–¿Cuándo…? –la voz me falló, sentía
tanto pesar que era como si me hubiera quedado muda –¿Cuándo pasó?
Permanecí en la misma posición, moviendo
únicamente un poco el rostro para mirarlos, en espera de la respuesta. Sentía una
especie de vacío, como si algo hubiera caído hasta el suelo, haciéndose añicos.
Lo que había ganado en unos días, se había derrumbado en unos segundos. Tenía
la sensación de que estaba a punto de caer en el mismo pozo oscuro en el que me
había enterrado durante los últimos años.
–Hace siete meses –respondió al fin
Seth. El enojo se había esfumado por completo de su rostro, y ahora había una
mueca de remordimiento, como si le pesara que yo hubiera terminado por saber lo
sucedido con Claire.
Apreté los ojos con fuerza, mientras
hacía memoria. Cuando el ataque, Claire tendría doce o trece años. Y de eso
había pasado poco más de tres… Quince o dieciséis años, ¿cómo una adolescente
de esa edad es que había terminado por arrojarse así de un acantilado? ¿Qué tan
desesperada se sentiría? ¿Qué tan aterrorizada estaría?
“Asesina”,
una vocecita en mi cabeza me repetía incansablemente, sin piedad, recordando
una y otra vez lo sucedido aquella noche en la reserva.
Me quedé tiesa, con la mirada fija en un
punto en el vacío. En mi cabeza, aparecían imágenes de Claire, de sus padres,
de Quil… flashazos de imágenes que eran como un látigo lacerante en mi
consciencia.
–¡Renesmee!
Como si fuera una muñeca de trapo, Stan
me levantó con una facilidad casi insultante, abrazándome contra su pecho,
estrechándome como si con eso pudiera calmar mi dolor y mi remordimiento. Pero
no me atreví a mirarlo, sencillamente me encogí
más en el refugio de su abrazo. No quería que viera en mi mirada, porque
vendrían las preguntas y, como una cobarde, temía responderle. Temía que
supiera que al final, yo no era mejor que los demás, que yo no había sido lo
suficientemente fuerte para derrotar al monstruo que vivía en mi.
–¿Qué le han hecho? –Stan estaba
colérico, podía sentirlo en cada sílaba que pronunciaba.
–Nosotros…
–Ellos no han hecho nada –dije, con voz
ronca, sin levantar la cabeza. No quería causar algún problema entre Stan, Jake
y Seth; después de todo, sólo me habían contado la verdad.
–¿Qué
tienes, entonces? –pronunció con preocupación.
Yo no pude contestar, era como si mi
cuerpo hubiera renunciado a cualquier esfuerzo, a las palabras para explicarme
y al valor para hacerlo. Simplemente, me abracé a él con fuerza y dejando que más
lágrimas cayeran sobre su pecho.
En un rápido movimiento, tan rápido que
apenas si me percaté de él, Stan terminó sentado sobre la tumba en la que yo
había estado momentos antes. Me puso sobre su regazo y me rodeo en su abrazo,
haciéndome sentir pequeña. Enterré el rostro entre su cuello, rodeándolo con
mis manos, y estuve así quien sabe cuánto tiempo, en silencio todos, con mis
lágrimas incontrolables, sin dejar de pensar una y otra vez en lo que Jake y
Seth me habían contado, mientras el bombardeo de recuerdos de Claire parecía no
tener control ni fin.
–Debieron guardar silencio –el tono
brusco de Stan me tomó por sorpresa, pero no tanto como sus palabras.
–¿Realmente creyeron que era el mejor momento para contarle algo así? ¡¿En qué
demonios estaban pensando?!
Involuntariamente, me tensé en sus
brazos. Era evidente que Stan sabía, pero ¿cómo? ¿Habría fingido irse con los
demás, y en realidad se abría quedado todo ese tiempo escuchando detrás de una
pared?
–Me lo mostraste –Stan respondió, como
si hubiera podido escuchar las preguntas en mi mente.
Mi don. Aunque había logrado aprender
trucos para mantenerlo a raya, lo cierto es que cuando mis emociones estaban
alteradas, mi don se echaba a andar por si solo, como si tuviera voluntad
propia. Así que le había mostrado a Stan mis pensamientos, sin darme cuenta de
ello.
Aflojé el abrazo y me puse de pie al
instante, adelantándome a cualquier rechazo de su parte. Clavé la vista en el
polvoriento piso, incapaz de verlo a la cara, incapaz de soportar que me mirara
con desprecio o con lástima.
–¡No tenían ningún derecho!
–Lo último que queremos es hacerle daño.
–Pues no lo parece. Tal vez lo que
quieres es lastimarla.
–¡Eso es una estupidez! ¿Por qué querría
hacerle daño a Renesmee?
–Quizás para que pague por haberte
dejado.
El intercambio de palabras iba subiendo
de tono, haciéndome reaccionar.
–¡Basta! –grité, mientras mi voz hacía
eco hasta el último rincón del lugar.
Una pelea entre Stan y Jake era lo
último que necesitaba en esa noche tan desastrosa.
