una inmensa masa humana pegada por el amor, la camaradería y la confianza que sentíamos los unos por los otros. Todo sería perfecto si el abuelo Charlie pudiera formar parte de todo eso, pero era algo que no entraba a discusión: por su propia seguridad, jamás debía conocer nuestro secreto. Y pensar en convertirlo en vampiro, mucho menos; en primera, porque no creía que el abuelo Charlie pudiera llevar ese estilo de vida, no lo visualizaba en ello. Segundo, porque mi madre jamás lo permitiría. Así que el abuelo tendría que transitar por este mundo lo que su vida durase; pensar en su mortalidad humedeció mis ojos de nuevo.
Llegamos hasta el árbol donde todavía colgaba el balancín de tres plazas que hacía unos años papá con ayuda de Jake y del tío Emmett habían construido para mí. Mamá se sentó en el y abrió sus brazos hacia mí; me senté a su lado y me hizo un ovillo acurrucándome como una niña pequeña.
Nos balanceamos ahí por quién sabe cuánto tiempo en silencio, dejando que el viento jugara con nuestros cabellos. No necesitábamos rellenar el silencio con cháchara superficial, podíamos estar así por horas, pues mamá y yo siempre habíamos sido tan unidas, tan confidentes.
–Ma… ¿cómo fue que tomaste la decisión de dejarlo todo por estar con papá? –dije de pronto.
–No fue algo que tuviera que pensar mucho. Desde el momento en que conocí a tu padre, sabía que significaría algo grande, algo inmenso en mi vida y cuando descubrí que lo amaba y que él me correspondía, en ese momento supe que mi destino es estar con él, sea cual sea ése destino… Imagino que esa pregunta tiene que ver con tu relación con Jacob, ¿no?
–Creo que sí. –contesté después de pensarlo un momento –Aunque tenemos una semana de novios formales, la verdad es que siento que… ¿cómo explicarlo? No sé, como si fuera algo que ya estaba escrito, el estar juntos. Tal vez porqué lo conozco de tiempo atrás, o porque de plano estoy algo chiflada, pero es como si nuestra relación fuera más larga, no sé si me entiendes.
Mi madre guardó silencio ante mis palabras, ¿habría algo de lo que dije que la haya molestado? Por la posición en la que estaba sentada no podía ver su rostro, así que supuse que tal vez no encontraba la forma de digerir que su mejor amigo fuera el novio de su adorada hija.
–¿No crees que van un poco rápido?
–¿Lo dices por lo de esta mañana? –el recuerdo me provocó cierto rubor. Probablemente me sonrojaría cada vez que me acordara en el futuro.
–Por eso y por todo… Tal vez no sea la mejor para opinar al respecto, tal vez por fin empiezo a entender a mi padre, pero la verdad es que me da miedo esta dependencia emocional que estás desarrollando por Jacob.
–¿A qué te refieres con eso, mamá? –sus palabras me hicieron enderezar la postura para mirarla a la cara.
–A la forma en que te comportas cuando estás con Jacob; es como si fueras un satélite y él el planeta sobre el que giras y del que no puedes alejarte.
No me gustaba nada como sonaba eso, parecía que era una patética co-dependiente emocional.
–No es una crítica –dijo con un suave tono –sólo que no quiero que sufras. Como te dije, yo sería la menos indicada para hablar del tema, porque siempre ha sido así entre tu padre y yo; si todo sobreviviera menos él, el mundo se acabaría para mí. Si todo muriera pero él fuera lo único que permaneciera, sería como si el mundo siguiera en pie. Amarle de esta manera ha sido algo maravilloso, pero también tuvo sus tintes de dolor. Y eso es lo último que quisiera que te sucediera.
A mi mente vino aquel recuerdo del abuelo Charlie, donde se veía a mi madre tan descompuesta, tan desecha que me había preguntado qué era lo que había sucedido para que estuviera en ese estado, había llegado a pensar que había estado enferma. También recordé lo que me dijo el abuelo hacía apenas un par de días
Ella y Edward rompieron un tiempo y tu madre se puso realmente mal. No sabes cuánto sufrí al verla apagarse cada día… es duro, tanto para quien sufre la separación como para quienes le rodeamos. No permitas que te pase eso a ti
–¿Te refieres a cuando papá y tú rompieron?
–¿Cómo sabes tú de eso? –mi madre me miró sorprendida
–El abuelo me dijo que ustedes habían roto un tiempo y que tú te pusiste triste. No profundizó mucho en el tema realmente. Verás, él también me aconsejó sobre no permitir que mi mundo empezara y terminara con Jacob Black.
–Vaya
Fue todo lo que se limitó a decir. Nos quedamos en silencio, cada una sumida en sus propios pensamientos.
–¿Por qué?
–¿Por qué, qué?
–¿Por qué rompieron papá y tú? No me lo puedo imaginar. No me cabe la idea de ustedes dos lejos el uno del otro.
Mamá esbozó una risa torcida y elevó su mirada al grisáceo cielo.
–Tu padre creyó que lo mejor que podía hacer por mi era alejarse. Creía que yo tenía el derecho de vivir una vida humana como todos: crecer, casarme, tener hijos… Nos sacrificó a los dos por lo que él creía que era mi bien; pero al final, tuvimos que estar juntos, era algo irremediable. Nos necesitábamos para poder seguir existiendo.
Me sentía identificada con el relato de mi madre. Porque yo sentía lo mismo por Jacob, algo dentro de mi me lo gritaba a voces. Sólo que yo no veía una razón para separarnos, pues ambos éramos inmortales y compartíamos el hecho de ser mitad humanos, mitad monstruos.
–Mientras estuviste alejada de papá, ¿hubo alguien más?
Pude ver en sus ojos que mi pregunta la había tomado por sorpresa.
–Nnn-o… claro que no –Su titubeo me llamó la atención –Mi corazón siempre latió por tu padre, y lo sigue haciendo, sólo que ahora en un sentido más bien metafórico.
–¿Fue entonces cuando Jacob y tú se volvieron tan amigos?
Sabía que mamá lo había conocido por medio de la amistad que unía al abuelo Charlie y a Billy Black, pero el cómo inició la amistad de mamá y mi novio, era una historia que no conocía a fondo.
–Errr.. sí –otro titubeo, ¿en qué estaría pensando mi madre? Puse mi mano sobre la de ella para tratar de descargar sus recuerdos, pero no pasó nada. No podía dominar aún mi don, así que las “descargas” se producían cuando menos lo pensaba. Si lo quería hacer a propósito, parecía que se bloqueaba –Jacob fue un buen amigo, un gran apoyo para sobrellevar la ausencia de Edward.
–¿Y su novia de entonces no puso peros por su amistad?
–Mmm, en ese entonces Jacob no tenía ninguna novia, no hubo ese tipo de obstáculos en nuestra amistad.
–¿En serio? ¿Y después? ¿Le conociste alguna relación?
–¿A dónde quieres llegar exactamente, Renesmee?
–Es que… –dudé un momento si seguir o no en esa dirección. Pero ya había despertado la curiosidad de mamá, así que dudaba que me dejara salir por la tangente, así que seguí por donde iba con mis preguntas –tengo curiosidad… Verás, hace unos días supe lo que era lo de la impronta para los quileutes –mamá se puso tensa nada más escuchar “impronta”, trató de disimularlo, pero yo me di cuenta de ello.
–¿Si? Y... ¿cómo supiste del tema? ¿Jacob te lo dijo? –aunque lo dijo con aire casual, casi podría jurar que mamá estaba ansiosa por escuchar mi respuesta.
–Sí, Jacob me contó cuando le pregunté por qué Quil prácticamente se dejaba tratar como felpudo por una niña de doce años –mamá pareció relajarse al escuchar mi respuesta, sólo para volverse a tensar, a pesar de su esfuerzo para que yo no lo notase, cuando dije a continuación –Le pregunté a Jacob si él ya se había imprimado de alguien.
–¿Y… y qué te contestó?
–Me dijo que hacía tiempo, pero que las cosas se habían quedado en el aire. Al parecer no era su momento de estar juntos. En fin, tengo curiosidad por saber de quien se trataba y pensé que tal vez tú…
–Que tal vez yo supiera algo al respecto –finalizó la frase por mi –Renesmee, creo que eso es algo de lo que tendrías qué hablar con Jacob. No creo que yo sea la indicada para hablarte de esas cosas tan privadas de la vida de tu novio.
–¿O sea que no me vas a decir?
–O sea que no me voy a meter.
–¿Por favor?, o ¿tan siquiera podrías decirme si Jacob amó a alguien más antes que a mi?
Aunque realmente no es seguro eso de que te ame” dijo mi conciencia.
¿Por qué mamá se mostraba tan incómoda con mis preguntas?
–Hija, no… no pienso hablar de eso contigo. Es algo que Jacob te contará cuando él lo crea conveniente. Además, no hablaría bien de mí contarte cosas que no me corresponden, sería traicionar su amistad, algo que valoro mucho y que no se lo merece. Sólo te puedo decir que Jacob es un gran hombre y que todo te lo dirá a su tiempo.
–Vaya, así que mi novio siempre ha sido un buenazo en toda la extensión de la palabra.
–Sí, Jacob siempre ha sido un buen chico, aunque antes pecaba de imprudente e inmaduro, pero con el tiempo, se ha convertido en alguien responsable y digno de toda confianza. No te voy a mentir, no asimilo del todo tu relación con él, pero me alegro de que estés con Jacob. Me agrada que encontraras alguien lo suficientemente bueno para ti.
–Gracias, mamá… yo tampoco te voy a mentir: estoy loca por él y me preocupaba mucho la reacción de ustedes. Si papá y tú se hubieran opuesto a nuestra relación o si me hubieran puesto a escoger entre ustedes y él, me hubieran roto el corazón.
–Jamás te haríamos pasar por algo así, eso sí te lo puedo jurar. Tu felicidad es lo más importante para tu padre y para mí, sea cual sea el camino que elijas. Y hablando de caminos, ¿podrías explicarme exactamente a qué viene eso de querer vivir sola? Y no, no es un reproche, sabes que te apoyamos en todo, pero quiero entenderlo, tal vez así me ayude mitigar el hecho de que no estés cerca de nosotros.
Me volví a acurrucar en los brazos de mamá antes de contestarle.
