Disclaimer

Nombres y personajes de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer (menos los que no salieron en la saga original). Lo único mio es la historia que va uniendo a tan maravillosos personajes.
Esto es un homenaje a una de mis sagas favoritas, sin fines de lucro, por mera distracción.

miércoles, 29 de abril de 2009

Hola, disculpen que no me haya reportado antes (gracias por preocuparse por mi) pero he tenido algo de trabajo y aparte, estoy medio ciclada... es que he estcrito tres veces el capítulo 37 y lo termino borrando.. no sé, tal vez sea que apesar de que se que la historia llega a su fin, inconscientemente no quiero terminarla... 

Acabo de ver en las noticias que subieron la alerta a nivel 5, así que cuidense mucho.  Ah, por cierto, no sé a qué "chistosín" se le ocurrió decir que lo del virus de la influenza es una vil patraña, un complot del gobierno para distraernos (no se de qué, pero de algo nos quieren distraer). Hay gente que lo cree y les vale tomar las debidas precauciones para no contagiarse. Aguas!!  No hay que dejarse llevar ni por la paranoia ni por la inconsciencia.  Hay que cuidarnos entre todos.

Y  bueno, en lo que enderezo mi cabeza, les pongo más fotos
Para el Team Stan:

Para el Team Jacob


Y para quien me preguntó, en esta actriz me "apoyo" para imaginarme a Renesmee ya crecidita.


Saludos y abrazos a tod@s!!

domingo, 26 de abril de 2009

Para quien me pidió una foto nueva de "Stan", aqui se las dejo (y para quien no la pidió, también).

Capítulo 37: en proceso.

Bueno, aprovecho para desearles un buen inicio de semana. Lo bueno es que es una semana corta (el viernes, por lo menos aquí en México, no se trabaja)

Y, ya poniéndonos serios, ojalá que esta horrible epidemia de Influenza se controle... Estaba leyendo que estan surgiendo brotes en los estados del norte del país (casi por mis rumbos, vivo en el noroeste), asi que gente, cuidense y a seguir las recomendaciones que están dando para prevenir más contagios.
A los amigos de otros países, ojalá no les llegue este problema.  De todar formas, prevénganse tomando mucha vitamina C, lavandose perfectamente bien las manos, etc. 

Cuidense todas y todos!!

XOXO

Stanislav

–Bien, ¿qué está pasando?

–¿De qué hablas?

–Stanislav, rafiki, te conozco tanto como a mi misma, sé que algo pasa por tu enmarañada mente, pero ¿qué?

Sonreí cansinamente. Neema y yo éramos tan parecidos que casi podíamos leer el pensamiento del otro. Hace tiempo habíamos tenido una relación, si es que se le podía llamar así, pero al final cuando la pasión se había extinguido, quedamos como amigos. Ella era mi única amiga, si es que un vampiro podía tener uno.

–Si te digo que nada, no me vas a dejar en paz hasta que te lo diga, ¿no?

–Si ya sabes, ¿para qué andar con rodeos?... ¿Qué es lo que te pasa? O debería decir, ¿quién es la que te está pasando? –dirigió su mirada hacia Renesmee, que en ese momento estaba practicando con las dagas con la ayuda de Kaito, un vampiro proveniente de Japón, experto en artes marciales. Sabía que si permitía que fuera Chelsea, Renata, Heidi o Jade quien entrenara con Renesmee, cualquiera de ellas lo vería como una oportunidad para hacerle daño; por eso, ordené que Kaito fuera el encargado para ello, pretextando que sus conocimientos en lucha cuerpo a cuerpo podían reforzar el estilo de pelea de Renesmee.

–Sí, Ren… Atena es lo que me pasa –había tratado de corregir el tropezón a tiempo, pero el brillo de interés en la mirada de Neema me dejó en claro que a ella no se le había pasado por alto mi titubeo.