–Stan, por favor –dije, con voz tensa y ronca,
tanto que no podía reconocerla como la mía propia –Cualquier cosa relacionada a
mí pasado con Jacob, sólo nos incumbe a él y a mí únicamente.
»Además, en algún momento yo debía saber la verdad de lo que sucedió con
Claire.
–Pero no tenías por qué enterarte
justamente ahora.
–¿Quién decide cuándo es el momento
exacto para conocer las consecuencias de nuestros actos? –Hice una breve pausa,
intentando pasar saliva por mi garganta, que sentía pastosamente seca –No me lo
dijeron por hacerme daño. No hay razón para que la tomes contra ellos. Si me lo
terminaron contando fue porque yo empecé a hacer preguntas y… –lancé un suspiro
cortado por un hipido – solo que no me esperaba cuáles iban a hacer las
respuestas.
Guardé silencio, mientras me restregaba
el rostro con las manos, intentando recuperar el control de mis emociones. Pero, ¡carajos! Era complicado, sobre todo
porque mi mente no dejaba de recordar una y otra vez el ataque a Claire, y lo
que había pasado con ella. Tampoco ayudaba en mucho que la palabra “asesina” resonara tortuosamente en mi
cabeza.
–Por favor, que no se enteren lo demás
–pronuncié, mesándome nerviosamente el pelo –No quiero… no deben enterarse, por
favor.
Empecé a dar unos cuantos pasos hacia
atrás. Vi en la mirada de Stan la decisión de ir tras de mi, pero necesitaba
estar sola. Alcé ambas manos, a manera de detenerlo.
»Necesito estar sola… por favor.
No esperé la respuesta, me di media
vuelta y empecé a alejarme de ahí, casi a trompicones, sin mirar por donde iba.
Tenía demasiados recuerdos dando vueltas en mi cabeza como para fijarme en lo
que pasaba a mí alrededor.
Giré de izquierda a derecha, una y otra
vez, en ese complicado laberinto mortuorio. Quería estar sola, flagelarme,
arrepentirme, dejarme arrastrar a ese lugar oscuro al que pertenecía, del que
no debía salir jamás.
No se cómo, pero al final llegué al pie
de la escalera que llevaba hacia la puerta de la entrada a las catacumbas. Sin
mucha elegancia, me dejé caer sobre el
tercer escalón, rodeándome las rodillas con mis brazos, apoyando la barbilla
sobre ellas. Me sentía cansada, harta de todo.
Sí, harta era la palabra exacta. Harta
de sentirme culpable, harta de mis remordimientos, de mi consciencia. Harta de
luchar contra mi sed, harta de hacer daño, harta de mi naturaleza. Todo sería
mucho más fácil, si tuviera alguna especie de botón que me permitiera apagar mi
humanidad, dejar a un lado remordimientos, la lucha constante por mantener a
raya al monstruo. Sí, todo sería mucho más fácil, el problema es que ese botón
no existía y que yo había sido criada para que nunca olvidara mi consciencia,
para que nunca olvidara que darle rienda suelta a mi instinto vampiro era malo,
jodidamente malo.
Si solo hubiera una forma de ya no
luchar, de abandonar esa pelea diaria que empezaba al momento de despertar cada
mañana. Bestia y humano, depredador y presa. Ambas naturalezas absolutamente
opuestas, atrapadas en el mismo cuerpo. Tal vez por esto es por lo que no hay
muchos de mi especie, razoné. No solo porque la unión entre vampiros y humanas
sea rara, sino porque los híbridos como yo terminan pegándose un balazo o locos
al pretender balancear las dos caras de nuestra moneda.
“Todo
sería más fácil si cerrara los ojos y nunca más los volviera a abrir”,
pensé. Sí, todo sería más sencillo, abandonar la lucha.
“Pero
dejarte ir a la derrota, justamente ahora, significaría el fin de todos los que
amas. ¿Podrías darles la espalda a todos? ¿Podrías permitir el fin de Stan?”,
terció una parte de mi consciencia, una parte muy pequeñita, pero que se
resistía a dejar de pelear, a dejar que yo me dejara hundir sin más en el pozo
oscuro.
Esa parte pequeñita era la que me hacía
entender que no debía permitir que nada
me distrajera de la pelea contra los Vulturi. Tenía que ser práctica, no era
momento de ponerme histérica. Debía poner todo en perspectiva: la supervivencia
de mi familia, de Stan, de Jake, de todos los demás dependían de que yo me
concentrara, de que lograra llegar a Marco y hacer lo que la Señora me había ordenado. No podía
pensar siquiera en perder a alguien más, y si por un error mío eso llegaba a
suceder, si por un titubeo o una desconcentración, le llegaba a suceder algo
malo a alguien… Sacudí la cabeza con violencia, apartando ese pensamiento. Ni
siquiera podía imaginarlo. Debía cumplir
con mi parte: marchar a Volterra, abrirme paso en medio de la batalla, resistir
hasta llegar a Marco y después… después todo podía irse al carajo.
Y como una revelación, entendí que sobrevivir
a la pelea en Volterra realmente no entraba como una prioridad en mis planes.