–Como ya les había dicho, es una idea que me viene dando vueltas desde hace tiempo. Es algo que quiero experimentar.
–¿El qué?
–Lo que es ser un simple ser humano. No es que reniegue de la vida he llevado, pero a veces me es difícil llevar una doble vida.
–¿Te refieres a mentir de la puerta de la casa hacia fuera, para proteger el secreto que nos rodea?
–Sí, mira… ¡demonios!
–Renesmee, sin maldiciones
–Perdón, es que me desespera no saber cómo explicarlo sin hacerme “bolas” yo sola.
–Una idea a la vez tal vez te ayude.
–Es que, a veces para mi es un poco confuso todo. A veces mi mente no acepta que mis padres sean dos seres que en el reflejo del espejo luzcan igual o más jóvenes que yo.
–¿No nos aceptas como tus padres?
¡Maldición, maldición y mil veces maldición! Estaba lastimando a mamá, lo noté en el tono de su voz.
–No es lo que quise decir, mami… Los amo más que a nada en el Universo entero. Sólo que a veces me siento perdida o confundida cuando más de la mitad del día, cuando estamos rodeados de los humanos, ustedes son “Bella” y “Edward”, mis primos segundos por parte de la tátara tía de Esme, y luego, entre las paredes de nuestra casa, pasan a ser “papá” y “mamá” y a veces se me olvida cuándo son una cosa y cuando otra. ¿Sabes lo difícil que era para mi que no se me saliera un “mamá” o “papá” delante de la gente? O ¿tienes idea de lo mal que me sentía cuando por costumbre les decía “Bella” y “Edward” a ustedes y ponían una mueca? Sé que a ti te lastima que te llame por tu nombre de pila, pero a veces yo misma ya no sé en dónde empieza la verdad y dónde la mentira para proteger nuestro secreto. Tal vez te hiero con mis palabras, y lo siento de verdad, pero también tienes derecho a saber cómo me siento yo con todo esto.
–¿Y por eso quieres alejarte de nosotros?
–No mami, jamás pensaría en alejarme de ustedes, eso es algo que nunca va a pasar. Ustedes son mi familia, los voy a amar hasta el último día de vida en este planeta, pero también quiero un tiempo sin tantas complicaciones. Te voy a ser honesta: me siento tan pérdida a veces, porque no sé quien soy en realidad. Soy la mitad de algo, pero a la vez, la mitad de nada. Comparto cosas con los humanos, pero no se puede decir que soy una; comparto cosas también con los vampiros, pero tampoco se me puede definir como tal. ¿Entonces, qué soy? ¿Cuál es mi lugar en este mundo? Por eso sentí una emoción tan especial cuando conocí a Awka y supe que era como yo. Sentí que no estaba sola, que había alguien más con quien pudiera compartir esto que siento, porque me iba a comprender mejor que cualquiera.
Mi madre guardó silencio, como meditando mis palabras.
–Renesmee, tal vez yo no pueda comprenderte del todo como tú dices, pero sí te puedo decir que pase lo que pase, decidas lo que decidas, tendrás mi amor y mi apoyo incondicional. Nada puede cambiar eso, nada puede cambiar el amor que siento por ti.
–Gracias mamá –Sonreí con una mueca algo triste –Aunque, la verdad, ver la forma en que tú y el abuelo se extrañan, aunque traten de ocultárselo el uno al otro para no hacerse sufrir, me puso a pensar si podré soportar estar lejos de ustedes tanto tiempo. Sé que suena bastante inmaduro querer tener todo aquello que se desea, pero ojala hubiera una forma de encontrarme a mi misma sin tener que estar lejos de ustedes en el proceso.
–¿Y es solo por eso? ¿Jacob no tiene nada qué ver en tu decisión de quedarte en Forks?
–Sí, una parte de mi decisión de quedarme es por él. Aunque Jake puso el grito en el cielo cuando le conté mis planes, de hecho amenazó con llamar a mi papá y suplicarle que me cancelara las tarjetas de crédito y que me obligara a regresar con la familia.
–En eso, me recuerda bastante a tu padre… serían capaces de encerrarnos en una burbuja de cristal con tal de que no nos pasara nada malo, ¿verdad?
–Sí –sonreí al imaginarme la escena en mi mente –Y ni te digo cómo se puso cuando le dije que planeaba vivir sola en la casa Cullen… Si lo hubieras visto, te habrías reído de él.
–Tal vez, pero volviendo al tema, eso de que quieras quedarte por Jacob, nos lleva de regreso al tema de “hacerlo el centro de tu vida”.
–Ya sé, y probablemente tengas razón, pero ¿qué hago? No puedo estar lejos de él, y no puedo pedirle que abandone su tierra, su familia, su negocio por mí. No sería justo.
–Pero es algo a lo que eventualmente tendrán que enfrentarse. Tú no puedes permanecer mucho tiempo en un mismo lugar, porque ¿cómo explicarías el hecho de no envejecer? Y Jacob se enfrenta a lo mismo por ser licántropo. Jacob tiene que enfrentarse al hecho de que su tiempo en la reserva no va a ser muy prolongado. Para quedarse tendría que renunciar a seguirse transformando, tendría que renunciar a ti y dudo que lo haga.
Deseaba tener la misma fe que mi madre parecía tener en mi relación con Jacob. Porque en mi corazón cada día se hacía más fuerte el deseo de pasar la eternidad al lado de mi licántropo favorito.
–Para tomar una decisión así, supongo que tendría que estar profundamente enamorado de mi, de amarme por lo menos la mitad de lo que te ama papá.
–¿Y no está enamorado de ti?
–No lo sé, no hemos hablado de ello… y yo soy lo suficientemente cobarde para preguntarle, porque me da miedo su respuesta.
–¿Por qué?
–Porque yo si lo amo.
Mamá no pareció sorprenderse con mi respuesta.
–¿Sólo una semana te ha bastado para saberlo?
–No, no es así. Hace dos años que empecé a enamorarme de él, pero hace un par de meses que pude ponerle nombre a lo que sentía por él. Lo duro fue que él se había ido ya de nuestro lado.
–Supongo que lo de visitar a tu abuelo, solo fue un pretexto.
–En parte. Era cierto que tenía muchas ganas de ver al abuelo y pasar un tiempo con él, pero reconozco que también quería ver a Jacob y comprobar por mi misma si mi amor era algo real o sólo un producto de mis ensoñaciones. Y cuando me reencontré con él bastó para saber la verdad, que no va a ver nadie más a parte de él. Tal y como tú lo supiste cuando conociste a papá.
–¡Vaya! Sí que las mujeres Swan estamos hechas del mismo molde. Tu abuela era como nosotras, igual de entregada a la hora de amar a alguien –mamá volvió a sonar un poco triste al recordar a mi fallecida abuela Renee.
–Hablando de eso, ¿puedo hacerte una pregunta?
–Dime…
–Este, verás… o sea, te prometo que me da pena preguntarte esto, no sé que vayas a pensar..
–Dime, anda, ¿qué traes en esa cabecita?
–¿Cómo era la relación física entre papá y tú? –en cuanto las palabras salieron de mi boca, sentí enrojecer de nuevo y me arrepentí de haber formulado los detalle –Olvídalo, olvídalo… no me interesa saberlo, no quiero tener una imagen así de ustedes… ¡iugggg!
Mamá empezó a reír a carcajadas.
–Imagino por dónde vas, pero… ¿tú y Jake…? Lo que vimos esta mañana….
–Él y yo, nada de nada. Sigo tan casta y pura como el día de mi nacimiento, es sólo que… a veces… ¡mamá, esto es bochornoso! ¿Podemos cambiar de tema?
–Bueno, yo tampoco me siento precisamente cómoda hablando de la vida sexual de mi hija –al escucharla, probablemente mis mejillas había pasado del rosado al rojo carmesí –¡Ahhh! Ya entiendo a qué se refería tu padre con eso de “tu hija y sus hormonas”.
–Mamá…
–Nena, es algo muy normal y ya habíamos tenido una charla parecida el año pasado, cuando estabas por entrar al último año del instituto.
–Sí, pero en ese entonces no tenía novio y no me pasaba por la mente tenerlo…
–Hija, nuestra naturaleza vampírica va a acompañada de una exaltación de todos los sentidos que poseíamos cuando éramos humanos, o en tu caso, que heredaste de mi condición humana. Nosotros poseemos una vista mucho más aguda, un oído y un olfato mucho más sensible. Y lo mismo se aplica al gusto y al tacto. Una vez tu padre me dijo que para los vampiros era muy fácil distraerse, y eso es porque nuestros sentidos están maximizados, nos podemos perder en todas aquellas sensaciones placenteras que percibimos por medio de ellos.
–O sea que si un beso con Jacob se nos va de las manos, no es porque sea una loca ninfómana o mi nivel de hormonas sobrepase la media, sino porque es parte de mi naturaleza, ¿o algo así?
–O algo así… pero eso no es una excusa para comportarse irresponsablemente. Puedo tratar de ir sobrellevando la idea de tu relación con Jacob, lo que definitivamente no podría manejar es la noticia de que me vas a hacer abuela. Y ni te explico cómo se pondría tu padre…
–¡No, no, no! Calma, calma, que de ninguna manera me ha pasado por la mente algo así… y despreocúpate, que Jacob es bastante chapado a la antigua y me hizo prometerle que antes de pensar en dar cualquier paso más serio en nuestra relación, vamos a darnos el tiempo necesario para cimentar bien las cosas entre nosotros.
–Me alegra escucharlo… no quiero que te apresures, quiero que disfrutes de la vida todo lo que puedas, total, tienes la eternidad para llenarme de nietos que cuidar.
Sonreí al imaginar a mamá rodeada de por lo menos unos cinco niños de diferente tamaño, todos idénticos a su padre, Jacob Black. Pero esa imagen también despertó otras dudas en mi, ¿tendría ese futuro mi relación con Jake? ¿Cómo serían los hijos de un semi-vampíro y un licántropo, dos especies enemigas en papel? Porque en eso no me había detenido a pensar, si nuestras naturalezas nos permitirían tener hijos en un futuro, o si nos permitirían tener algún futuro siquiera. No quise abundar más en ese derrotero, sobre todo cuando la tía Alice preparaba una fiesta para dentro de tan pocas horas, y si me permitía profundizar en esos pensamientos, lo más seguro es que terminara triste y deprimida. Ya habría un momento más propicio para pensar en ello.