–¿Qué tiene ella que no han tenido las demás? Bueno, viéndola puedo tener una idea clara… pero esto va más allá de algo físico. No creo que por unas cuantas horas muy divertidas en la cama de pronto te sientas con algún tipo de pesar. Jamás te he visto arrepentirte al momento de dejar a alguien… ¿es eso lo que te pasa? ¿Temes a la reacción de Aro cuando sepa que botaste alegremente a su “hijita”?

Moví ligeramente la cabeza en señal negativa. Estábamos al fondo de la sala de entrenamientos, mirando cómo se desarrollaba el entrenamiento; apenas si movíamos los labios cuando hablábamos, así que lo más seguro es que a la distancia pensaran que nos limitábamos a observar la escena, pero aún así teníamos que ser precavidos con lo que dijéramos.

–¿Qué sabes acerca de ella? –pregunté

–Lo que han estado diciendo: que es la supuesta hija de Aro y que ella tiene la misión de acabar con la mujer de Edward Cullen… La verdad no me he preocupado mucho por averiguar la historia completa. A mi me llamaron para hacer un trabajo y una vez que lo termine, me regreso a mis dominios.

–¿Por qué dijiste eso de “la supuesta hija de Aro”?

–Porque yo tengo mucho más tiempo que tú con los Vulturi y que yo recuerde ni Aro ni Cayo han tenido herederos… supongo que Atena viene del mismo lugar de donde sacaron al tal Apolo…. ¿pero qué tiene que ver todo esto con lo que te pasa?

–Verás… Atena no es hija de Aro. Nos mandaron a un pueblo de Estados Unidos con la misión de traerla a como diera lugar; Aro la necesitaba como arma contra los Cullen.

–¿Por qué?

–Porque la tal Isabella proyecta una especie de escudo que impide que los poderes como los de Jane, Alec y Aro funcionen… Atena es capaz de romper ese escudo, por eso la necesitan.

–¿Y qué piensan hacer con ella cuando todo termine? ¿Se van a quedar con ella?

–No lo sé. De hecho, ella cree que es hija de Aro. –Neema me miró algo perpleja, así que procedí con la explicación –Ir por ella no fue tan fácil como creíamos, pues se resistió con uñas y dientes. Hubo una lucha entre ella y Apolo, para su mala suerte, cayó golpeándose en la cabeza contra unas rocas; cuando despertó, nos dimos cuenta que no recordaba nada, así que Jane y Apolo crearon toda esta historia de la hija de Aro y los demás tenemos órdenes de seguirles el juego.

–¿No recuerda ella nada?

–No, o solo ligeros flashazos de su pasado que no duran demasiado. Apolo tiene el don de manipular la mente, así que ha sido de bastante ayuda para mantenerla así… o mejor dicho, había sido de mucha ayuda, porque últimamente se ha vuelto demasiado descuidado gracias a su afición al alcohol.

–¿Un vampiro alcohólico? Vaya, eso sí que es nuevo…

–Semi-vampiro. Supongo que su debilidad se debe a su parte humana.

–¿Y tú donde encajas en todo eso?

–Me ordenaron ser el guardaespaldas de ella y entrenarla en combate. Aunque no tuve que esforzarme mucho, aparentemente ella ya había recibido alguna clase de instrucción en técnicas de combate… Y no sé, las cosas se fueron dando de tal forma que terminamos liados.

–¿Es cierto que iba a casarse con Apolo?

–Él la había reclamado como botín de guerra, así que aprovechándose de la amnesia, le inventó que habían sido pareja durante mucho tiempo. Con lo que no contaba es que Atena no sentía ni la más mínima atracción por él.

–Ahora entiendo la mirada de odio puro que les lanza a ti y a ella…

–El ego de Apolo está herido y sediento de venganza. Temo dejarla sola cerca de él, porque no dudo que intente matarla nuevamente… Ayer llegué justo a tiempo antes de que pudiera hacerlo.

–No entiendo por qué te estás tomando tantas molestias por ella… ¡Humanos! Sinceramente, no entiendo la fascinación que sienten por ellos.