Descubrir todo lo que desencadenó mi ataque a Claire me confirmó que a pesar de
lo que hiciera, de todo lo que me esforzara, era una asesina por naturaleza. Y
eso era una carga insostenible, sobre todo, porque si dejaba de mentirle a
todos, pero sobre todo a mi misma, tenía que reconocer que había disfrutado
al atacar a Claire. La bestia se apoderó
de mi en cuanto olfateé la sangre que emanaba de la herida de la chica al
caerse sobre aquella roca; la bestia enterró en lo más profundo de mi psique
todo lo que había aprendido sobre el bien y el mal, lo único que importaba era
beber, regodearme con el sabor de la sangre de Claire, que llamaba a cada parte
de mi ser para saciar esa necesidad que durante meses intenté dominar, la cual
tontamente creí bajo control. No me importaba el terror de mi víctima, al
contrario, era como si eso le diera un sabor más dulce a la bebida; el
descontrolado ritmo del corazón era música para mis oídos, aunque iba bajando
de ritmo a medida que la sangre se deslizaba por mi garganta. Ahí yo no era
humana, era una bestia poderosa, un monstruo deleitándose de su presa. Solo hasta la aparición de Quil fue cuando
recuperé consciencia de lo que hacía.
Las consecuencias de los actos de
aquella noche me atormentaron durante años, día tras día, hora tras hora. Y eso
sin saber lo que había pasado con Claire. Ahora que sabía que había muerto,
¿sería capaz de seguir existiendo con facilidad, sin dejar que los
remordimientos volvieran a tomar el control de mi vida? Ni siquiera necesitaba contestar esa
pregunta, me sabía perfectamente la respuesta.
Esbocé una triste sonrisa, casi sarcástica.
Por un momento, había creído que la vida había decidido perdonarme, que Dios me
había dado una oportunidad de ser feliz, de superar todo el dolor del pasado.
Había empezado a perdonarme a mi misma, a creer que Stan era el regalo de la
vida, que tendría con él lo que mis padres tenían. Creí que él sería mi final
feliz, mi “vivieron felices por siempre”,
o por lo menos hasta el día que mi corazón dejara de latir, en un par de siglos
más. Pero claro, no sería yo si no
sucediera algo que simplemente me explotara en la cara y esfumara la felicidad
de mis manos nuevamente.
–Soy un jodido desastre –murmuré casi
burlona. Y empecé a reírme, pero no era porque encontrara algo divertido en
todo eso. Era una risa histérica, al darme cuenta de que no solo la vida no era
fácil, sino que era una despiadada perra dispuesta a fregarte la existencia a
la menor oportunidad.
En algún momento debí quedarme dormida,
agota del tobogán emocional en el que me había embarcado durante los últimos
días, porque cuando volví a ser
consciente de mí, me encontré en brazos de Stan, acunada contra su pecho. Tardé
un poquito en disipar las brumas del sueño y cansancio, antes de recordar todo
lo que había pasado en los últimos ¿minutos? ¿horas? No tenía ni idea.
–¿Qué hora es? –dije, con la voz ronca aun
por el sueño
–Tarde.
–¿Mis padres…?
–No ha regresado nadie aun de la caza.
Me enderecé un poco, sin levantarme de
su regazo. Noté que seguíamos en el mismo escalón; debí caer rendida como un
tronco, porque no me había despertado cuando él debió levantarme para rodearme
en su abrazo.
–¿Cómo estás? –preguntó, mientras
acomodaba un mechón de mi pelo detrás de mi oreja derecha. Su tono de voz era
como el que un adulto usaba con un niño asustado.
–Me siento… no sé, como si caminara
sobre el borde de un abismo –pronuncié casi monótona, sintiendo un hueco frío
dentro de mi.
–Hey, hey… –Stan me abrazó con fuerza,
como si con eso pudiera inyectar calidez a mi interior –No puedes retroceder a
ese lugar. No puedo permitir que vuelvas ahí…
–¿Qué hago, entonces? Cuando sepan los
demás… –exhalé con fuerza– Que maldita decepción terminé siendo, ¿no?
–¿De qué hablas?
–De que no importa cuanto trate, de
cuánto me esfuerce, al final, no logo hacerlo. Todos esperan demasiado de mí, y
no puedo cumplir con las expectativas. No puedo dominar lo que soy, no puedo
doblegar al monstruo, a la asesina que está bajo mi piel.
–No eres una asesina y jamás podrías
decepcionarnos.
–¿No? –pregunté con incrédula ironía –Tu
mismo me dijiste una vez que yo era más fuerte que mi monstruo interior, y no,
no lo soy. Maté a…
–Shh, eso no es verdad, deja de
repetirlo. No es como si tú hubieras empujado a la chica al vacío.
–Pero si yo no la hubiera atacado esa
noche, si no hubiera sido tan débil…
–Renesmee, escúchame, por favor. Eres la
mujer más fuerte que he conocido en toda mi existencia.