jueves, 26 de febrero de 2009

PREPARATIVOS

–Si no dejas de pasearte de esa manera, vas a terminar haciendo una zanja en el piso –pronunció la tía Rosalie algo exasperada –Todavía no escuchamos que el “perro” aúlle, así que debe de seguir vivo.
Miré a mi tía con los ojos desmesuradamente abiertos mientras un escalofrío recorría mi espina dorsal.
–¡Rosalie! Con ese tipo de comentarios tan negros no ayudas en nada –la abuela Esme la reprendió y mi tía tuvo la decencia de parecer arrepentida.
–Nessie, si nos explicaras bien las cosas, tal vez podríamos ayudarte con tus padres –El abuelo Carlisle parecía tranquilo, aunque por la forma en que miraba hacia el pasillo que llevaba a su despacho, se delataba su ansiedad por saber qué estarían diciéndose mis padres y Jacob.
–Es que no hay mucho qué hablar .Vine a visitar al abuelo y comprobar si Forks era tal y como lo recordaba, pues en tenía tiempo dándole vueltas en mi cabeza a la idea de vivir sola una temporada –los presentes torcieron el gesto, al parecer a ellos tampoco les entusiasmaba mi idea de independizarme –En fin, me reencontré con Jake en casa del abuelo, aclaramos un par de malentendidos entre nosotros y… y eso.
–¿Quieres decir que en menos de un minuto ambos cayeron perdidamente enamorados el uno del otro? No me lo creo –A pesar de la reprimenda de la abuela, Rosalie se negaba a abandonar el sarcasmo.
Me incomodaba hablar de mis sentimientos por Jacob con los demás; no me avergonzaba amarlo, sino que era algo en lo que los dos no habíamos profundizado. Yo sabía lo que sentía por él, pero era demasiado cobarde para preguntarle qué sentía por mí; su respuesta me atemorizaba, ya que o podía llevarme al cielo de pura felicidad o podía matarme de dolor.
–Yo… bueno…
–¡Rosalie! No tenemos ningún derecho de preguntarle a Nessie sobre sus sentimientos; eso es algo entre ella y Jacob –le lancé una mirada de agradecimiento a la tía Alice por su intervención.
–A mi Jake no me cae mal –intervino el tío Emmett –pero eso de que ande manoseándote no me agrada en lo absoluto.
–Jacob no me manosea –corregí enojada –De hecho, es bastante respetuoso conmigo.
Bastante para mi gusto” finalicé la frase en mi mente.
–¿Y qué fue eso que vimos en tu recámara hace rato? –Preguntó el tío Jasper, quien se había mantenido callado casi todo el tiempo –Aunque por lo menos debo admitir que yo no supe quién estaba manoseando a quien, porque Nessie parecía un pulpo abrazada a Jacob.
Tío Emmett soltó una estruendosa carcajada y los demás trataron de disimular una risita. Sentí que mi cuerpo enrojecía por completo y que mi temperatura corporal subía por lo menos tres grados a causa del bochorno.
–Sí, yo creo que más bien Billy Black es quien debería estar aquí peleando por la virtud de Jake–Tío Emmett la estaba pasando bomba a mis costillas.
–¡Abuela!
–Emmett, Jasper, debería darles vergüenza hablarle así a Nessie. –Aunque pretendía sonar severa, era obvio que mi abuela trataba de no soltar una carcajada. ¡Fantástico! Hasta la más ecuánime de la tribu se reía a mi costa. Para mi mortificación, mis tíos siguieron riéndose a carcajadas.
–Van a ver, me las van a pagar… un día de estos, tu nuevo Jeep amarillo va amanecer con toooooda la pintura rayada, tío Emmett… –le gruñí a uno y al otro le saqué la lengua.
–Dejen de pelear los tres como chiquillos. –la tía Alice aprovechó y le dio un ligero zape al tío Jasper. –Dime, Nessie ¿qué tienes planeado para hoy?
–¿Cómo?
–Sí, para tu cumpleaños. Supongo que habrás adelantado la fiesta para hoy en la noche, pues mañana es domingo y…
–Pues no tengo planeado nada –dije sin dejarle terminar la frase.
–¡¿Qué?! –La expresión de mi tía Alice era como si le hubiera dicho que el apocalipsis había iniciado o que la casa Gucci había quebrado. –Nessie, no puedo permitir eso. Siempre hemos celebrado tus cumpleaños a lo grande… Menos mal que estoy aquí para organizarlo todo, claro que si puedo hacerlo en menos de… –consultó el carísimo reloj que llevaba en la muñeca izquierda –Son las nueve veintiséis de la mañana. Eso me deja un margen de diez horas, treinta y cuatro minutos y 32 segundos para conseguir lo necesario; pero esta noche hay fiesta.
–¿De qué fiesta están hablando? –la voz de papá sonó de pronto y todos nos giramos a mirarlo. Si bien lucía un semblante serio, ya no estaba furioso como hacía una hora. Mamá estaba a su lado, tomándolo de la mano, con un rostro un poco más relajado; sólo Jacob, quien estaba un paso más atrás de ellos, sonreía. Me pregunté a qué se deberían esas tres expresiones tan dispares.
–De la fiesta de cumpleaños de Nessie –dijo la tía Alice cuando recuperó el habla; obviamente, a ella también le sorprendió las expresiones de los demás.
–Oh, claro, por eso estamos aquí, ¿no? –pronunció papá casualmente, como si nada.
Jacob había caminado varios pasos para llegar a mi lado y rodearme con brazo por los hombros; pensé que mi padre se pondría a bufar al ver su gesto, pero no dijo nada. Noté que los demás, salvo mamá y mi novio, también habían esperado una reacción furiosa por parte de papá.
–Un momento, ¿qué sucede aquí? –pronuncié con suspicacia –Primero quieres matar a mi novio, y rato después, ¿salen del despacho como si nada? Disculpen, pero eso no me lo trago.
–Las cosas se pueden arreglar entre la gente adulta cuando se habla civilizadamente y con claridad.
Entendí el mensaje implícito en las palabras de papá: yo era una simple mocosa que hacía un lío por todo.
–Todo está bien, Nessie, te lo prometo. –las palabras de mi novio sonaron cargadas de sinceridad, sin el menor atisbo de nerviosismo. Me besó cariñosamente en el pelo.
Tenía mucha curiosidad de saber qué habían hablado mis papás y Jacob durante casi una hora encerrados en el despacho. Iba a tener que buscar el momento adecuado para sonsacarle la información, aunque tenía qué idear el cómo, porque Jacob era lo bastante discreto como para guardarse el secreto de lo que mis padres le dijeron hasta la tumba. Tal vez tendría que jugar a seducirlo un poco, o mejor dicho sólo un poquito nada más, porque le había dado mi palabra en lo referente a la regla de los seis meses.
En ese instante, papá me miró fijamente enarcando la ceja.
¿Podrías dejar de hacer esto? Es realmente molesto
Papá expulsó el aire de sus pulmones ruidosamente, pero asintió.
Gracias
–¿Nos estamos perdiendo algo con ustedes dos?
–No es nada, mami… –la miré con lo que esperaba fuera la más angelical de mis expresiones –Entonces, ¿confío en que ya no se van a poner pesados por mi relación con Jacob?
–Nunca ha habido problemas con eso– contestó mamá –Sólo digamos que la forma en que nos enteramos no fue la más afortunada.
Volví a sonrojarme. De verdad que era bastante bochornoso recordar cómo nos habían encontrado esa mañana toda mi familia.
–Este… por cierto, ¿qué hacen todos aquí? Y no lo digo con mala intención o porque me moleste que estén aquí, sólo es curiosidad, porque si mal lo recuerdo, no tenían pensado regresar a Forks por lo menos en los próximos 50 años.
–¿Por qué más ha de ser? Vamos a pasar tu cumpleaños contigo –papá se encogió de hombros de manera casual. Tal vez eran ideas mías, pero casi podría jurar que los demás habían volteado a ver a mi padre, esperando que él fuera quien contestara mi pregunta.
–¡¿En serio?! –no pude evitar emocionarme. Sinceramente, al pensar que no iba a estar con el resto del Cullen ese día, me entristecía sobremanera.
–Claro que sí, hija. ¿Cómo crees que seríamos capaces de perdernos uno sólo de tus cumpleaños? Ese día fue el más importante de toda nuestra existencia. –Mamá se acercó y acarició mi mejilla izquierda con su mano, mientras con la otra acomodaba un mechón de cabello atrás de mi oreja.
–Bien, entonces manos a la obra. Empieza la operación “Fiesta de cumpleaños”. –La tía Alice parecía un torbellino disparando instrucciones a diestra y siniestra –Emmett y Jasper, ustedes se encargan de las bebidas; Jacob, te toca avisarle al resto de los chicos de La Push. Rosalíe y Esme, necesito que me ayuden con la decoración; Edward, tú te encargas de la música… ¿Qué más? Oh, sí, Carlisle, por favor, ayúdame a vigilar que Emmett y Jasper no se distraigan y me ayuden con lo que les toca. –Emmett y Jasper voltearon a verla divertidos –Los conozco, y son capaces de armar un desastre por cualquier cosa. Nada de guerritas de comida, de piedras, de botellas o de cualquier otro objeto que se les ocurra.
–¿En qué te ayudo yo?
–Bella, a ti te toca encargarte de tu hija.
–¿Qué quieres decir con eso, tía?
–Quiere decir que tú, mi querida sobrina, te vas a quedar quietecita y en tu cuarto mientras nosotros organizamos tu fiesta sorpresa.
–¿Y cómo va a ser sorpresa si ya la sé?
–Es sorpresa porque no vas a saber cómo va a quedar –me dio un ligero pellizco en la nariz –Así que todos manos a la obra porque todo tiene que estar perfectamente listo para las ocho en punto…. ¿Qué? No se queden ahí parados, ¡todos en acción!
La tía Alice salió disparada hacia el teléfono; se había tomado muy en serio lo de organizar mi fiesta sorpresa.
–Bueno, parece que Alice espera que le hagamos caso así que… –papá se encogió de hombros, divertido con la actitud de mi tía –Jacob , será mejor que vayas a casa y les avises a todos los demás. Si alguno falta esta noche a la fiesta, no dudo que Alice sea capaz de ir por ellos hasta La Push y traerlos de una oreja. Diles que los esperamos con gusto.
–No te vayas, háblales por teléfono… –dije en tono casi suplicante –La tía Alice pretende que me la pase todo el día encerrada en mi habitación y sin hacer nada. Me voy a morir del aburrimiento, quédate por favor.
–Nessie, no creo que quedarme contigo en tu recámara sea una buena idea, precisamente –No necesitó agregar nada más, lo comprendí de inmediato –Prometo venir lo antes posible. Además, quiero ir al taller para ver cómo va la reparación del Aston Martin.
Las palabras de Jacob no le pasaron por alto a mi padre.
–¿Le pasó algo al auto?
Oh, oh, otra cosa más que no les había mencionado…”
–¿Esto tampoco se los habías dicho, Renesmee? –La voz de Jacob sonó incrédula –No me lo puedo creer… Edward, el Aston está en mi taller porque Nessie tuvo un accidente vial.
–¿Accidente? ¿Por qué no nos llamaste? ¿Estás bien? –Mamá pasó sus manos por varias partes de mi cuerpo, como para asegurase de que tenía todos los huesos completos y en buen estado.
–Estoy bien y no pasó nada grave. Por eso no los llamé, fue una tontería sin importancia –dije en un tono que pretendía aligerar el tema.
–Si te distraes mientras conduces para ver a un extraño, no es algo sin importancia. ¿Quién es Awka?
Por lo visto, papá definitivamente no pensaba abandonar del todo mi mente. Tenía que empezar a tararear algo en mi cabeza a la voz de ya para evitar que siguiera esculcando en mi cabeza.
Allons enfants de la Patrie, Le jour de gloire est arrivé! Contre nous de la tyrannie, L'étendard sanglant est levé…”
–Nessie, ni cantando “La Marsellesa” te vas a librar de esto. ¿Quién es Awka?
–¿Qué sucede Edward? ¿Qué es Awka? –mamá sonó ansiosa. Menos mal que el resto de la familia ya se había ido a hacer la parte que tía Alice les había asignado para mi fiesta, sino también me estarían acribillando con preguntas.
–No es qué, sino quién…
–¿Para qué te lo digo? Lo puedes ver en mi mente, ya que te niegas a salirte de ella.
–Es uno igual a Nessie. –contestó Jacob ignorando por completo mi intento por no contestarle a mis padres.
Tal vez por ser de la misma especie o porque la historia sobre su nacimiento me había conmovido mucho, pero sentía la necesidad de proteger a Awka de cualquier crítica de mi familia. Porque estaba segura que cuando se enteraran que la dieta de Awka incluía la sangre humana, le iban a poner “peros” al pobre.
–¿Igual a Nessie? –mis padres preguntaron al unísono. Tanta fue la sorpresa que hasta mamá me llamó “Nessie”, siendo que mi sobrenombre no era de su total agrado.
–Sí, es mitad vampiro, mitad humano como yo… Es hermano de Nahuel.
–¿Nahuel también está aquí?
–No, mamá. Sólo Awka se encuentra en Forks… Papá, ya que andas por mi cabeza, ¿por qué no se lo cuentas a mamá y nos ahorramos las explicaciones?
–No, esto lo tenemos que escuchar de ti. Además, lo único que escucho es “La Marsellesa”, y esa ya me la sé de memoria. Siempre que no quieres que sepa algo, tu mente “canta” lo mismo.
–¿Tan predecible soy?
–Cuándo tengas tus propios hijos, vas a aprender cuán predecibles son al momento de querer tapar sus travesuras.
–Los dos, por favor, nos estamos desviando del tema… ¿Quién es Awka? Jacob, ¿qué sabes al respecto de esto? ¿Lo conoces?
–No, Bella… la manada percibió hace días su efluvio y estuvimos rastreándolo sin éxito. Sólo lo pude ver bien anoche, pero sólo un instante. Nessie es quien ha tenido más contacto con él.
Los tres pares de ojos voltearon a verme, como esperando a que les diera una explicación sobre Awka. Solté el aire de mis pulmones en señal de rendición y procedí a relatarles cómo había conocido a Awka y lo que me había contado sobre su vida.
Hubo dos momentos en que percibí cierta incomodidad en mis padres y en Jacob al momento de escuchar mi relato; la primera, cuando les había informado que Nahuel había muerto. Imagino que les tomó de sorpresa como a mí, ya que ellos también pensaban que mi cuerpo era infalible a todo. Lo otro que les incomodó fue cuando les relaté el nacimiento de Awka, la manera en que había sido perseguido por una horda de gente dispuesta a acabar con él. Tal vez ellos también se habían estremecido de horror al pensar en un indefenso bebé huyendo por su vida, cuando él no tenía la culpa de las circunstancias de su nacimiento ni de su naturaleza.
–Vaya, nunca pensé que Nahuel tuviera otro hermano, cuando él vino ha Forks, sólo mencionó a sus hermanas. Supongo que fue una gran sorpresa enterarse de la existencia de Awka.
–Tal vez… digamos que no profundicé mucho en la relación que habían entre ellos. Aunque supongo que terminaron siendo cercanos, pues Nahuel le habló de nosotros a Awka.
–Oh, sí, me olvidaba del hecho de que tienes un fan acosador… –dijo sarcásticamente mi novio.
–¿Qué quieres decir con eso?
–Que Awka está siguiendo a Nessie casi con fijación. –Al escuchar eso, quise interrumpirlo, pero Jacob me lanzó una mirada que me desistió de hacerlo –No trates de negarlo, Nessie. La noche que ella conoció a Awka, se le ocurrió ir tras él, y en un momento dado, ella terminó siendo perseguida por él. Yo había estado patrullando esa noche al otro extremo del bosque, y cuando venía de regreso, pude ver a Nessie corriendo como si la vida se le fuera en ello. Su perseguidor, o mejor dicho, Awka se fue cuando detectó mi presencia.
Recordé el momento y la forma en que le había quebrado las costillas con mi golpe. Sin poder evitarlo, sonreí ante el recuerdo, y vi que papá también sonrió. Así que todavía seguía leyendo mi mente, pero por primera vez en ese día, uno de mis pensamientos le causaba gracia, tanto que luchaba por reprimir una carcajada.
¿Ves, papi? Después de todo, las lecciones de defensa personal de mis tíos sí me sirvieron
–¿Qué es tan gracioso, Edward?
–Luego te lo cuento, cariño… Entonces, ¿por qué decidiste ir tras él, Renesmee? No sabías qué merodeaba por ahí y eso pudo ser peligroso para ti.
–Lo sé, pero digamos que el predador que llevo dentro de mi salió a la superficie. Fue algo instintivo… por eso también creo que Awka terminó por perseguirme a mi, fue una respuesta automática de nuestra especie.
–Y además de eso, también está el hecho de que el día que te dio insomnio y te fuiste a dar una vuelta por ahí, al bosque, te encontraste con él. O que anoche, de manera espontánea se apareció en la feria a unos cuantos metros de donde estábamos.
–Y que él era el extraño que te distrajo momentos antes del accidente… –finalizó papá.
No necesité preguntarle cómo lo sabía. Era obvio que el don de papá se estaba dando vuelo en mis recuerdos.
–Nessie, ¿sería mucho pedirte que trates de mantenerte alejada de Awka?
–Pero papá…
–Sé que tienes curiosidad porque es como tú, pero por muy hermano que sea de Nahuel eso no quiere decir que sea como él. Hasta que no conozcamos sus intenciones o qué es lo que pretende, mantente apartada de él.
–Ya te dije, sólo tiene curiosidad por nosotros y por la forma en que vivimos. Siempre ha estado solo, imagino que una familia tan grande de vampiros le llama la atención.
–Tal vez sí, nena –intervino mamá –Pero haznos caso, por favor. No está de más extremar precauciones; aún en nuestro mundo, hay seres temibles que no dudarían eliminarnos a la menor oportunidad.
No sé por qué a mi mente vino el recuerdo de aquel nevado día en el claro, hace mucho tiempo atrás. Las capas negras y el rostro de Aro, el líder de los Vulturi, era algo que me acompañaba hasta en mis pesadillas; tal vez sería buena idea hacerles caso a mis padres e irme con cuidado con Awka. Aunque había algo que no podía negar: la tentación de seguir en contacto con él era tan grande como la tentación que provocaba la sangre humana.

