Disclaimer

Nombres y personajes de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer (menos los que no salieron en la saga original). Lo único mio es la historia que va uniendo a tan maravillosos personajes.
Esto es un homenaje a una de mis sagas favoritas, sin fines de lucro, por mera distracción.

lunes, 23 de mayo de 2011

HOLA!!!

Hello!!! He andado perdida últimamente, lo siento!!! Me fui de vacaciones (mi vida propia, mi cuerpo y mi salud mental me lo EXIGIAN!!!), ando tratando de regresar a las andadas y agarrar otra vez el ritmo entre el trabajo y mi hobbie (mi blog).

¿Cómo han estado? ¿Qué ha pasado con ustedes? ¿Todos bien? Eso espero, porque de verdad que a nadie le deseo la racha tan fea que me pasó durante el año pasado (muertes, asaltos, stress...).

En fin, he estado escribiendo, y me tardo porque escribo, lo leo y lo borro; escribo, lo leo y agrego... cerca del final, es más difícil, porque hay tanto por cerrar y trato de no caer en los mismos lugares de siempre.

Les paso un adelanto de lo que llevo, espero terminar el capítulo YA POR FIN en estos días.

Un abrazo a tod@s y cuídense mucho!! nos estamos leyendo


PREVIEW:

Estábamos en un cruce de calles, con apenas un par de farolas iluminando alrededor. A simple vista, aquello parecía solitario, aunque no podía asegurarlo. Tal vez fuera lo bastante tarde para que la gente estuviera durmiendo, o que el frío los hubiera orillado a buscar el cálido refugio de sus hogares.

–Pensaron que iban a poder escapar, ¿no? –pronunció burlón el Vulturi, mientras nos miraba con esos ojos escarlatas teñidos de perversa diversión –Lástima para ustedes que el apeste a “rata traidora” sea tan fácil de detectar.

Estuve a punto de soltar una retahíla de palabrotas. No podía ser que tuviéramos tan mala suerte, era como si los dioses hubieran decidido escupir sobre nosotros una maldición tras otra. ¿Sería tan difícil que por una vez, las cosas nos salieran bien?

–Vete –me gruñó Stan mientras su cuerpo iba tomando una clara posición de ataque. Con un movimiento violento, se arrancó el antifaz que llevaba puesto. Al final, de nada había servido nuestro intento por pasar desapercibidos.

–No –negué, tozuda. Estaría loco si pensaba que le dejaría ahí y que yo me pondría a correr como loca por las desconocidas calles de ese barrio tan peligroso. Y mucho menos cuando iba vestida como prostituta.

–¡Vete, hazme caso por una maldita vez!

–Pero…

–¡Largo!

Apenas di una especie de brinquito hacia atrás, sorprendida por el furioso grito; mi instinto de supervivencia me decía que no fuera tonta y que huyera de ahí a toda velocidad, tan rápido como mis piernas lo permitieran; mi corazón me instaba a mandar por un tubo por enésima vez los deseos de Stan y quedarme a su lado a pelear. Después de todo, esta vez era un Vulturi contra dos, bueno, contra uno y medio de nosotros. Se podía decir que teníamos algo de ventaja.

–Por lo visto, no puedes controlar a tu humana… bien, me ahorran el trabajo de tener que matarte primero y perseguirla después.

–Renesmee…–pronunció en tono de advertencia.

–De ninguna manera –respondí molesta. ¿Por qué insistía en verme como una frágil florecita? De eso nada.

Esperé la airada respuesta de Stan, pero fue Afton quien respondió con una sonora carcajada antes de abalanzarse sobre nosotros, o mejor dicho, sobre mí. Con un largo salto, el Vulturi intentó caer justo a un lado de donde yo estaba parada; pero Stan fue mucho más rápido para adivinar las intenciones de aquél, así que con un movimiento veloz, me empujó hacia un lado con muy poca delicadeza, tomando mi lugar. Caí violentamente sobre el pavimento, llevándome un par de raspones en el proceso.

–¡Stan! –grité, nerviosa, intentando alertarlo del inminente ataque de Afton.

No fue necesario, Stan estaba en completo estado de “atacar y matar”.