Negué con la cabeza e iba a contradecir
sus palabras, pero Stan no me lo
permitió, ignoró mis intentos por hablar y continuó:
–No sé como lo haces, porque yo estoy
intentando adaptarme a la dieta Cullen, y es endemoniadamente difícil, cariño,
pero tú logras hacerlo. Aquella noche del banquete en Volterra, a pesar de estar
bajo la influencia del don de Akwa, pudiste detenerte, apenas si bebiste de
aquél hombre.
–Pero ataqué a Claire… si no hubiera
sido por la aparición de Quil, la hubiera dejado seca.
–Pero eso es porque intentaste cortar de
tajo tu naturaleza. Tú misma nos contaste que estuviste sin beber durante todo
el tiempo en que viviste en la reserva, era lógico que sucediera. Trataste de controlar
tu naturaleza de una forma bastante extrema; te privaste de saciar tu sed, y si
a eso le sumamos tu embarazo, todo fue como una olla de presión, en algún
momento iba a estallar.
–No podía dar rienda suelta a mi
instinto al estar en la reserva. No podía hacerle las cosas más difíciles a
Jake.
–Reconozco que yo mismo he dicho que los
vampiros somos unos monstruos, unos asesinos sanguinarios, pero tú eres
diferente.
–¿Por qué?
–Porque mientras a nosotros nos
convirtieron, con o sin nuestro consentimiento, tú naciste así, es parte de lo
que eres. No pediste nacer siendo una semi-vampira, y no es justo que reniegues
de ello, que te odies por eso. Es como pedirle a una persona que se odie por ser
de piel oscura o por tener los ojos verdes, ¿me entiendes?
»Hace unos días te dije que debes de aprender
a aceptarte y sólo así la lucha contra la sed no te va a parecer tan dura.
Lo miré, de verdad que quería
convencerme con las palabras de Stan, pero era como si mi mente fuera una zona
amurallada, donde no podían entrar otras razones más que mis sombríos pensamientos.
–No puedo creer que esto haya borrado de
un plumazo todo el progreso que habíamos hecho en estos días. No pienso
permitir que vuelvas a ese lugar donde te encontramos. No pienso permitir que
te vuelvas esa persona extraña, llena de remordimientos, decidida a embarcarse
a la autodestrucción como una forma de expiar los pecados cometidos.
No respondí, pues ¿qué podía decirle? No
tenía sentido intentar mentirle, hacerle creer que podía convencerme de que
todo estaría bien.
–No puedes culparte por la muerte de esa
chica –continuó Stan – Ok, la atacaste, pero tal vez eso fue el catalizador de
algo mucho más grande que más adelante acabaría por salir a la luz. No sabes
toda la historia, no sabes qué fue lo que pasó después de aquella noche.
–No puedo evitar sentirme así...
–Lo sé. Uno de tus grandes defectos es
esa manía de dejar que tu consciencia te torture. –Tomó mi barbilla entre sus
dedos, obligándome a mirarle directamente. En sus ojos noté un brillo extraño,
demasiado intenso –Pero como tú me dijiste antes, te necesito entera, fuerte.
Sé que esta vez ganaremos, sobreviviremos, pero eso no quiere decir que la lucha contra
los Vulturi vaya a ser fácil. No puedo permitir que vayas con la mente dándole
vueltas una y otra vez a tus remordimientos.
Guardamos silencio. Recordé todo lo que
había pensado antes de quedarme dormida. Ya había meditado mucho, tomado
decisiones, ya había peleado mi propia guerra interna, ya sabía el resultado.
Stan y yo estábamos conectados de una forma
cas inexplicable, podíamos sentirnos,
como si su piel estuviera bajo la mía y viceversa. ¿Sabría del lúgubre
derrotero de mis pensamientos? Esperaba que no, porque ya había decidido hacer
todo lo que estuviera en mis manos con tal de que él sobreviviera. Y conociendo
a mi vampiro cabezota, él haría lo imposible por mantenerme con vida, incluso a
costa de la suya. Si sabía que me importaba un comino lo que sucediera conmigo…
“Después de todo, tengo que mentirle”,
pensé. Debía fingirle, y si era necesario también fingirme a mi misma,
convencerlo de que pelearía a fondo y que sobreviviría.
Y sobre todo, tenía qué aprovechar cada
minuto con él, cada segundo. Sucediera lo que sucediera, no iba a guardarme
nada entre él y yo.
–Es una pena que esa chica haya muerto
–dijo al fin, sacándome de mis pensamientos –Pero no puedes cargar con toda la
culpa de lo que le sucedió. Sus miedos no sólo eran por nuestra especie.
–¿Cómo lo sabes? –pronuncié con el ceño
fruncido, confundida.
–Black me lo dijo.
¿Había hablando con Jake? ¿Cuándo? ¿De
qué? Las preguntas se me agolparon en la cabeza, y estaba segura que había puesto
los ojos como platos. ¿Cómo había sucedido eso? Seguramente, mi rostro estaba
completamente perplejo, porque Stan se apresuró a continuar:
–Cuando dijiste que necesitabas estar
sola, él y yo no hablamos.
Abrí los ojos como plato, sorprendida.
¿De verdad? ¿Por qué? ¿De qué?... me quedé muda, con las preguntas agolpándose
en mi cabeza-
–¿Sabes? –detecté cierto tono socarrón –En
otras circunstancias, Black me hubiera caído bien. Incluso, creo que hubiéramos
podido ser amigos.