lunes, 23 de febrero de 2009

RENDICION DE CUENTAS


–Nessie, ¿dime que está pasando? Si voy a ayudarte con tus padres, por lo menos quiero saber a qué atenerme. –La tía Alice trataba de aparentar calma, pero yo sabía que estaba preocupada por lo que se nos venía encima a Jake y a mí. Era realmente frustrante para mi pequeña y delicada tía no poder ver el futuro de mi novio y el mío, ya que por nuestra condición “mestiza”, su don no nos podía alcanzar.
–Tía, si te lo cuento primero a ti que a mis padres, se me arma peor con ellos. Sólo te puedo decir que no paso naaaaaada de naaaaaada con Jacob. Nos quedamos dormidos y en la madrugada me desperté por la incomodidad de estar dormida con unos skinny, me los quité y por eso no los traía puestos cuando llegaron… ¿Segura que esta ropa está bien?
Me había dado un baño mientras la tía sacaba de mi closet lo que ella pesaba que era el outfit más apropiado para la ocasión: un ultra femenino vestidito rosa pastel que me llegaba justo a la rodilla, un suéter de punto blanco y un par de flats rosas. No pude evitar torcer el gesto al ver mi reflejo en el espejo.
–Tía, parezco que voy a la iglesia o que soy una maestra rural.
–Nessie, en estos momentos es preferible que tu padre vea todavía una linda, tierna e inocente señorita, a que te vea con lo que sueles usar normalmente. ¿Qué no sabes que en los juicios, la vestimenta de los que pasan por el estrado influye en gran medida en la percepción del jurado?
–Tía, solo me falta la lonchera para parecer que todavía voy al jardín de niños… No me gusta esta ropaaaaa.
–Deja de rezongar y ponte en papel… Pretende que todavía no sabes nada de la vida, que sigues tan casta e inocente como el día en que naciste.
Mi cara era una cómica mueca de incredulidad.
–¿Qué parte de “nada de nada” no entendiste? ¡No pasó nada con Jacob!
–Tal vez no hoy, pero por la forma en que se estaban besando, no dudaría que va a suceder o que ya pasó… ¡Demonios! Me choca no poder ver tu futuro.
–Menos mal, no quiero que mi familia se entere de mi vida intima… o mejor dicho de mi actualmente inexistente vida íntima.
–Ya está… –Mi tía había acomodado mis rizos en una media cola, dándome una apariencia totalmente inocente… e infantil. –Será mejor que bajemos, no quiero irritar más a tu padre si nos pasamos de los diez minutos que nos dieron.
Salí con la tía Alice siguiéndome a mi espalda; del otro extremo del pasillo vi que Jacob salía por la puerta de lo que antes había sido la habitación de mi papá. Nos encontramos justo en el rellano de las escaleras.
Me sentía un poco aprensiva, dado la explosiva reacción de papá minutos antes. Jacob me dedicó una sonrisa tranquilizadora y me tomó de las manos. Oí como la tía Alice carraspeaba a nuestra espalda, para recordarnos su presencia.
–Hay gente que no entiende… –enarcó la ceja al ver nuestras manos unidas –En fin, será mejor que baje yo primero, cuenten hasta diez y después lo hacen ustedes. Jacob, confío en ti para llevar la conversación, porque esta niña a veces es demasiado voluntariosa y cabezota –la miré con los ojos como plato y una mueca de indignación. Ya conocía mis defectos, no era necesario que me los estuvieran enlistando en esos momentos –y lo que menos necesitan en este momento es hacer enojar más a mis hermanos.
La tía Alice empezó a descender con delicadeza y feminidad por las escaleras. Tenía la gracia de una bailarina para todo lo que hacía.
–¿Lista?
–No, pero dicen que al mal paso darle prisa –traté de esbozar una sonrisa, pero estoy segura que me salió una mueca descompuesta. Sentía un enorme hueco en el estómago de la aprehensión.
–Si no me hubieras dicho que no había más camas en esta casa, no estaríamos pasando por esto…
–Siento mi mentirilla, pero quería asegurarme que te quedaras conmigo. Lo siento…
Jacob me dio un beso en la cabeza, como para infundirme ánimo.
–Bueno, es hora de enfrentar a tu familia. –Se cuadró de hombros y empezó a bajar las escaleras conmigo tomada de la mano. No estaba segura de poder moverme por mí misma, así que agradecí que él fuera quien nos guiaba, porque si de mi dependiera, me hubiera quedado como estatua en el primer escalón.
Al llegar a la planta baja, justo en la sala se encontraba mi familia en pleno, esperando nuestra llegada. El tío Jasper estaba sentado en el sillón de una plaza y la tía Alice se había sentado en el posa-manos del lado derecho; mamá y papá ocupaban el sillón de en medio, mientras el tío Emmett y la tía Rosalie, con sendas caras de disgusto, aguardaban parados atrás de ellos. Los abuelos habían ocupado el sillón de dos plazas que estaba a la derecha del salón.
Papá frunció más el seño cuando vio la mano de Jacob entrelazada con la mía, y a pesar de que esperaba que empezara a dar gritos furiosos como los de momentos antes, extrañamente se quedó en silencio.
–Mamá, papá, familia… hay algo que tengo, o mejor dicho, que tenemos qué decirles –esperé que alguno de mis parientes dijera algo, pero no, guardaron silencio. Nerviosa, miré el rostro de Jake, que me dedicó una mirada cargada de ánimo, dándome la fortaleza para aplacar un poco mis nervios y continuar hablando –Jacob y yo… bueno, verán, él y yo…
–Le pedí a Renesmee que fuera mi novia y aceptó. –Soltó de pronto Jacob, de una manera casual y tranquila. –Me hubiera gustado hablar con ustedes antes, pero…
–¡¿Pero qué?!
–Edward, por favor, recuerda que me prometiste que ibas a calmarte y dejar que Renesmee y Jacob se explicaran –mamá tomó la mano de papá y lo miró a fijamente al rostro, como buscando controlar la furia que probablemente todavía no amainaba en él.
–Pero Bella, la niña…
–Edward –el tono de mamá no daba lugar a peros. –Lo prometiste, así que cálmate y dejemos que nos cuenten la historia.
Miré agradecida a mamá antes de retomar la historia.
–Yo, siento que se hayan tenido que enterar así de mi relación con Jacob y reconozco que yo tengo la culpa de todo este enredo.
–Nessie…
–Déjame explicarme, Jake, por favor. –le lancé una mirada suplicante, tenía que arreglar las cosas si quería que mis padres no terminaran oponiéndose férreamente a mi relación con Jacob. Él asintió suavemente y apretó mi mano para darme ánimos. –Cuando Jake me pidió que tuviéramos una relación, también me pidió hablar con ustedes, pero yo no se lo permití.
–¿Por qué, Nessie? –la abuela parecía realmente preocupada por lo que estaba sucediendo.
–Porque en primer lugar, no era algo que me gustara decírselos por teléfono, en segundo, porque imaginé que iban a reaccionar, sobre todo papá, Jasper y Emmett, tal como lo hicieron en mi recámara. Lo último que quería era que le hicieran daño a Jacob.
–Nena, pero ¿no pensaste que si nos enterábamos de la manera en que lo hicimos, íbamos a enojarnos? Creí que no había secretos entre nosotros.
–Lo siento, mamá… sólo quería esperarme a decírselos en persona. Sabía que les iba a costar aceptar mi relación con Jacob por la cuestión de la edad y porque él prácticamente ha sido uno más de la familia por muchos años.
–¡Tienes toda la razón! –Papá se puso de pié con un movimiento tan rápido que ni me di cuenta cuando lo hizo –Señorita, usted no tiene edad todavía para pensar en esas cosas.
–Papi, mírame, ya soy una adulta, ya di mi último estirón hace dos años. Siempre voy a tener el mismo aspecto, siempre voy a lucir igual, así que hoy o dentro de un año no marca la diferencia. Además, tú le llevas a mamá por lo menos cien años, así que…
–No, sólo le llevo 87 años a tu madre –puse los ojos en blanco, años más, años menos pero el caso era el mismo –Pero tú apenas vas a cumplir nueve…
–Sí, mañana serán nueve años que llegué a este mundo, pero tú, yo y los demás sabemos que mi existencia no se rige por lo normal. Yo crecí en mis primeros tres años, lo que una persona en doce. Y no me digas que no estoy preparada mentalmente, porque mi inteligencia tampoco es como la de los demás, ¿o acaso no recuerdas que a los tres meses de edad ya podía recitar poemas de Tennyson, caminar, leer…?
–Ese no es el punto, Nessie..
–¿Entonces?
–Lo que tu padre quiere decir –mamá se acercó a nosotros con calma –es que para nosotros no es fácil hacernos a la idea de que, como tú dices, prácticamente eres un adulta. Así tengas diez, cuarenta o 158 años, siempre serás nuestra niña. –Mamá acarició mi mejilla con su delicada mano. Sin necesidad de tener el don del tío Jasper, ella era capaz de calmar los temperamentos de papá y el mío –Y tú, Jacob, si Renesmee se negaba a decirnos lo que sucedía, ¿Por qué no nos llamaste tú?
–Sé que no tengo excusa, pero no quería actuar a espaldas de ella. Respeté su decisión, aunque no estaba de acuerdo.
–Sí, sí, muy bonito discurso… pero eso no explica lo que sucedió esta mañana con mi sobrina –el tío Emmett estaba buscando pelea, lo notaba en la forma en que miraba a mi novio. –¿Qué demonios hacían los dos a medio vestir? ¿O la pregunta es demasiado obvia?
–Papá, será mejor que te lo muestre. –Puse mi mano en la fría mejilla de mi padre y dejé que mi don entrara en acción. Le mostré lo sucedido la noche anterior, pero sólo desde la parte en que le pedí a Jacob que se quedara conmigo porque me ponía de nervios estar sola por primera vez, hasta la parte en que a medio dormir, le dije a Jacob que se acostara en mi cama porque no había otras en la casa. Puse mucho énfasis en la parte en que me decía que no era bueno dormir con la ropa que traía y yo replicaba que tenía mucho sueño como para pararme y ponerme el pijama.
–¿Ves? Todo fue muy inocente…
–¿Qué viste, Edward? –preguntó mamá con curiosidad
–Que no pasó nada entre ellos. Efectivamente, se limitaron a dormir, literalmente, toda la noche. –masculló entre dientes, parecía que no era muy feliz al comprobar nuestra inocencia.
Si se enterara de cómo hemos estado a punto de que se nos vayan de control nuestros encuentros cuando nos besamos… ahí sí le da un ataque. Si mi novio no fuera tan ‘chapado a la antigua’…Maldita regla de los seis meses
–¡Renesmee Carlie Cullen!
“Oh, maravilloso”
Los demás miraron extrañados a papá, no entendían el por qué del grito. Ellos no sabían, pero yo si.
–¡Salte de mi cabeza! Prometiste que no lo ibas a hacer más. –dije acusadoramente
–¿Qué sucede, Edward?
–Tú hija, eso es lo que sucede… tú hija y sus hormonas.
Probablemente, en otro momento y con otra gente, la situación me hubiera parecido de lo más cómica, pero en esos momentos estaba por empezar a bullir de furia. Hacía tiempo que papá me había prometido no hurgar en mi mente, ignorar mis pensamientos lo más posible para respetar mi intimidad. Confiaba en su palabra, pero por si las dudas, procuraba pensar en otras cosas cuando él estaba cerca y no quería que él se enterara. Por ejemplo, cuando había algo que me molestaba, empezaba a cantar en mi mente “La Marsellesa”, el himno de la Revolución Francesa. Era un tip que me había pasado la tía Alice.
Papá miró fijamente a mi novio por un largo rato, sin mover ni un solo dedo o pestañar; si algún extraño nos hubiera mirado a través de la ventana, bien podría haber pensado que papá era una bella estatua de marfil. Conforme pasaban los minutos, la mascara de frialdad que era su rostro se relajó un poco.
–Bien, Jacob. Te agradezco el control que has mostrado con esta niña tan… atrabancada. Y gracias por no precipitar las cosas. ¿Con que seis meses, no?–dijo irónicamente.
–¡Genial! Ahora estás hurgando en la mente de mi novio –sentí que mis mejillas se tornaban tan rojas como un tomate. ¿Por qué los padres eran unos especialistas en abochornarnos? Mi novio no sabía como yo cómo despistar el radar que tenía mi papá para detectar los pensamientos de los demás. Probablemente se enteraría de más cosas de las que yo no quería que supiera.
–¿Qué quieres decir con eso de “seis meses”? –Por fin habló la tía Rose, que se había limitado a guardar silencio y a lanzarle miradas asesinas a Jacob.
–Eso quiere decir que Jacob va a hablar a solas con Bella y conmigo… Tú –señaló a mi novio con el dedo índice derecho. Papá era centímetros más bajo que Jacob, pero cuando se ponía en el papel del furibundo Edward Cullen, parecía que fuera un coloso de mármol de cinco metros como mínimo– al despacho de Carlisle.
–¡Hey, esto también me incumbe a mi! Yo también voy.
–No –el tono de papá no dejaba lugar a discusiones. Era el tono que siempre usaba cuando ya había tomado una decisión y no había nada en el universo entero que lo hiciera cambiar de parecer. –Tú te quedas con el resto de la familia. Es hora de que los adultos charlen.
Y sin más, los tres se enfilaron hacia el despacho del abuelo. Jake me lanzó una rápida mirada y quedamente me dijo “todo saldrá bien”.
La tía Alice se acercó y me tomó de la mano.
–Todo va a salir bien, te lo prometo.
–¿Lo viste en tus visiones?
–No, pero hay cosas del destino que ya están escritas contra las que no se puede pelear.
Esperaba que mi tía tuviera razón, porque lo último que quería era tener que empezar a luchar por mi incipiente relación. No creía capaz de sacrificar a mi familia por el amor de mi vida y viceversa. ¡Que lio!