–Sí la entiendes, o mejor dicho, la sientes… ¿O quieres que te recuerde todas tus historias con un par de ellos?

Neema sonrió maliciosa.

Touche, pero no estamos hablando de mi sino de ti…

–No pensaba contarte toda la historia, no quería que te vieras involucrada si las cosas salen mal…

–¿Te preocupas por mi? Lindo, pero innecesario, Stanislav; sabes perfectamente que me puedo cuidar las espaldas yo sola tal y como lo he venido haciendo los últimos 352 años… En fin, dime todo.

–Atena tiene el don de poder accesar a tus recuerdos, incluso los más profundos alojados en el inconsciente. Bueno, ella recordó la noche que Apolo, Dimitri, Gianna y yo fuimos por ella… De ahí ató cabos para descubrir que prácticamente la secuestramos y orquestamos toda una complicada red de mentiras a su alrededor.

»Tú sabes que el bienestar de los monstruos como nosotros me importa un bledo, pero ella es diferente, ella ni siquiera pudo atacar a un humano cuando se le presentó la oportunidad de hacerlo, ni siquiera a pesar de la de. Ella no es un monstruo, ella tiene la oportunidad de tener una vida humana, lejos de la pesadilla que representa nuestro mundo.

–¿Pretendes salvarla?

–Sólo ayudarla… pero sólo hasta donde pueda hacerlo.

–Creo que no te sigo…

–Ella sabe su verdadero nombre, sabe que vivía en un pueblo llamado Forks, y aún así está dispuesta a fingir que no ha descubierto nuestras mentiras; se va a quedar hasta que el enfrentamiento con los Cullen acabe y después se marchará.

–¿Su verdadero nombre? Si no se llama Atena, ¿entonces…?

–Lo de Atena es algo que se inventaron también. Y su nombre… ¿sabes? Es mejor que no lo sepas, para que no puedas equivocarte al llamarla. Contarte esto ya supone un riesgo para ti.

–Entiendo, pero ¿por qué no se va antes?

–Ella sabe lo de Annie.

–¿Le contaste sobre tu hija?

–Le conté parte de mi vida como humano y, aparte, ella había logrado ver mis recuerdos… En fin, Atena sabe que su fracaso significa el mío y Annie es quien pagaría las consecuencias.

–¿Está dispuesta a arriesgarse por ti? –Neema parecía bastante sorprendida. Ella creía que humanos y vampiros éramos demasiado egoístas y ególatras como para realizar verdaderos sacrificios.

–No, claro que no –corregí –Me dejó en claro que lo hace por mi hija, y ante eso, bueno, algo tengo que hacer para compensarlo. No me gusta deberle nada a nadie.

–¿Y qué piensas hacer, entonces?

–No lo sé con exactitud todavía… ¿Sabes? Empiezo a sospechar que ella es parte del clan al que queremos exterminar. Algo me lo dice, aunque no tengo pruebas de ello… Esta mañana me encontré con Jane y empezamos a discutir.

–Imagino que la patética mujercita todavía no supera la enfermiza fijación que tiene por ti –pronunció con desprecio. Neema y Jane jamás había logrado congeniar del todo, aunque fingían hacerlo. –¿Por qué hizo rabietas esta vez?

–Jane quiso recordarme que mi lealtad estaba con la Guardia. Teme que mi nuevo “juguetito”, como la llamó, me haga olvidarme de mis prioridades. Me reí en su cara, le dije que hacía falta más que un buen revolcón para distraerme de mi trabajo.

–¿Qué te dijo?

–Pareció satisfecha con mi respuesta, pero me dijo que más valía asegurarse de eso. Tomó el teléfono, marcó un número y… –la voz se me descontroló por un momento, teñida de la rabia que había brotado en mi esa misma mañana –Jane se comunicó al hospital de Londres donde está Annie.

–¿Qué…?

–No se si notaste que ayer Alec faltó a la reunión en la cámara principal.