»Tal vez podríamos serlo, pero
definitivamente no en esta vida.
Lo miré perpleja, sin estar segura de
que hubiera escuchado bien. ¿Lo había dicho en serio o era una muestra más de
su sarcástico humor?
Tardé un poco en reaccionar, intentando
procesar la imagen de Stan y Jake hablando.
–¿Hablaron o discutieron? –pronuncié al
fin.
–Digamos que pudimos aclarar ciertas
cosas.
–Stan, te dije que mi pasado con Jake es
cosa de él y mía –un atisbo de enojo empezó a formarse en mi interior, así que hice
el ademán de levantarme, molesta. Pero él fue más rápido, abrazándome con
fuerza para detenerme.
– Repitió justamente lo que te había
contado, aunque ya me habías mostrado algo con tu don…
–Aun así, no entiendo qué tendrían que
estar hablando Jake y tú.
–Lo creas o no, es algo que debíamos hacer.
–Fruncí el ceño, incomoda –No quiero los detalles de cada día que estuviste con
él. Pero hay cosas que incluso nosotros mismos teníamos qué aclarar, cuentas
qué saldar.
–¡Stan, por favor! –esta vez, ni toda su
fuerza podía hacer que me quedara quieta. Me levanté de un salto, exasperada,
poniendo los ojos en blanco –Tienes que parar… Lo de Jacob y yo es historia
pasada, letra muerta. No entiendo por qué los celos –fue su turno de fruncir el
ceño severo–Sí, celos. Las palmaditas en el trasero, los besos que quitan el
aliento… todo un espectáculo para que los demás, corrijo, para que Jake capte
el mensaje. Ya tengo demasiado en la cabeza como para tener qué lidiar con tu
actitud de “yo Tarzán, tú Jane”.
–¿Yo Tarzán, tú Jane? ¿Realmente crees
que me estoy comportando como una bestia irracional? –torció el gesto, como si
realmente estuviera ofendido. Su mirada brilló de una manera tan peculiar que
yo conocía bastante bien. Esa afrenta, según él, no se quedaría así.
–Sí. –La afirmación salió de mis labios
con un dejo de provocación. –Bestialmente irracional, mandón, insufriblemente
exasperante y testarudo.
–Te doy una oportunidad para que te
retractes.
–No pienso hacerlo. Sabes que tengo la
razón.
–Esas son acusaciones muy serias… Una
afrenta que te puede costar muy caro.
Sentí que los vellos de la nuca se me
erizaban, pero no de miedo, sino de anticipación. Reconocí el brillo del
cazador en su mirada.
Stan se levantó lentamente, como si
estuviera calculando cada uno de sus movimientos. Por cada paso que él daba
hacia mí, yo retrocedía uno pequeño. Sin apartar mi mirada de la suya, en lo
que dura un latido, llegó a mí, poniendo mis manos detrás de mi espalda,
sujetando mis muñecas con una sola de sus fuertes manos.
Su rostro estaba apenas a milímetros de
distancia del mío, sentía su frío aliento chocar contra la cálida piel de mi
rostro, provocándome algo parecido a una descarga eléctrica en cada una de las
terminales nerviosas de mi cuerpo. Deliberadamente, humedecí mi labio inferior
con la lengua; observé como sus ojos siguieron con atención mi gesto.
–Mmm… yo no soy aquí la única bestia
irracional dominada por los celos –su voz sonó casi gutural –Si mal lo
recuerdo, ayer estabas más que dispuesta a marcar tu territorio frente a las
chicas del burdel.
–Yo no estaba celosa –mentí
descaradamente, mientras en mi mente aparecía el recuerdo de cómo había estado
a punto de arrancarle cada pelo de su lustrosa cabellera a Aglaópe por
coquetear con Stan.
–¿No?
Negué con un movimiento de la cabeza,
incapaz de hablar. La sangre me hervía, corriendo furiosa por mis venas; mi
respiración era torpe e irregular.
–Entonces, supongo que no tendrás
problema alguno si le pido a Aglaópe o a Megera que me ayuden a entrenar un
poco. Son excelentes en el combate cuerpo a cuerpo.
“Combate
cuerpo a cuerpo”, la frase me produjo una imagen en mi cabeza que nada
tenía que ver con una pelea. Me imaginé a la Erinia acariciando descaradamente el cuerpo de Stan y eso fue como
echarle un cerillo a un bidón de gasolina.
–Sobre mi cadáver –pronuncié letal,
escupiendo cada palabra entre dientes.
Stan me dedicó una burlona sonrisa
torcida y eso bastó para dar que algo explotara en mí. La necesidad de él, la
necesidad de aprovechar las horas que pudieran quedarnos juntos. En ese breve
tiempo, no habría palabras suficientes para decir todo lo que quería decirle;
no podríamos hacer todo lo que alguna vez soñé hacer a su lado: caminar de la
mano por las calles de Paris a media noche; tirarnos en la blanca arena de isla
Esme, solos, dejando que el sol calentara nuestros cuerpos.