domingo, 22 de febrero de 2009

COSAS DE FAMILIA

–Nessie, no seas tonta y sube a la camioneta.
Ni siquiera me digné a mirarlo, estaba furiosa. Seguí caminando con paso decidido tal y como lo estaba haciendo desde que me había marchado de la feria.
–Nena, anda… no te portes como una niña berrinchuda.
Si pensaba que estaba logrando calmarme, estaba pero así o más equivocado.
Jacob me había estado siguiendo a paso de tortuga en la camioneta, pues yo me había rehusado por completo a regresar a casa con él. Prefería andar sobre un camino de brasas ardiendo.
–Bebé…
–¡Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! –grité exasperada mientras me detenía al tiempo que él detenía la marcha del vehículo. Las dos o tres personas que caminaban por ahí voltearon a verme, curiosas –¡Déjame en paz! No me simpatizas en estos momentos, quiero estar sola… y deja de estarme diciendo “nena” o “bebé” que eso hace que me ponga más furiosa.
–Renesmee, no voy a dejar que te marches sola a casa. Si es necesario, te voy a seguir a tu paso en la camioneta. No me importa que tardemos hasta mañana en llegar.
–Eso está por verse...
Empecé a acelerar el paso hasta que llegué a una parte donde algunos árboles del bosque se agrupaban cerradamente y me escabullí entre ellos, sabiendo que Jacob no podría seguirme con la camioneta a través de ellos. Corrí lo más rápido que pude, decidida a sacar mi coraje con el esfuerzo físico.
Así que piensa que los de mi especie somos unos monstruos horrendos
No seas tonta, estás haciendo una tormenta en un vaso de agua
“¡Ah, lo que me faltaba! Ahora resulta que yo misma me regaño
Es que tú misma te das cuenta que te estás portando ridículamente.”
Pero Jacob se portó como un burro… lo de ‘esa cosa’ fue realmente insultante
Ridiculeces… reconócelo niña, toda esta susceptibilidad sin sentido es porque en el fondo temes no ser suficientemente buena para él. Por eso a la menor crítica, saltas.”
Cállate vocecita interior, ahora resulta que quieres psicoanalizarme
Tengo toda la razón, a pesar de lo que digas. Y sí, tal vez necesites ver un psiquiatra si sigues peleándote contigo misma”.
Genial, ahora hasta mi conciencia me regañaba. Aunque tal vez tuviera razón y mi enojo con Jake era un sin sentido. Pero me había dolido la forma en que se expresó de Awka, porque después de todo, ambos veníamos de donde mismo aunque nuestro comienzo fuera tan diferente. Pero si creía que Awka era peligroso, ¿no era como pensar que yo también lo fuera?
Con cada paso que me acercaba a casa, mi enojo se iba disipando, al igual que el ritmo de mi carrera. Tal vez sí había reaccionado exageradamente y tal vez debería aprender a controlar más mi genio, pero lo que empezaba a preocuparme era si sería capaz de estar a la altura de llevar una relación con Jacob; había qué reconocer que él era mayor y mas maduro que yo, así que si no aprendía a controlarme, tal vez llegaría el día en que se hartaría de mi inmadurez y decidiera que yo no valía la pena. El rumbo de mis pensamientos empezó a deprimirme en serio.
El último kilómetro lo hice a un paso un poco más veloz que del ser humano, pero nada comparable con la velocidad con la que empecé mi regreso a casa. Iba tan sumida en mis deprimentes pensamientos sobre la posibilidad de que Jacob me dejara, que no vi que él ya estaba esperándome en la puerta de mi casa.
–¡Nessie! Me estaba muriendo de preocupación… –en cuanto me vio me envolvió en sus brazos –Te estabas tardando tanto que estaba a punto de empezar a buscarte casa por casa…
–Lo siento… –dije con la mirada gacha
–No, y lo siento… no debí decir eso de tu amigo. Sólo fue algo que dije sin pensar…
–No, yo soy la tonta, reaccioné exageradamente…
Ambos hablábamos casi al mismo tiempo y atropelladamente.
–Por favor, no vuelvas a hacerme esto –levantó mi rostro con sus manos –Estaba muerto de miedo pensando que algo malo te había pasado al ver que no llegabas aún.
–Lo siento, me porté como una tonta inmadura…
–Nessie…
Jacob buscó mis labios con los suyos y me besó ávidamente. Deslizó suavemente su mano por mi espalda y yo, en un impulso, enrosqué mis piernas alrededor de su cintura. Sentí su sorpresa por mi movimiento, pero no interrumpió nuestro beso. En esa posición, entramos en mi casa, sumida en la penumbra de la oscuridad. A tientas, Jacob encontró el interruptor de la luz, y sin separar sus labios de los míos, de una patada cerró la puerta de la casa.
Se dejó caer sobre el mullido sillón de la sala conmigo aún montada en él; enterré los dedos de mi mano entre su negro y sedoso cabello para profundizar más aún nuestro beso. Sentí que todo se me empezaba a nublar y reconocí que llevaba bastantes segundos sin tomar aire para respirar, así que a regañadientes tuve que empezar a ponerle fin a nuestro beso.
Me dejé caer sobre su pecho, mientras trataba de controlar mi alocado corazón; mi respiración era bastante errática, tal como la de mi novio. Nos quedamos en silencio, yo abrazada a él con mis dos brazos, mientras el hacía lo mismo con un brazo alrededor de mi cintura y enterraba la mano del otro entre mi pelo y lo movía rítmicamente de arriba abajo, como si me estuviera peinando.
–Vaya…
–Más bien sería algo como ¡Wow!... creo que nuestros besos mejoran con la práctica.
Apoyada como estaba contra él, sentí como se contraían los músculos de su abdomen a causa de la risa que le causó mis palabras… Pensar en los músculos de su marcado abdomen, hizo que mi temperatura corporal empezara a elevarse nuevamente.
–Tal vez debería irme a casa.
–¿Por qué? ¿Vas a trabajar mañana temprano? –Dije con una voz inocente.
–Nessie, tú sabes por qué.
Puse los ojos en blanco, ¿por qué Jacob tenía que ser tan anticuado como papá?
–Y si te lo pido de de una manera educada… linda… –empecé a dibujar líneas curvas imaginarias sobre su pecho con el dedo de mi mano derecho –tierna…¿te quedarías?
Jacob carraspeó para aclararse la garganta. Lo estaba poniendo nervioso.
–Nessie… estas jugando con fuego, cielo.
–No me importa –pronuncié divertida mientras le plantaba un beso sobre el lado izquierdo de su pecho, justo encima de donde latía su corazón. –¿O acaso no te gusto para…?
–Renesmee Carlie Cullen, eres la única mujer que me gusta, que me encanta y me enloquece...
–¿Entonces?
–Entonces ya habíamos hablado de esto. Tenemos que hacer las cosas bien, primero quiero que tus padres se enteren de nuestra relación antes de dar un paso más serio. Quiero hablar con ellos antes que tú y yo…
–¿Qué tú y yo qué?
–Que tú y yo hagamos el amor.
Escuchar esa frase en sus labios me provocó un estremecimiento de anticipación.
–¿Les vas a pedir permiso para hacerlo conmigo? –dije divertida al imaginarme la cara de papá si Jacob había tal cosa.
–Obvio no… A lo que me refiero es que quiero hablar con tus papás sobre nuestra relación, porque sé que no va a ser fácil que acepten lo nuestro. Toda tu familia probablemente me gruña cuando sepan que somos novios. Además, antes de que pensemos siquiera en tener intimidad, tenemos que afianzar nuestra relación; dejarnos llevar por nuestras hormonas tal vez pueda darle al traste a lo nuestro, a pesar de lo que sintamos el uno por el otro.
Quise preguntarle qué era lo que sentía por mi, pero el miedo a lo que pudiera contestarme me frenó en seco. Si me decía que me amaba, sería la mujer más feliz en toda la historia de la humanidad, pero si me salía con que me quería o que me tenía cariño, que eran las opciones más probables, mi corazón sufriría mucho por no ser correspondido. Porque yo tenía algo muy en claro: amaba a Jacob como probablemente jamás lograría amar a alguien más.
–No creo que aguantemos tanto tiempo. Digo, nuestros besos cada vez son más… ¡wow!
–Pues vamos a tener que intentarlo. Es más, te propongo un trato.
–¿Cuál? –me enderecé para mirarlo a la cara.
–¿Qué te parece si por los próximos seis meses aplicamos la regla del box de “sólo se permiten golpes arriba del cinturón”? Aunque en nuestro caso, en lugar de golpes, serían caricias, besos, etcétera.
Me reí ante su ocurrencia.
–Es en serio, Nessie… Danos seis meses para afianzar nuestra relación, para hacer las cosas bien, sin apresurarnos. Yo te quiero en mi vida, en todos los aspectos y por eso no quiero meterte prisas, porque no quiero que un día sientas que te presioné a hacer algo para lo que no estabas preparada.
Sus palabras me dejaron sin argumentos. Sí, era cierto que yo quería estar con él, pero también reconocía que había muchas cosas para las que no estaba aún preparada o madura; Jacob tenía razón, había que hacer las cosas bien. Tal vez en seis meses lograría que me amara del mismo modo en que yo lo hacía.
–Quédate esta noche, por favor.
–Nessie, ¿Qué te acabo de decir?
–No, ya me quedó claro el punto, y reconozco que tienes razón… Solo que es mi primera noche en esta casa y al final, resulta que estar completamente sola sí me pone algo nerviosa. Te prometo que seré buena y que no trataré de romper el trato de los seis meses. ¿Qué dices? Podemos ver películas o jugar videojuegos o hablar.
–¿Toda la noche?
–¿Por qué no? Además, ya pasamos una noche juntos, ¿recuerdas? Y no pasó nada entre nosotros.
–Sí, y sinceramente, despertar a tu lado fue maravilloso.
–Entonces, ¿te quedas?
–Ya sabes que siempre termino dándote lo que quieres… sí, me quedo, pero tienes que portarte bien.
–Bien, entonces ¿qué prefieres, una de terror o una de acción?