–Sí, aunque realmente no me importó su ausencia.

–Pues bien, Alec fue al hospital y dijo ser nieto de Annie para que le dejaran pasar. Jane me comunicó con una de las enfermeras, quien me dijo que la visita del pequeño Alec había sido muy buena para mi hija… a pesar de mis intentos, no pude mantener a mi Annie lejos de los Vulturi. Le prometí a Atena ayudarla, protegerla pero… pero tampoco puedo hacerlo a costa del bienestar de mi hija. Ojalá encontrara la forma de salir de todo esto sin poner en peligro a ninguna de las dos.

–Siento decirlo, pero mientras tu hija esté viva, los jefes te tienen atados de manos. Conocen tu punto débil y no dudarían ni un segundo en usarlo contra ti. Y también creo que no será fácil que dejen ir a Atena, menos si resulta ser el arma tan eficaz que esperan que sea.

–También he pensado en eso, estoy buscando la manera correcta de ayudarle en su huída… Hasta ahora, lo único que se me ocurre es que lo haga en medio de la batalla. Con la confusión que siempre reina en las luchas, podría aprovechar la distracción de los demás y largarse de ahí.

–Nunca pensé que alguien tan práctico y cínico como tú terminara envuelto en algo tan complicado. ¿No será que estás enamorado de ella?

La pregunta me tomó por sorpresa. Hacía mucho tiempo que mi corazón y los sentimientos nobles que pudieran nacer de él, habían dejado de existir. Si alguna vez había amado a alguien, era a Maia, pero ella se había ido hacía tanto tiempo que no recordaba lo que era amar a alguien más.

–Ese no es el punto, Neema… –dije tajante.

–Está bien, no pienso meterme en algo tan privado como eso… Pero he visto como la miras, cómo te mira ella, y creo que esto va más allá que un simple capricho de la carne.

–Tal vez involucrarme con Atena fue un error –dije lentamente mientras miraba a Atena, o mejor dicho a Renesmee bloquear el ataque de Kaito. No dejaba de sorprenderme la capacidad de aprendizaje de ella.

–¿Apenas te vas dando cuenta? Debiste imaginarte lo que se te venía encima cuando dejaste que se acercara tanto a ti… Siempre te habías involucrado con vampiresas que tenían en claro que lo que pasara entre ustedes era simplemente básico y sin ningún compromiso de por medio. O eso había sido hasta ahora…

–No lo digo por eso… es que Jane me dijo algo más que me sacó de mi equilibrio.

–¿Qué fue?

–Verás, cuando le reclamé que Alec hubiera ido tras mi hija, Jane me insinuó que… –busqué la manera de decirlo sin sonar petulante y sobre todo, tratando de ser caballeroso, pero no encontraba la forma de hacerlo –¡Diablos!.. Jane dejó entrever que si yo era más accesible con ella, tal vez se podrían evitar muchos problemas.

–O sea, si te metes en la cama de la vampirita, deja en paz a tu hija. –no pude evitar una mueca de desagrado. Dicho en voz alta, sonaba realmente repulsivo.

–Siento pena por ella, atrapada en el cuerpo de casi una niña, pero con las necesidades de una adulta… Me sacó de mis casillas y le grité que soy un asesino pero no un pedófilo.

–¿Y cómo reaccionó? Me hubiera encantado verle la cara.

–Se rió cruelmente antes de decirme que después de todo sí lo era, pues mi última conquista apenas tiene nueve años de edad. Me lo dijo con tal rencor, con tal satisfacción que le creí por un momento.

–Debes de estar de  broma –dijo Neema mientras miraba apreciativa a Renesmee –Si esa chica tiene nueve años, yo soy una humana rubia de ojos azules.

–Le pregunté su edad y cree que tiene unos veinte o veintiún años de edad. Pero no lo recuerda y después de todo, ¿qué sabemos de los semi-vampiros? Antes de llegar a los Vulturi, jamás hubiera creído que pudiera existir alguien como ella o como Apolo.