Necesitaba grabar cada centímetro de su
piel en la mía, necesitaba su aliento en mis pulmones, sus labios en los míos.
Necesitaba a Stanislav Masaryk, para siempre… fuera lo que fuera que eso
durara.
De alguna forma, liberé mis manos
aprisionadas tras mi espalda y esta vez, el ataque vino de mi parte. Busqué su
boca con mis labios, voraz, posesiva, deslizando mi lengua por su boca hasta
que abrió sus labios, permitiéndome acariciar su lengua durante unos instantes,
antes de retirarla, provocándolo. Repetí la caricia una y otra y otra vez.
Persuadiéndole, incitándolo. Al final, introduje mi lengua en su boca,
sintiendo el roce de su respuesta. No
podía dejar de tocarlo, desearlo. Stan deslizó sus manos por mi cuerpo, con
desesperación, mientras su lengua acariciaba la mía de una forma tan íntima,
que me hacía pensar en él y yo desnudos, poseyéndonos. Tuve que separar mi boca
de la de él para tomar aire; Stan deslizó la boca hasta mi cuello, lamiendo ahí
donde mi arteria latía incontrolable, y la succionó levemente. Los chupetones
de su boca hacían que la pulsación de mi cuello hiciera eco por todo mi cuerpo;
incliné aun más mi cuello hacia atrás, para darle mayor acceso.
Con desesperación, ambos sacamos
nuestras camisetas, separando él sus labios el tiempo justo que necesitaba para
hacerlo. Sus dientes rasparon la piel de mi cuello, haciendo que mi sangre
hirviera aun más si fuera posible.
No supe como, ni cuando exactamente,
pero ambos terminamos únicamente con los vaqueros puestos, y el pecho expuesto.
Fui levemente consciente de que la piel desnuda de mi espalda estaba apoyada
contra la fría pared, pero no me importó, solo me importaba sentir su piel
contra la mía. Deslicé mis manos sobre su musculosa espalda, sintiendo cada
milímetro de su piel, cada hueso, cada músculo, arder bajo mi caricia. Sí, su
naturalmente fría piel, al contacto de mis manos parecía dejar un rastro de
fuego. Adoraba su piel, tan suave, tan lisa, como seda tensada sobre acero.
Amaba su aroma, la forma en como llenaba mis pulmones su deliciosa esencia.
–Te amo… mé nebe, můj sladký láska
Escuché el par de zippers bajarse, para
de inmediatamente, sentir como se deslizaba la tela de mis vaqueros a través de
mi cadera y mis piernas. Estuve a punto de gemir de anticipación, pero aun en medio
de la bruma erótica que nos envolvía, pude recordar que no estábamos solos; aún
en la distancia, había quién podía escucharnos.
Me mordí los labios para no gemir,
cuando sus diestras manos se deslizaban por mi abdomen y más allá. Mordí con
tanta fuerza que pude probar mi propia sangre; pero eso no me importaba en lo
más mínimo.
Stan metió una pierna entre las mías, haciendo
que terminara por rodear su cintura con ellas.
Las frenéticas embestidas, su necesidad,
la mía propia… era imposible de contener. Quería gritar, sentía que me estaba
ahogando. Morderme los labios no era suficiente, en cualquier momento iba a
terminar lanzando el grito delator de lo que estaba pasando.
La necesidad de poseerlo, de sentirlo
bajo mi piel, en mi sangre rayaba en la locura. Así que hice algo a lo que me
estaba haciendo adicta: beber de él. Besé su hombro izquierdo, acaricié la fría
piel con mi lengua, deleitándome con el intenso sabor de su piel, y clavé los
dientes en ella, con ansia. El flujo de sangre salió de inmediato, y succioné
voraz, sin permitir que ni una sola gota de su preciosa sangre se escapara de
mis labios.
Stan apenas si esbozó un leve gemido,
pero no se apartó de mí. Me dejó seguir bebiendo, mientras aumentaba el ritmo
de su posesión.
–Muérdeme –separé mis labios de su piel
lo suficiente para pronunciar las palabras en un susurro.
–No… –masculló con la quijada tensa.
–Lo necesito –esta vez, tuve que
separarme de la herida para levantar mi rostro hacia él –Por favor… lo quiero
Su renitencia se debilitó por un
instante, algo debió de ver en mi mirada que lo hizo tambalear en su decisión
de no morderme. Aproveché ese pequeño momento, era mi única oportunidad. Atrapé
su cabeza con mis manos, y le obligué a enterrar su boca en la base de mi
cuello.
–Te necesito… te amo. –Pronuncié, sabiendo
que con eso minaría cualquier resistencia definitivamente.
Stan no me mordió en el cuello, se
deslizó un par de centímetros y al igual que yo, puso su boca sobre mi hombro
izquierdo. El mordisco dolió, y el veneno me escoció, pero aguanté, no quería
que se detuviera por nada del mundo. Además, cuando él empezara a succionar mi
sangre, sacaría el veneno de mi sistema.