Esa noche pedimos un par de pizzas por teléfono y nos vimos dos películas de terror. Las escogí porque sabía que eso me daría el pretexto perfecto para acurrucarme entre sus brazos sin que pensara que estaba tratando de quebrar el asunto de los seis meses de espera. Poco después de las doce de la noche no pude reprimir un bostezo.
–¿Tienes sueño?
–Solo estoy algo cansada. Fue un día bastante largo y movido.
–¿Segura que no quieres irte a dormir?
–No, quiero ver si los zombies se comen el cerebro del protagonista o no.
Jacob sonrió y no insistió, se concentró en ver la por demás sangrienta película. Era algo irónico que, a pesar de vivir en un mundo de vampiros y hombres-lobo, me asustara una película sobre zombies hambrientos. Cerré los ojos para no ver cómo los muertos vivientes se daban un festín con los cerebros de sus víctimas, y terminé quedándome dormida acurrucada entre los brazos de Jacob. Volví a despertar rato después, cuando un leve balanceo interrumpió mi sueño.
–¿Qué pasa? –Dije bastante amodorrada, pues el sueño era más fuerte que yo.
–Nada, mi bella durmiente, solo que te quedaste dormida y ya no viste el final de la película.
–Mmm… ¿Por qué me cargas? –tenía los ojos cerrados, pero era más o menos conciente de que Jake me llevaba sobre sus brazos como si fuera la cosa más ligera del mundo.
–Porque no quiero que amanezcas con el cuello torcido por dormir en una mala posición, así que te llevo a tu habitación. ¿En cuál te vas a quedar? ¿En la que era de tu padre? Espero que no hayas elegido la de Rosalie…
Jacob conocía de memoria mi casa, pues años antes había pasado tanto tiempo en ella que casi se podía contar como un habitante más de la residencia Cullen.
–No… la puerta que está enseguida de la de los abuelos, ese es mi cuarto.
Iba con los ojos cerrados, casi a punto de caer nuevamente en el sueño profundo, cuando sentí como me dejaba con suavidad sobre el colchón de la cama.
–Nessie –su voz era un suave susurro –será mejor que te pongas la pijama, vas a dormir muy incómoda si te quedas con tu ropa puesta.
–Tengo mucho sueño… no importa. –más dormida que despierta, me desabroché el botón del pantalón, para estar un poco más cómoda.
–Buenas noches, nos vemos mañana…
–¿A dónde vas? Prometiste… quedarte conmigo. –Mi voz se escuchaba cada más vez apagada por el sueño. –Duerme aquí, porque no hay más camas en la casa… No te bbrasfvs… –un bostezo distorsionó mis palabras y terminé cayendo dormida como un tronco.


En algún momento de la madrugada me desperté por un momento. Al principio me sentí algo desorientada, no estaba segura de dónde estaba, pero de inmediato recordé que era mi primera noche viviendo sola. Sentí la presión de un brazo sobre mi cintura y recordé que Jacob había prometido quedarse conmigo; ladeé la cabeza para mirarlo con ternura mientras dormía. Así, tan relajado, parecía un par de años más joven que los 26 que tenía. Miré que mis botas estaban a un lado de la cama, supuse que Jake me las había quitado mientras me había quedado dormida. Me enterneció la manera en que me cuidaba, a pesar de que a veces le sacaba de quicio con mis locuras.
Maldito pantalón” rezongué para mi. Dormir con una prenda tan pegada era bastante incómodo, pero tenía tanto sueño y tanta flojera de pararme a ponerme el pijama, que opté por algo más práctico: quitarme los jeans.
Con cuidado, me deshice de mi prisión y me cubrí bien con las sábanas. No quería que Jacob se despertara y pensara que era una artimaña de seducción de mi parte. Había decidido darnos esos seis meses que me había pedido y no pensaba quebrar mi promesa, por más atractiva que pareciera la idea. Sonriendo por mi resolución, el sueño me hizo nuevamente su presa.


Los rayos del sol que se filtraban por el amplio ventanal de mi habitación me despertó de mi sueño, al parecer, había olvidado correr las cortinas la noche anterior.
–Buenos días, princesa
–Buenos días. –seguía abrazada a él mientras una de mis piernas estaba enroscada entre las suyas. Recordé que en la madrugada me había quitado los incómodos jeans, así que rápidamente acomodé la sábana para que no se diera cuenta que me faltaba parte de la vestimenta, y sobre todo, para que no se riera de mis boyshorts de “la pantera rosa”.
Jacob se inclinó para darme un beso, pero lo detuve a medio camino. Él me miró confundido.
–Tengo mal aliento… necesito lavarme los dientes.
–Yo también y eso no me importa. Quiero darte un beso a mi chica para empezar bien el día.
Sonreí con sus palabras, y olvidé por completo el tema de lavarme los dientes; enrosqué mis brazos alrededor de su cuello y mi sonrisa se ensanchó al ver su mirada traviesa.
Había pretendido que nuestro beso fuera ligero, pues quería contribuir a que los seis meses no fueran tan difíciles para nosotros, pero nada más sus labios tocaron los míos, las chispas empezaron a brincar entre nosotros, mientras mi resolución de portarme bien salía por la ventana.
–¿¡QUE DEMONIOS SIGNIFICA ESTO!?
Jacob y yo nos miramos como congelados, y al mismo tiempo giramos la cabeza hacia la puerta de la habitación. Casi podría apostar que sus ojos se habían abierto como platos, tal y como pasó con los míos.
En la puerta de mi habitación estaba mi papá respirando furiosamente, como un toro a punto de embestir. Mamá estaba con la boca abierta, la tía Rosalie parecía a punto de echar espuma por la boca; los tíos Emmett y Jasper parecían un par de matones a punto de darle la paliza de su vida a su más grande enemigo. Cerré los ojos, porque no quería ver el resto de las miradas, pues estaba segura que todos y cada uno de los integrantes de la familia Cullen estaban en mi habitación siendo testigos de mi acalorada muestra de afecto hacia mi novio. Aunque ellos no sabían que Jacob lo era.
–¡Maldito desgraciado! –Al escuchar la voz furiosa de papá, volví a abrir los ojos. Se acercó furioso hasta mi cama y nos señaló con el dedo acusador.
–Papi, no es lo que parece…
–¡¿Qué no es lo que parece!? ¡Es exactamente lo que parece! Tú, medio desnuda con este… con este maldito… –¿Podría darle una apoplejía a un vampiro? Porque parecía que a papá estaba a punto de darle una –¡Tú! –dirigió su fúrica mirada a Jake –¡Te doy tres segundos de ventaja para que corras, porque en cuanto te alcance, te juro que te mato!
–Y nosotros te ayudamos, hermano –El tio Emmett intervino mientras golpeaba con su puño la palma de su otra mano –Nadie se sobrepasa con mi sobrina sin pagarlo caro.
Me puse de pie casi de un salto, aferrando la sábana alrededor de mi cintura con fuerza. Eso pareció poner más furioso a mi padre, imaginé lo que debería de estar imaginando.
–¿Mamá? –la llamé con tono suplicante mientras la buscaba con la mirada.
–Edward, todo debe tener una explicación. Dejémoslos que hablen.
–¡Qué más explicación puede haber! Este degenerado estuvo a punto de aprovecharse de mi niña.
Puse los ojos en blanco, nunca había visto a papá así, a punto de perder el control. ¿Por qué el tío Jasper no entraba en acción para tranquilizar la situación? Una mirada a su rostro bastó para contestar a mi pregunta: el tío Jasper también estaba furioso.
Ansiosa, volteé la mirada hacia Jacob, que en dos pasos se puso a mi costado y me tomó de la mano para infundirme valor. La situación no pintaba nada bien para los dos.
–Edward, por favor, quisiera explicarles todo con calma. –Dijo sereno mi novio. ¿Cómo era capaz de guardar la compostura cuando por lo menos cuatro vampiros querían arrancarle la cabeza?– Esto, a pesar de lo que parece, es algo totalmente inocente.
Mamá se acercó hasta nosotros, y aunque su cara no mostraba alegría, por lo menos parecía más serena que papá y mis tíos. Tomó de la mano a papá, y este pareció relajarse un poco.
–Renesmee, creo que será mejor que te pongas algo más… apropiado. Les vamos a dar diez minutos para que se laven la cara y se pongan presentables, para escuchar todo aquello que tengan que decirnos. –Mamá fue bastante enfática en la palabra “todo”.
–Jacob, acompáñame para que te laves un poco –intervino la siempre dulce voz de la abuela Esme.
El interpelado hizo caso de mi abuela. Me susurró rápidamente un “todo va a estar bien” antes de agacharse por sus zapatos y salir por la puerta.
–Yo me quedo con Nessie –dijo la tía Alice mientras le lanzaba una mirada significativa a mamá. Yo tendí lo que quería decir con eso “llévate a Edward y trata de que se calmen las aguas”.
–Vamos todos a la sala –mi siempre sereno abuelo Carlisle por primera vez se escuchaba algo tenso –Creo que necesitamos tranquilizarnos un poco todos.
Como si de una procesión religiosa se tratara, uno a uno, con excepción de la tía Alice, fueron abandonando mi habitación. La tía Rose fue la última en salir, dando un fuerte portazo tras ella.
La tía Alice me miró suspicazmente, pero no dijo nada. Se limitó a observar la decoración de mi habitación, y casi como si pudiera leer ella también la mente, supo donde estaba mi clóset y se dirigió hacia allá.
Había quienes enfrentaban las crisis atiborrándose de comida, otros hallaban consuelo en el ahogo del alcohol, pero la tía Alice las enfrentaba vistiendo a la última moda. Sólo que esta vez no creía que un par de zapatos Jimmy Choo fueran ayudarme mucho para controlar la ira de mi padre, no señor.