–No deberías dejar que el asunto de su edad te de demasiadas vueltas en la cabeza. Es obvio que es una tontería eso de que sea una niña todavía… –Neema suspiró profundamente, era evidente que para ella todo sonaba bastante retorcido –Creo que no me atrevería a darte algún consejo porque realmente todo suena bastante complicado y no tendría ni idea de qué decirte, salvo que tengas cuidado. Si llegan a descubrir que estás jugando a dos bandas… creo que no necesito decirte a lo que tendrías que enfrentarte. Pero recuerda algo: Atena no es Maia.

–¿Eso qué tiene que ver?

–A que creo que en Atena ves la oportunidad de compensar el que no hayas podido salvar a Maia. Son dos personas diferentes, dos situaciones diferentes…

Estuve a punto de replicarle una respuesta bastante mordaz, pero un grito procedente del centro de la sala desvió nuestra atención: Renesmee sangraba y de pronto se vio rodeada de un grupo de vampiros cuyos ojos brillaban de sediento interés.

 

 

 

 

–Déjame ver la herida.

–No quiero.

–No seas niña

–No seas odioso.

Renesmee estaba sentada sobre la cama, con una mueca que reflejaba su obstinación y su enojo. Sabía que estaba siendo bastante irracional su comportamiento, pero no podía evitar maravillarme con su belleza, sobre todo cuando se enojaba.

–Ya te expliqué que lo nuestro no tiene nada que ver con Aro o con el poder de Chelsea…

–Disculpa si no te creo… ya me mentiste una vez, ¿quién dice que no lo vas a hacer de nuevo?

Me quedé callado, sin estar seguro de rebatir eso.

–Además, no fue más que un rasguño. –Dijo mientras se miraba la palma de la mano derecha, justo donde una de las dagas le había cortado. La herida aún estaba fresca y el suave aroma de su sangre se colaba con fuerza por mi nariz.

–Deberías cubrir el corte con algo. Aunque tu sangre es poco apetecible para nosotros, eso no quiere decir que no sea una tentación… Neema y yo logramos salvarte por los pelos, un segundo más y dudo que alguno de los otros vampiros se hubiera detenido.

–Supongo que debo de darte las gracias nuevamente…

–No tienes que darme las gracias, no me debes nada.

–Supongo… en fin, ya estoy a salvo en mi habitación, así que no te quito más tu tiempo. Alguna de tus noviecitas debe de estar impaciente esperando por ti. O tal vez quieras ir con mi “papi” Aro a darle el reporte de cómo vas con la misión que te encomendó: acostarte conmigo para tenerme tranquilita y cooperando.

–Cuando te lo propones eres insoportable, mujer…

–¡Lo mismo digo! –bufó con más furia si eso era posible. –Ándale, vete con Renata, Neema o cualquiera de esas… De seguro están ansiosas esperando por tus atenciones.

–No tengo por qué darte explicaciones, pero lo voy a hacer porque parece que a tu cabecita le encanta armar historias que no son reales. –le dije exasperado. Había tratado de explicarle una y otra vez que las cosas entre nosotros no habían sido como ella pensaba sin resultado alguno y sinceramente, yo también empezaba a exasperarme.

–¡Pues yo no te estoy pidiendo nada, salvo que te largues y me dejes tranquila!

–¡Si estuve contigo fue porque yo así lo desee…!

–¡No quiero escucharlo! ¡Me importa un bledo lo que digas! ¡Vete y no vuelvas más! –Me gritó al tiempo que me aventó una de las almohadas de la cama. Intuí que si esquivaba el golpe con mi telekinesis, ella se pondría más enojada, así que recibí de lleno el blando impacto sobre la cara.

Renesmee estaba furiosa y era obvio que mis palabras le entraban por un oído y le salían por el otro. Tal vez sí sería buena idea alejarnos uno del otro por un rato, para que nuestros temperamentos se calmaran un poco y pudiéramos hablar civilizadamente.