No fui consciente del tiempo, ni del
lugar, solo de que necesitaba estar con él, amarlo con todo mi ser, darle todo
lo que era y poseerlo de la misma manera. Si no sobrevivía, ese sería mi último
pensamiento antes de partir.
Y así, en medio de una furiosa entrega,
bebiendo el uno del otro, sin importar donde estábamos, consientes única y
egoístamente de nosotros, llegó la
explosión. Su simiente en mí, su cuerpo sosteniendo el mío, mi corazón latiendo
por los dos.
Cerré los ojos por un momento y pensé
que ese momento, ese instante de felicidad,
sería el recuerdo perfecto para mi día final.
Lo había conseguido, o al menos, eso
había creído. Nadie sabía lo de Claire, nadie me había dicho nada al respecto, absolutamente
nadie. Había logrado parecer calmada, casi imperturbable, pretendiendo que lo
único que me importaba era la pelea contra los Vulturi. Ni siquiera mi padre
parecía haber escuchado en mis pensamientos. Pero es que no había nada qué
escuchar, porque había logrado poner la mente en blanco; con férrea
determinación me había concentrado únicamente en lo que veía y escuchaba al
momento. Mi madre había notado que estaba más callada de lo habitual y me había
preguntado sobre ello. Yo había esbozado una sonrisa forzada y le había
achacado mi estado de ánimo a que pronto estaríamos enfrentándonos a nuestros
enemigos mortales, y también, a que me seguía sintiendo algo cansada y débil. Solo una vez mi mirada se encontró con las de Jake
y Seth, intercambiando conmigo el mensaje implícito de que el tema “Claire”
quedaba vedado en esos momentos. El único que podía arruinarme la charada era
Stan, porque estaba endemoniadamente preocupado por mi. Él no se había tragado
el cuento de que yo estaba bien, que su terapia de la noche anterior había
logrado que mi auto-desprecio desapareciera por completo. No era como si él me
hubiera dicho algo, pero yo lo sabía por la forma en que me miraba, por como
cuidaba hasta el menor de mis gestos a la distancia.
Los había escuchado hacer planes,
repasar una y otra ve la forma en que llegaríamos a Volterra a través de la red
de túneles subterráneos. Los había visto revisar cada uno de los planos del
Palazzo Di Priori, pero apenas si les había prestado atención. Mi misión era
simple: llegar a Marco, mostrarle lo que la Señora
me había dicho y esperar… Esperar a morir, esperar a vivir, me daba lo mismo.
A lo único que realmente había prestado
atención era a que habían decidido que serían Jake y Seth, acompañados por
Neema y otra de las Erinias quienes irían en busca de mi abuelo y de Leah.
Neema conocía el palazzo, ella podía
guiarlos con facilidad hasta donde los Vulturi solían “hospedar” a sus
“invitados especiales”. Jake y Seth intentarían hacer razonar a Leah (aunque
ellos seguían negándose a creer que ella se hubiera vuelto cómplice del
secuestro de mi abuelo). La Erinia (Mikahela, creo que se llamaba) los
acompañaría en caso de que necesitaran apoyo a la hora de la pelea.
Los demás entraríamos divididos en dos
grupos, quien sabe por cuales entradas subterráneas a través de los túneles de
tío Emmett. Y de ahí, no sabía nada más…. Debería haberme preocupado más por
prestarles atención, pero tener la mente en blanco y evitar que papá
“escuchara” algo en mi cabeza requería demasiado esfuerzo. Incluso, temía
quedarme dormida, pues mis sueños siempre habían solido ser demasiado
reveladores; no quería ni siquiera que mi subconsciente me traicionara.
Escuché el repiqueteo de las campanas a
lo lejos, llamando a misa. Conté una, dos, tres… siete. Así que debían ser las
siete de la tarde, supuse que me quedaría por lo menos otra hora de libertad
antes de regresar al encierro sofocante de las catacumbas. Le di una profunda
calada al cigarro que sostenía entre mis labios, permaneciendo sentada en uno
de los escalones del pozo medieval enclavado en una de las piazzas de San Gimignano. De pronto sentía alguna mirada curiosa
sobre mí, pero realmente ni siquiera me molestaba en prestar atención. Me
limitaba a estar ahí, resistiéndome a volver con los demás, dejando al tiempo
pasar, y a la vez, temiendo que las horas se fueran de prisa.
Había convencido a papá para que me
dejaran salir del escondite subterráneo. Había insistido en que me estaba
muriendo de hambre (mentira), que necesitaba algo de ropa y zapatos que
realmente me calzaran bien (verdad) y respirar algo de aire puro. Decidí hacer mi petición a plena tarde,
cuando el sol estaba en todo su apogeo, segura de que mi padre no se opondría a
que yo saciara mis necesidades humanas, pero sobre todo, que nadie podría
insistir en acompañarme. Quería estar sola, pero no para lamerme mis heridas,
no para seguirme castigando por mis estupideces y errores cometidos. Simplemente
quería salir de ahí.
Armada con la tarjeta de crédito de mamá,
había recorrido las callecitas de San Gimignano, viendo pero sin mirar
vitrinas, gente pasar, las casas y edificios. Mezclándome entre los turistas
que atestaban cada calle, hundiéndome en el anonimato.