sábado, 21 de febrero de 2009

LA FERIA

–Abuelo, por favor… –Si mi abuelo me seguía mirando con cara de cachorrito a punto de ser sacrificado, me iba a poner a llorar como magdalena. –No es que me vaya al otro lado del mundo o que me mude a Mercurio, sólo voy a empezar una nueva aventura como toda mujer adulta.
–Nessie, es que no es fácil… Y eso de lo de ser mujer adulta, bueno… tú sabes mejor que yo –era la primera vez en la vida que el abuelo hacía una leve insinuación acerca de mi peculiar existencia. –No entiendo por qué te quieres ir de aquí y por qué tiene que ser precisamente hoy.
–Abuelo –Me abracé a él con ternura. –Sólo voy a estar a quince minutos de aquí. Esto es algo que he deseado por mucho tiempo y agradezco tu ofrecimiento de quedarme aquí, pero….
–Nessie…
–Pero… –no dejé que me interrumpiera, quería dejar las cosas en claro y no permitir que el abuelo terminara acorralándome y haciendo que mi “corazón de pollo” se rindiera ante sus chantajes sentimentales. –…mi casa está lista y esperándome. Sé que te encantaría que siguiera aquí un tiempo más, te lo agradezco, pero también sé que tú tienes tu propia vida y tu propia rutina. O, ¿acaso piensas que no estaba enterada de que antes de que yo viniera de visita, la mayor parte de tu tiempo te la pasabas en casa de Sue Clearwater?
–Hija, no me importaría cambiar mi rutina, podemos acoplarnos. Si quieres quedarte en Forks, estaría más tranquilo si vivieras conmigo. No me gusta nada que pretendas vivir sola y en pleno bosque.
Esbocé una sonrisa. El abuelo lo decía como si pensara mudarme a una zona incivilizada y remota; solté nuestro abrazo para darle un beso en la mejilla.
–Abuelo, siempre puedes venir a visitarme cuando quieras, sobre todo a la hora de la cena. Prometo que haré lo mismo.
–Nessie, ya subí la última de tus maletas –Dijo Jake desde la puerta principal de la casa.
El abuelo yo permanecimos tomados de la mano en el pequeño recibidor; Charlie le lanzó una mirada resignada a mi novio, como reconociendo que no había forma de que yo cambiara de opinión.
–Bueno, creo que ya es hora de irme. Los de la compañía de seguridad deben estar esperándome para explicarme como funciona la alarma.
–¿Alarma?
–Sí abuelo. Tanto papá como Jake –dije mientras lo señalaba con la cabeza –insistieron en ello, y como ya sé cómo se ponen de pesados si no les hago caso, preferí no discutir y darles gusto en eso.
–Me parece perfecto. Si estás tan decidida a vivir sola, por lo menos asegúrate de estar bien protegida en todo momento.
–Está bien, abuelo. –Dije mientras le daba otro abrazo de despedida –Bueno, ya nos vamos. Jacob tiene mucho trabajo y aprovechó su hora de comida para ayudarme a llevar mis cosas a la casa. Nos hemos tardado más de lo previsto y ya casi es hora de que vuelva al taller. –Miré el reloj que llevaba en mi muñeca izquierda; marcaba la una y 25 de la tarde.
–Acuérdate que ésta siempre será tu casa y que si no te sientes a gusto viviendo sola, puedes volver en el momento que quieras.
–Gracias, abuelo.
Charlie nos acompañó a mi novio y a mi hasta la acera, justo donde la camioneta de Jake estaba estacionada. En cuanto Jake puso en marca el vehículo, bajé el cristal de la ventana para sacar casi medio cuerpo por ella y gritarle a Charlie.
–¡Hasta luego! ¡Te amo, abuelo!
Casi podría apostar que mi abuelo, el siempre renuente a las manifestaciones públicas de afecto, estaba a nada de dejar correr un par de lágrimas.
–¡Yo también te amo! –Gritó con la voz cargada de emoción –Llámame en cuanto estés instalada.
–¡Te lo prometo!
–Nessie, cariño, será mejor que metas tu cuerpo al auto de nuevo y te sientes con el cinturón de seguridad puesto. Nos van a multar si nos ven así.
–No lo creo –dije con la voz algo quebrada, estaba a nada de ponerme a llorar –Acuérdate que el jefe de policía es mi abuelo, así que tenemos vara alta.
Jacob tenía la vista puesta en el camino, pero apartó su mano derecha del volante para tomar mi mano izquierda y llevarla a sus labios.
–¿Estás triste?
–Sí… –una lágrima se deslizó por mi mejilla –Sé que es algo tonto ponerme así por la mudanza, pero tal vez sea porque este “hasta luego” me recordó cuando tuve que despedirme del abuelo Charlie cuando la familia se mudó a New Hampshire.
–Recuerdo que te fuiste llorando no sé cuanto tiempo hasta que te quedaste profundamente dormida en mis brazos… Me babeaste mi camiseta favorita. –dijo con voz divertida.
–¡No es cierto!, yo no babeo cuando duermo…
–Siento desilusionarte, pero cuando duermes babeas y roncas como un San Bernardo.
–No seas mentiroso, Jacob Black –dije fingiendo indignación. Sabía que era un intento de él por distraerme de mi tristeza –Hasta dormida soy una dulce damita.
–¿Y cómo lo sabes? Estás dormida para saberlo.


El resto del trayecto a casa lo hicimos bromeando y hablando de tonterías. Al llegar, la compañía de seguridad me esperaba para enseñarme como funcionaba la alarma y cómo desactivarla cuando fuera necesario. Jake me ayudó a bajar mi equipaje y después, se quedó conmigo hasta que los de seguridad se fueron, pues quería estar completamente seguro de que la alarma funcionaba más que bien.
Se despidió de mi prometiendo volver al anochecer para cenar conmigo. Esa iba a ser mi primera cena en casa.
Pasé la mayor parte de la tarde terminando de darle un par de toques a la decoración, desempacando mi ropa y acomodándola en mi nuevo y amplio clóset. A pesar de que yo era la nueva y única habitante de la casa, aún pensaba en las habitaciones como “la habitación de los abuelos”, o “la recámara de la tía Alice y del tío Jasper”. Así que había terminado por seleccionar dos de las que alguna vez fueron las habitaciones de invitados, mandé quitar el muro que las separaba y conseguí una habitación por demás espaciosa. También procuré verificar que tanto el teléfono como la televisión satelital y la conexión de Internet funcionaran debidamente, porque sabía que no tardaría en recibir la visita de los chicos de La Push y del abuelo, y sería casi una tragedia nacional si no podían ver los partidos de futbol en la gran pantalla de alta definición que había instalado en la sala.
Cuando estaba en la cocina pensando qué hacer de cenar para esa noche, mi novio me mandó un mensaje a mi teléfono móvil.
Cambio de planes. Vamos a salir fuera. Paso por ti a las 6:30 pm
¿Qué se le habría ocurrido a Jacob?
Ponte algo práctico, cómodo y abrigador”.
Vaya, ¿a dónde pretendía llevarme vestida así? Tal vez había pensado en pasar la noche acampando, aunque la idea no me atraía mucho en sí, con tal de estar con él tanto tiempo no me importaría ir hasta la mismísima Tierra de Fuego para ello.
Dejé a un lado los sartenes que sostenía en cada mano y me dirigí a prisa a mi habitación para alistarme. Faltaba menos de una hora para que Jacob llegara y conociéndome, una hora no era suficiente para cambiarme, aún cuando mi look tuviera que ser “práctico, cómodo y abrigador”.
Exactamente a las 6:31 sonó el timbre de la casa. Me di un ultimo vistazo en el espejo antes de bajar a abrirle la puerta a mi novio.
–Más vale que Jake tome esto como práctico y cómodo –dije mientras bajaba las escaleras apresurada. Había optado por vestir un par de skinny jeans azul marino, unas botas de tacón plano color tabaco hasta la rodilla, un suéter de cuello alto color azul cielo y una chaqueta de cuero también color tabaco. Mi rizada melena la metí en control en una coleta porque ya no tuve tiempo de peinarme de otra manera.
Abrí la puerta y me encontré con mi muy guapo novio esperándome con una enorme sonrisa ¿sería posible que cada vez que lo viera, estuviese más bello? “Acuérdate de respirar y no ponerte a babear” dijo una vocecita en mi cabeza. Pero es que la forma en que se le adherían al cuerpo ese ajustado par de Jeans y la camiseta azul, debería de ser un delito para la salud.
–Estas guapísima –dijo mientras me abrazaba y me besaba ligeramente en los labios.
–Tú tampoco estás nada mal… –dije coqueta.
–Gracias –Jacob se separó de nuestro abrazo y me lanzó una larga mirada desde la punta del pie hasta la cabeza –Me alegra descubrir que no tienes fobia a toda aquella prenda que mida más de 25 centímetros de largo.
¿? –lo miré confundida.
–Es que llegué a pensar que le tenías manía a los pantalones… con eso de que nada más usas shorts o minifaldas muy pequeñas…
–Ja, ja, ja… –le dije con una mueca torcida –Que chistosito.
Jake rompió a reír a carcajadas mientras me abrazaba nuevamente. El lo encontraba divertido, pero a mi me chocaba que se metieran con mi guardarropa.
–No te enojes, es broma… anda, vámonos a divertirnos un rato.
–Está bien…
Agarré mi bolso, las llaves de la casa y salimos de ahí. Mientras caminábamos hasta donde estaba su camioneta, me fijé que sus jeans y los míos, así como su camiseta y mi suéter, eran de los mismos colores.
–Vaya, señor Black, ¿acaso usted también puede leer la mente? –mi voz sonó bastante divertida.
–¿Cómo? –pronunció confundido.
–¿Ya te diste cuenta que vamos vestidos igual? Parecemos gemelitos
–Aja, sobre todo por el color de piel y la estatura.
–¡Tonto! Ya sabes a lo que me refiero.
–Sí, ya sé… –dijo mientras me abría la puerta del vehículo y me ajustaba el cinturón de seguridad. –Tal vez nos leemos la mente el uno al otro. No cabe duda que somos almas gemelas. –Me dio un tierno beso antes de cerrar la puerta y rodear el vehículo para subirse por su lado y emprender la marcha.
No cabe duda que somos almas gemelas”, había dicho. ¿Sería eso cierto? No pude evitar que mi corazón empezara a latir desbocado. Esperaba que eso fuera cierto, que Jacob empezara a creerlo y a olvidarse de ese amor frustrado del pasado. No sabía quien era esa, y probablemente era muy irracional, pero no podía evitar odiarla por haber despreciado lo que yo anhelaba con todo mi ser: el amor verdadero y sincero de Jacob Black.