La miré intensamente antes de dirigirme a la ventana y subir a través del barandal del pequeño balcón para impulsarme y alcanzar el techo. No quería que se dieran cuenta el resto de los vampiros de mi ausencia y mucho menos que Awka descubriera que le había dejado sola; pero tenía que irme de ahí ya, tanto para dejar que ella se tranquilizara como para yo no perder los estribos con su cabezonería. Tal vez una pequeña carrera a través de los techos de los edificios de Volterra pudieran ayudarme.

Llené mis pulmones con el aire sereno de la noche mientras alzaba la mirada para contemplar el cielo estrellado que se extendía sobre mí. Hacía mucho tiempo que no me permitía mirar las estrellas, algo que hacía a menudo de pequeño y que incluso, durante los días de aciago encierro a causa de la guerra, también lo hacía en compañía de mi hija. Esperábamos a que todas las luces del edificio se hubieran apagado y entonces, abríamos la ventana del estrecho departamento donde nos ocultábamos para observar las estrellas. En una ocasión vimos una estrella fugaz a la que le pedí que sin importar lo que me sucediera a mí, Maia y Annie siempre estuvieran seguras y en un lugar mejor a la pocilga en la que habíamos tenido que refundirnos.

Esbocé una mueca irónica. Después de todo lo que había tenido que experimentar, no cabía duda de que no había lugar para la magia ni los milagros en un mundo tan retorcido como éste, poblado de soberbios y egoístas humanos y de monstruos como yo.

Decidí que no tenía caso dejar que mis pensamientos siguieran por esos derroteros. Hacía mucho tiempo que no me permitía pensar en ello, no tenía caso lamentar lo que ya estaba hecho; lo único que quedaba era cuadrar los hombros y aguantar las cosas como vinieran, era la única forma de sobrevivir sin perder la cordura.

Emprendí la veloz carrera a través de un techo tras otro. En algunos casos dando saltos humanamente imposibles, pero que gracias a mi condición de vampiro, aumentaba la emoción de este tipo de ejercicios. Si había alguna ventaja de ser un monstruo, era la increíble fuerza y resistencia física que poseíamos; éramos capaces de lograr cosas que ni en nuestros más grandes sueños humanos hubiéramos podido visualizar.

Sabía que era poco probable que alguna persona detectara mi presencia, pero aún así decidí aumentar más la velocidad de mi carrera; una de las reglas como miembros de la guardia, era evitar a toda costa que la gente de esta ciudad se enterara de nuestra existencia. Aro, Cayo y Marco amaban tanto a Volterra que incluso nos prohibían cazar dentro de los límites de la ciudad o alimentarnos de algún lugareño. Si teníamos sed, la teníamos que saciar fuera de las murallas de la ciudad, eso sí, vigilando que la víctima no fuera habitante de Volterra.

Justo cuando alcancé el techo de la Basílica di Santa Maria Assunta, paré en seco mi avance. Alguien me seguía, estaba seguro. Giré el rostro de un lado a otro, buscando a aquel que me perseguía mientras mi cuerpo se tensaba en posición de ataque; me puse alerta y mis cinco sentidos se maximizaron. Respiré hondo, buscando identificar en mi mente el efluvio de mi perseguidor, pero su aroma no me resultaba familiar.

–Un telekinético. Vaya, sí que los Volturi se han esforzado buscando piezas interesantes para su colección. –La voz grave sonó a mis espaldas. Aunque hablaba pausadamente, mi instinto me decía que no debía confiarme de él.

–¿Quién diablos eres y cómo sabes de mi don? –pregunté mientras me giraba para mirarle de frente. Era un vampiro, de eso estaba seguro, aunque sus desconcertantes ojos color dorado me hicieron dudar por un momento. Pero podía reconocer el aroma, el tono pálido como el yeso a pesar de tener un ligero matiz oliváceo en la piel; su pelo era negro y al hablar le noté un ligero acento, como español.