Todo fue tan rápido, que durante un momento me costó enfocar la mirada en ellos y registrar lo que estaba sucediendo. Stan y Afton se movían a una velocidad irreal, luchando uno contra otro. Mientras veía, o mejor dicho, mientras intentaba ver como se atacaban y cómo se repelían, el corazón me latía aceleradamente, con temor de que Stan pudiera salir mal parado en la pelea con el Vulturi.

Como una inspiración y sin medir las consecuencias realmente, me aventuré a meterme entre ellos, intentando ayudar a Stan contra Afton. Me levanté y tomé impulso para emprender una furiosa carrera contra el cuerpo del Vulturi, trepándome en su espalda y mientras me sostenía a él enroscando con fuerza las piernas en su torso, empecé a darle de golpes erráticamente con mis puños cerrados y uno que otro jalón de pelo. Los golpes caían sin ton ni son, aunque no podía decir a ciencia cierta qué tan efectivo era mi ataque.

–¿¡Qué demo…?! –el Vulturí pareció desconcertado. Pero la sorpresa de su rostro apenas si duró un minuto, antes de mirarme y trasformar su mueca en un rictus burlón. –Estúpido bicho…

Y sin mucho esfuerzo, se deshizo de mí, lanzándome sin misericordia por los aires, estrellándome contra el frío pavimento nuevamente. Con la fuerza del impacto, todo el aire de mis pulmones salió expedido, causándome un buen sofocón. Como pude, me incorporé a gatas primero para quedar de rodillas sobre el suelo. Me palmeé rápidamente el cuerpo, para asegurarme que no me había roto nada después de azotar como costal de papas momentos antes. Sentí un que algo se deslizaba por mi piel; era un hilito de sangre. Había caído sobre unos trozos de vidrio, haciéndome otro corte muy cerca del que me había hecho la Señora y estaba sangrando de ambas heridas, mientras me descubría sendos raspones en los brazos y las palmas de las manos.

Genial”, pensé, “Otro par de magulladuras que agregar a mi colección”.

Como pude, me limpié la sangre contra la escasa tela de mi vestimenta, intentando parar el brote. Froté el brazo contra la tela de la falda un montón de veces, hasta que me pareció que ya no sangraba, o por lo menos, ya no sangraba tanto. Decidí levantarme, pero mientras luchaba con esas horrendas botas para poderme poner de pie sin romperme nada más en el proceso, el hueco sonido de algo estrellándose contra la pared llamó la atención. Desvié la mirada frenética, de un lado a otro, buscando qué había sido eso.

Se trataba de Afton, quien prácticamente se encontraba incrustado contra el muro de un viejo edificio; el golpe había provocando un par de serias y largas grietas sobre la pared, incluso, había restos de cemento y ladrillos esparcidos sobre la acera.

Stan tenía el brazo derecho ligeramente extendido en dirección del Vulturi; rápidamente comprendí que era una de esas escasas veces que utilizaba su don. Y lo estaba usando para inmovilizar a su presa.

–Aunque me mates, esto no acaba para ustedes –pronunció Aftón. A pesar de que evidentemente estaba en desventaja, había qué admirar que no perdía la bravuconería, no mostraba miedo, al contrario, estaba cabreadísimo por haberse dejado atrapar –Aro se va a encargar de que su muerte sea deliciosamente lenta y dolorosa.

–Puede intentarlo, pero el infierno se congelará antes de que permita que le ponga las garras encima a ella. –Supuse que con ese “a ella”, se estaba refiriendo a mí; Stan empezó a avanzar hacia el Vulturi, con lentitud, recordándome a la manera en que las arañas van por sus presas una vez que éstas son atrapadas en sus redes.

Sabía que era lo que se avecinaba. No se necesitaba ser muy inteligente para deducirlo. Una parte de mi, quería cerrar los ojos, desviar la mirada para no ver la brutalidad de la muerte de Afton; pero había otra parte, una mucho más fuerte, que ansiaba presenciar cómo Stan se encargaría de destrozarle, ver que por primera vez uno de ellos caía. Era como si con la muerte de uno de ellos pudiéramos vengar a nuestros muertos. Quería su sangre, quería su muerte, y que el cielo me perdonara, pero quería disfrutar su dolor. Pudo más mi sed de venganza, me quedé mirando fijamente lo que sucedía, con los ojos bien abiertos, lista para no perderme ningún detalle.




Añadir/Share

Bookmark and Share