Al principio Jacob no me había dicho a dónde nos dirigíamos.
–Espera y verás. –fue lo que me contestó cuando se lo pregunté.
El trayecto no fue muy largo, apenas unos quince minutos. Mis ojos se abrieron como platos del entusiasmo cuando vi nuestro destino
–¡Es una feria!
–Sí, hoy es el primer día. Sé cuanto te encantan.
–¿Pero cómo es que no me enteré que iba a haber una?
–Nessie, has estado tan atareada esta semana que estoy tan seguro que hubo momentos en que no sabías ni qué año era.
–Ja, ja, ja, ¡tienes razón!... ¡Mira, hay rueda de la fortuna! –no esperé a que me abriera la puerta, pues era tato mi entusiasmo que me tuve que controlar para no salir corriendo hacia la feria y dejar a mi novio ahí en el estacionamiento.
Jacob sonrió al ver mi desbordado entusiasmo. Probablemente me estaba comportando como una niña, pero ¡qué más da! Tal vez tal alboroto por las ferias era producto del trauma infantil que venía arrastrando desde que mis padres me explicaron que no era posible que me llevaran a Disneyland. Cuando tenía lo que era el equivalente a ocho años humanos, le había suplicado a mis papás que me llevaran a conocer Disney, pero ellos de la forma más paciente y clara posible, me explicaron por qué no podíamos ir, ya que el sol era uno de los grandes enemigos para preservar nuestro secreto. Aunque traté de entenderlos, no pude evitar terminar haciendo un berrinche bastante desagradable. De consolación, Alice, Rosalie y Jake terminaron llevándome a una feria local en Hannover, New Hampshire.
Esa noche me divertí como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Jacob y yo parecíamos un par de niños, riendo y subiéndonos a todo tipo de juegos mecánicos. Nunca pensé que mi pobre novio tuviera un estómago tan frágil, pues cuando nos bajamos de un juego llamado “Demon Twister”, su rostro tenía un matiz amarillo-verdoso algo preocupante.
Decidí darle una tregua de los juegos cargados de adrenalina, así que mejor me lo llevé a intentar con algo más tranquilo.
–¿Recuerdas aquella vez que ganaste para mi aquel oso gigantesco? –pronuncié agarrada a su brazo mientras miraba los premios que daban en aquel puesto.
–Cómo olvidarlo… Terminé con el brazo entumido por venir agarrando tu premio al toldo del auto. Y lo peor es que tuve que soportar las burlas de Emmett por lo poco que aguantaba… –Jacob pasó su brazo alrededor de mis hombros antes de proseguir –¿Qué? ¿Quieres ese oso? –dijo mientras señalaba con un gesto de la cabeza hacia un oso blanco de la estatura de Jake.
–No, el premio que quiero es ese –levanté mi mano para señalar hacia la figura de un lobo gris de peluche del tamaño de un chihuahueño.
–¿El lobo? Pero si está muy pequeño
–No importa, me fascinan los lobos, me enloquecen, ¿o es que no te has dado cuenta?
Él sonrió y le pagó al encargado del puesto para que lo dejara tirar y ganar mi premio. De verdad que era divertido verlo así, tan relajado y con una sonrisa en los labios; sentí que en ese momento éramos dos simples humanos disfrutando de una gran cita, y que aquello del semi-vampiro y del licántropo, era algo que estaba demasiado lejano.
El llanto de una niña pequeña que estaba a un lado, me llamó la atención. No debía tener más de siete años.
–¿Qué tienes, nena?
–Es que quiere aquel delfín azul, pero su padre no consiguió más que este llaverito como premio –La que supuse sería la madre de la niña, me contestó con una mueca, tal vez pensó que el llanto de la niña me había molestado.
–¿Quieres aquél delfín, preciosa?
La niña me miró a través de sus ojos llenos de lágrimas mientras asentía fuertemente con la cabeza.
–Jake, corazón…
–Dime… –pero realmente no estaba prestándome mucha atención. Estaba bastante entretenido atinándole a todo blanco que le pusieran enfrente.
–Esta es… ¿cómo te llamas?
–Melanie –dijo casi en un susurro la niña.
–Jacob, esta es Melanie y está triste porque quiere el delfín azul que está allá –el premio en cuestión era un delfín de peluche azul como de un metro de largo. Más de lo que medía la niña. –¿Crees que puedes hacer algo al respecto?
Jake nos miró rápidamente a las dos y con un giño de ojo, pronunció resuelto –Claro que sí, es pan comido.
Y sí, tal y como lo dijo, obtener el premio para Melanie fue demasiado sencillo. El rostro de la niña cuando le entregaron su delfín, no tuvo precio. Sentí que me derretí ante esa carita tan contenta y risueña; sus padres nos agradecieron el gesto y la familia se alejó con rumbo a otra de las atracciones.
Jake y yo, con mi lobito gris en mano, decidimos que ya habíamos tenido suficiente del tiro al blanco y también nos retiramos de ahí.
–Nunca pensé que te gustaran los niños pequeños. –dijo haciendo alusión a lo que acababa de pasar con Melanie.
–Yo tampoco… no sé, nunca tuve el deseo de tener hermanitos o de estar cerca de otros niños en mis años de infancia… Tal vez fue ver tan triste a la niña que me conmovió y por eso te pedí que ganaras el premio para ella.
–Más bien pienso que se te están empezando a despertar los instintos maternos.
–Tal vez… Aunque nunca antes había pensado en la maternidad y los hijos… Quien sabe, tal vez termine siendo un desastre como madre.
–Pues yo creo que vas a ser una madre estupenda. –Dijo mientras besándome en la punta de la nariz.
–¿De verdad?
Vaya que Jacob tenía fe en mí, porque a pesar de que yo misma reconocía que era algo disparatada, obstinada y voluntariosa, parecía que para él eso no era un problema, él me veía potencial como mamá. ¿Pero me vería él a mi como potencial para madre de sus hijos?
–Allá están Leah y Sam con los niños –dijo de pronto mi novio, y yo casi podía jurar que mi cara había puesto una mueca de desagrado al escuchar el nombre de la chica.
–Vaya, que chistoso, Leah se la pasa haciéndoles burlas a Quil y a ti por aquello de los “niñeros-esclavos” y ella si no está en el taller, está de niñera de los hijos de Sam. Qué cosas, ¿no?
–No esas tan dura –me sorprendió un poco la reprimenda oculta en su voz – Sólo que las cosas no son fáciles para Leah, y estar con esos niños es duro para ella.
–¿Por qué?
–Verás, hace mucho tiempo, Leah y Sam eran novios –me sorprendí, pues pensé que para Sam no había habido nadie más que la difunta Emily Young –y todos creímos que ellos se iban a casar, sólo que un día, Emily, que en paz descanse, visitó a Leah en la reserva –yo sabía que las dos jóvenes habían sido primas, aunque pertenecían a reservas diferentes y que hubo un tiempo en que habían sido bastante unidas, como hermanas –y nada más verla, Sam quedó imprimado en ella. Fue bastante doloroso y difícil para los tres, pues tanto Sam y Emily sufrían por el dolor que le habían causado a Leah pero no podían renunciar a estar juntos, pues eran almas gemelas. Leah, por su parte, trató de tomarlo con toda la fortaleza que poseía, pero terminó volviéndose en esa persona tan agria y resentida que es ahora. Una verdadera lástima, pues antes de todo esto, era una chica dulce, cariñosa y alegre, pero cuando murió su relación con Sam, también murió parte de su alma.
–En síntesis, se amargó.
–Sí, se podría decir así.
–¿Y por qué ayuda ahora a Sam? Si es tanta su amargura, lo lógico sería pensar que lo iba a dejar que se las arreglara como pudiera.
–Leah nunca habla de eso, pero tú sabes que entre los lobos de una manada hay una conexión mental muy fuerte. –asentí con la cabeza, para no interrumpir sus palabras –Así que a veces he podido escuchar algunos de sus pensamientos. Trato de evitarlo, por respeto a su intimidad, pero aún así… Leah nunca ha dejado de amar a Sam, a pesar de que lo ha intentado con ahinco.
–Entonces por amor a él, se encarga de sus hijos… –concluí.
–En parte. Verás, cuando Emily dio a luz a la niña, no murió al instante, sino unas horas después a causa de complicaciones. En el lecho de muerte, Emily le suplicó a Leah que cuidara de su familia, que protegiera a sus hijos y los educara como una madre, como la forma en que ella no iba a poder. También le pidió que no dejara a Sam, que no permitiera que se derrumbara, así que Leah está haciendo todo lo posible para cumplir con lo que le juró a Emily hacer.
–¿Entonces, Leah y Sam…?
–¿Qué si están juntos? Sí, pero no de la manera en que tú piensas. Tal vez algún día terminen haciéndolo, pero por el momento se limitan a ayudarse mutuamente: Leah puede tener los hijos que la vida le niega y Sam, bueno, tiene quien sea una figura maternal para Sam hijo y Mary, porque aunque lo trata, todavía no es capaz de asimilar del todo la ausencia de su mujer. Además Leah no quier terminar siendo el premio de consolación de nadie. O tiene el amor de Sam o prefiere mantener las distancias emocionales con él.
Hubo algo que me llamó la atención en las palabras de Jacob.
–¿Cómo está eso de “los hijos que la vida le niega”?
–Tal vez no debería contártelo, pero confío tanto en ti como para fiarte este secreto: Leah no puede tener hijos; eso también ha sido parte de que sea como es hoy en día.
Sentí tristeza por Leah y por primera vez, pude ver algo más que aquella insufrible cascarrabias. Leah era una mujer hermosísima, pero llena de tantas tragedias que habían terminado por agriar su carácter y eclipsar esa belleza. Tal vez nunca podría llevarme bien con ella del todo, pero por lo menos empezaba a entenderla. Aunque si algún día Leah llegaba a enterarse que sentía compasión por ella, lo más seguro es que tratara de arrancarme la cabeza.
–¿Quieres que vayamos a saludarlos? –dije sin pensar
–No… dejémoslos que disfruten tranquilos su paseo, sé bien que tú y ella se la pasan de pleito, así que mejor vamos a disfrutar un buen rato todos.
–Prometo ser buena con ella.
–¡No! Es más, prométeme que vas a seguir picándola, porque si de pronto cambias tu trato con ella, Leah va a saber que te conté la historia y créeme, lo último que quiero es tener a una mujer-lobo persiguiéndome para arrancarme la cabeza.
Imaginarme la escena me hizo reír.
–Te lo prometo, seguiré comportándome igual o peor con la señorita Clearwater. No quiero que me deje viuda antes de tiempo ja, ja, ja….
Jacob también rió y me abrazó, pero en el inter noté que me lanzó una rara mirada. ¿Se habría incomodado con lo del “dejarme viuda antes de tiempo”? No me atreví a preguntárselo, así que nada más me abracé fuertemente a él.
En ese instante, mi mirada se fijó en un punto como a 30 metros de distancia. Abrí los ojos sorprendida y noté como mi novio se ponía en tensión. Jacob se separó de mí, y empezó a voltear en todas direcciones, buscando aquello que lo había puesto en alerta.
Traté de desviar mi mirada, pero no fui lo demasiado rápida. Jacob lo había visto también, aunque creo que lo había detectado gracias a su aroma.
–¿¡Qué demonios hace aquí?!
–¡Espera! –lo detuve posando mi mano en su muñeca –No te va a dar problemas
–¿Qué quieres decir..?
–¡Jacob! –la voz de Sam interrumpió mi posible respuesta –Ahí está.
–¿Qué demonios pretende hacer esa sanguijuela? –murmuró enseguida Leah.
Fantástico, Sam y Leah también habían detectado la presencia de Awka y estaban más que dispuestos a ir por él.
–Calma, por favor… –les dije en un intento de aligerar la tensión. –Recuerden que no podemos dar un espectáculo en público. De eso dependen muchos secretos –Eso pareció distraerlos un momento. –Awka es pacífico, no quiere causar ningún daño.
–¿Awka? –Jacob pronunció sarcásticamente mientras tres pares de ojos oscuros me miraban fijamente –¿Cómo demonios sabes su nombre?
–Porqué me lo dijo él…
–¿Nessie? – Ese era el tono de voz que usaba cuando estaba a punto de perder la paciencia –¿Qué demonios quiere decir eso?
–Es que… o sea… –Oh, oh, estaba a punto de ganarme una buena bronca con Jake –Anoche no podía dormir y me fui a dar un paseíto por el bosque, ya sabes, una corridita para ver si me llegaba el sueño nuevamente, es que creo que por la excitación de la mudanza yo…
–Niña, deja de estar divagando y ve al grano, ¿cómo conoces a este… Akura, Agua o como se llame? –Leah cortó de tajo mi palabrería.
–Pues que me topé con Awka o él se topó conmigo, pero el caso es que hablé con él. Es hermano de Nahuel –por el gesto de los tres, supe que habían reconocido el nombre –Su hermano le contó acerca de nosotros y despertó su curiosidad, así que vino a conocernos.
Dirigí la mirada hacia donde estaba parado Awka… pero había desaparecido. Era como si los cuatro nos hubiéramos imaginado su presencia.
–Así que no está solo. Nahuel debe venir con él –Sam pronunció quedamente
–Sí, sí está solo. Me contó que Nahuel murió hace un par de años –pude adivinar que se estaban preguntando cómo era aquello posible, pues se suponía que éramos inmortales –Resulta que los de mi especie sí somos vulnerables al fuego y a heridas muy graves. –dije a modo de respuesta a la pregunta que no habían hecho en voz alta.
–No me lo creo. Hemos captado el efluvio de otros dos o tres vampiros y no creo que sea casualidad. Tu amiguito planea algo. –Leah estaba borrando la compasión que había sentido por ella minutos antes. Era imposible.
–No es mi amigo –aclaré el punto –Digamos que, sin ánimos de sonar petulante ni pagada de mi misma –Leah puso los ojos en blanco… se estaba buscando un buen puñetazo de mi parte –Awka siente una especie de admiración por mi existencia. Tiene cierta fascinación por la forma en que vivimos los Cullen.
–Resulta que ahora no solo tengo que aguantar las miradas insinuantes que te dirige Mike Newton –no me había dado cuenta que Mike andaba por ahí, pero Jacob señaló a su dirección, y Mike lo notó, porque volteó la cara hacia otro lado, como apenado de que nos hubiéramos dado cuenta de que me había estado observando –sino que ahora tengo que lidiar con un vampiro acosador con una fijación en ti.
Decidí que eso no se merecía ninguna respuesta, porque lo más seguro es que no pudiera controlar mi mordaz lengua y termináramos peleándonos delante de toda la gente. Resolví que por una vez, dejaría que la prudencia domara mi genio.
–Será mejor regresara casa –dije cansadamente –Creo que ya tuve suficiente de la feria por hoy. Además, ya no hay peligro para esta gente, Awka ya se fue, ya no percibo su aroma.
–Te llevo a casa de tu abuelo.
–No, me voy a mi casa.
–No pienso dejarte sola con esa cosa suelta
–¿Esa cosa? Esa cosa, como tú la llamas, es igual a mí.
Sam y Leah se despidieron rápidamente, pues no querían presenciar el pleito que estaba por venir.
–Nessie, sabes a qué me refiero…
–No, no lo sé… si crees que Awka es un monstruo despiadado, quiere decir que piensas lo mismo que yo. Y así, no sé por qué quieres estar conmigo entonces.
Y para darle fuerza a mis palabras, di la media vuelta en forma casi melodramática y empecé a caminar furiosa hacia la salida de la feria. La cita había terminado estrepitosamente.

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