–Porque yo también poseo uno, ¿sabes? Yo puedo detectar si un humano o vampiro posee un don y de qué tipo… Hace mucho tiempo formé parte de la Guardia, al igual que tú.

–¿En serio? No creo recordarte.

–Fue hace demasiado tiempo…

–¿Qué buscas? Sabes que no permitimos que vampiros forasteros se queden mucho tiempo por aquí.

–Busco a mi sobrina y sé que tú la tienes.

Me sorprendieron sus palabras. ¿Sería posible que fuera familia de Renesmee? Lo miré con ganas, tratando de encontrar parecido entre su rostro y el de ella, pero no hallaba ninguno. De pronto recordé que hacía apenas un par de días, un tal Eleazar y un amigo de él, Jasper si mal lo recordaba, habían venido a Volterra solicitando la ayuda de los Vulturis para encontrar a alguien de su clan. Awka había mencionado que Eleazar había sido un empleado de la guardia, ¿significaría que…?

–¿Eres Eleazar?

–¿Conoces mi nombre? –trató de disimular su sorpresa al escuchar su nombre en mis labios.

Nos miramos retadoramente, midiéndonos mutuamente. Supuse que si había sido uno más de la guardia, poseería destreza para la lucha, peor yo también era endemoniadamente bueno en las batallas y esta vez no sería la excepción.

–¿A qué has venido, Eleazar?

–Ya te lo dije, vengo en busca de mi sobrina.

–¿Y cómo sabes que está aquí, en Volterra?

–Porque conozco como piensan los Vulturi, sé que hace mucho tiempo deseaban atraparla y justamente ahora que ha desaparecido de su casa, los sospechosos más probables son ustedes.

–¿Cómo se llama tu sobrina? Tal vez haya escuchado su nombre antes y…

–Renesmee. Y no creo que solo hayas escuchado su nombre, has estado con ella. La otra noche, vi cuando la llevabas en brazos y la subías a tu auto… debo reconocer que conduces rápido, pues a pesar de mi carrera, no pude alcanzarles. Ayer vi que tu auto regresaba a la ciudad y he estado vigilando el castillo.

–¿Y qué piensas hacer? ¿Matarme? –Pronuncié con ironía.

–Si es necesario. Pero lo que sí es seguro es que no me voy a marchar sin Renesmee.

–¿Y cómo sé que no es una trampa? Tal vez la quieras tú también como peón en un juego bastante retorcido.

–Tendrás que confiar en mis palabras. He venido por ella, tiene que regresar con su familia, con los Cullen. Están sufriendo demasiado por su ausencia…

Los Cullen”, el apellido retumbó con fuerza en mis oídos. Así que no había estado tan errado, Renesmee era una Cullen y los Vulturi pensaban utilizarla como arma contra su propia familia.

–Necesito más que tus palabras como prueba. Comprenderás que la palabra de un vampiro dista mucho de ser confiable.

Eleazar sonrió mientras se llevaba la mano izquierda hacia el bolsillo trasero del pantalón.

–Tal vez esto te sirva.

Me entregó una pequeña foto donde se veía el rostro de tres perfectos y pálidos seres. Los tres parecían muy jóvenes; la mujer de la izquierda era de facciones finas y bellas enmarcada por una larga melena ondulada de un castaño profundo, la piel era tan pálida como el marfil y de inmediato supe que se trataba de un vampiro. El hombre del lado derecho del retrato tenía un  hombre de rostro de pómulos salientes, una fuerte mandíbula, nariz recta, labios redondeados. Poseía el cabello de tono cobrizo parecido al de Renesmee; y al centro de la imagen, estaba ella, rodeada por los brazos de los otros dos sonrientes seres. Tal vez fueran sus hermanos  o sus primos, pero era evidente el amor que había entre ellos.

–Es Renesmee con sus padres, Edward y Bella Cullen.

–¡Pero si parecen de la misma edad los tres! No me lo puedo creer.

–Edward fue convertido cuando apenas tenía 17 años, de eso hace más de un siglo. Bella lo fue a los 19 años… Pero eso no es lo importante ahora, sino ¿qué vas a hacer? ¿Me vas a dar a mi sobrina por las buenas o tendremos que pelear hasta que uno de nosotros acabe con el otro? Y te aseguro que esta noche no estoy dispuesto a perder.

Volví la vista una vez más a la fotografía que aún tenía entre mis manos. Tal vez la suerte sí existía después de todo, porque de alguna manera tenía que explicar que se me presentara esta oportunidad de ayudar a Renesmee sin que tuviera que arriesgarse en la lucha Después de la herida que había sufrido esa tarde, la perspectiva de ponerla en peligro se me antojaba insoportable… Sí, tal vez hubiera una forma de solucionar esto sin poner en peligro a ella o a Annie. Mi mente ya estaba trabajando en ello.

–No va a ser necesario que peleemos. Te voy a ayudar.

–¿Así tan fácil? ¿Por qué? –preguntó Eleazar receloso. Al parecer, conocía bastante bien la forma de actuar de los Vulturi, así que no debía ofenderme ni extrañarme su desconfianza.

–Porque se lo prometí… Ella recibió un golpe en la cabeza y perdió la memoria; no recuerda nada de su pasado, salvo un par de cosas que gracias a su don ha logrado “ver”. La explicación es bastante larga y creo que ella podrá contártela mejor cuando estén fuera de aquí.

–Pareces sincero, pero aún así, ¿cómo puedo confiar en ti? Como dijiste antes, la palabra de un vampiro no es muy confiable.

–No puedes confiar en mí, pero no te queda otro remedio. Te voy a entregar a Renesmee con dos condiciones.

–¿Cuáles?

–La primera es que no le avises a su familia todavía que ya la encontraste. –Eleazar estuvo a punto de protestar, pero seguí hablando para evitar que me interrumpiera –Si ellos se enteran ahora mismo que ella está aquí, júralo que vendrán a tratar de rescatarla cuanto antes, y eso sería demasiado arriesgado para ustedes y para ella. Aro ha convocado a toda la guardia, los aventajaríamos en número y esto terminaría siendo una carnicería para su bando. Avísales una vez que estén lo bastante lejos de Volterra.

–Supongo que tienes razón… Está bien, acepto. ¿Cuál es la segunda condición?

–Que me des tiempo para prepararlo todo. Esto tiene que ser un trabajo limpio y bien hecho. El más mínimo error y la guardia iría tras ustedes hasta darles caza.

–¿Cuándo se haría el intercambio y dónde?

–Pasado mañana es el “Festival de Otoño”, así que habrá mucha gente inundando las calles. Eso podía servirnos para distraer a los demás… Dentro de dos noches, justo cuando las manecillas del reloj marquen las doce, nos veremos dentro de la Basílica; ahí estaremos ella y yo.

–Bien.  Supongo que tenemos un trato.

Eleazar estiró su mano hacia mi, la cual miré largamente antes de decidirme a estrecharla o no. Justo cuando nuestras manos se agitaron, me di cuenta de que eso significaba que mi tiempo con ella iba a llegar a su fin antes de lo esperado.

–Entonces, hasta dentro de dos noches.

No esperé su respuesta, salí corriendo a toda velocidad en dirección al castillo de los Vulturi. Iba a hacer las pases con ella, no iba a permitir que nuestros últimos momentos juntos estuvieran empañados por la rabia y el enojo; sabía que después de estas dos noches, no habría nada más para nosotros.

Ten cuidado con los que piensas. Dejar revivir viejos anhelos sería lo más estúpido que podrías hacer”.

Sí, mi mente tenía razón, pero por una vez en décadas decidí no escucharla. Tal vez sería la última vez que podría comportarme estúpidamente por alguien. 

Añadir/Share

Bookmark and Share