Me detuve apenas en una tienda para
comprarme una muda de ropa, un par de botas de media caña, ajustadas por un par
de agujetas y sin tacón. Incluso, me había dado el lujo de reservar
una habitación en un hostal, todo para poder darme un baño y quitarme la
suciedad de encima. Me había obligado a comprarme un sándwich, una lata de
coca-cola y comer con más fuerzas que ganas; lo había hecho no porque tuviera
hambre, sino porque seguía sintiéndome débil y por momentos, incluso
mareada. Era obvio, después de terminar
intercambiando tanta sangre con Stan, era como
si fuera una bolsa de sangre para donar con patas. Y el intercambio tampoco lo había beneficiado
a él, cuyos ojos se habían vuelto más oscuros, con sendas ojeras bajo ellos.
Como decía la tía Alice, teníamos la capacidad de anularnos mutuamente el buen
juicio.
Otro de los lujos que me di, fue
comprarme una cajetilla de cigarros y un encendedor de plástico, llenar mis
pulmones con el tranquilizante humo del tabaco.
En menos de una hora, ya me había fumado 4 cigarrillos.
A cada calada, sentía que los nudos de
mis músculos se relajaban un poco más. Lamenté no haber aprovechado para
comprar una botella de vino, pero supuse que beber en la vía pública era un
delito como en mi propio país. Además, papá me tenía atiborrada de antibióticos
para la herida que me había cosido Stan, y según yo, el licor y esos
medicamentos no eran la mejor combinación.
Creía que papá estaba haciendo un mar en
un vaso de agua, no es como si se me estuviera gangrenando el brazo. Es cierto
que se veía un poquitín verdusco y estaba tardando más de lo norman (lo que se
entendiera como “normal” en mi) en curarse. Había sufrido otros cortes y
golpes, pero esos ya estaban prácticamente curados. De repente, recordé algo,
esbocé una sonrisa ladeada y me llevé la mano derecha sobre el medio camino al
hombro izquierdo, justo ahí donde tenía la “herida” más reciente.
Papá había dicho que debíamos ser
cautelosos, evitar que los demás supieran que Stan y yo habíamos intercambiado sangre.
Era tabú, al igual que los
niños-vampiro. Beber sangre de otro vampiro era el equivalente al canibalismo
humano. Podía castigarse con la muerte, aun cuando se tratara de un intercambio
voluntario, parte del sellamiento entre
una pareja de vampiros. Estaba prohibido, sin excusas ni pretextos. El
problema, es que Stan ni yo podíamos estar lejos el uno del otro; podíamos
estar peleando, llorando, sufriendo, pero bastaba el mínimo gesto, la más
ligera mirada para empezar de nuevo, para dejarnos llevar. Algunos podían decir
que eran puras hormonas, que estábamos volviéndonos adictos a nuestra pasión;
podrían tratar de reducirlo a simple sexo, a puro deseo carnal. Pero lo que
había entro nosotros, era mucho más complicado de explicar, era algo que únicamente
él y yo podíamos entender.
Los Vulturi, Claire, Stan, el
Sellamiento, el abuelo Charlie… eran tantas cosas, era como estar haciendo
malabares mentales. Tanto qué pensar, tanto qué abarcar y la verdad, es que
nada estaba haciendo bien. Quería cerrar los ojos y que todo pasara. Cerrar los
ojos y volverlos a abrir cuando todo hubiera terminado, o cerrarlos
definitivamente, lo que fuera, pero dejar atrás todo de una maldita vez. Al día
siguiente, me recordé, a esa hora empezaría nuestra marcha hacia Volterra.
Arrojé la colilla al suelo y la apagué
con un pisotón. Saqué otro cigarro, me lo llevé a la boca y lo encendí dando
una fuerte calada. Un viento frío se dejó sentir, alborotándome algunos
mechones sueltos de la coleta con la que me había recogido el cabello. La tenue
oscuridad empezaba a apoderarse de la ciudad, mientras las lámparas de la Piazza y de algunas casas y comercios se
iban prendiendo poco a poco. No tenía ni
idea de qué hora sería, había estado tan sumida en mis propios pensamientos que
no sabía si habían vuelto a sonar o no las campanas de la iglesia. Lo único
seguro, es que no quería regresar aún, aunque si no lo hacía pronto, mi familia
empezaría a preocuparse por mi.
–Creí que habías dejado eso
Pegué un saltito, asustada por la voz
que de pronto había sonado a mi costado izquierdo, prácticamente saliendo de la
nada.
–Alice se va a poner frenética cuando se
lo diga.
–No tiene por qué saberlo, a menos que
le vayas con el cuento. –Ladeé la mirada, enarcando una ceja al verlo.
Stan se sentó a un lado de mi, tomando
un cigarro de la cajetilla y encendiéndolo parsimonioso con el encendedor de
plástico. Le dio una larga calada y me pareció una eternidad antes de ver como
expulsaba el humo por su boca.
–Creí que lo odiabas –dije, señalando
con un movimiento de cabeza hacia el cigarrillo –Si mal lo recuerdo, me llevé
un par de críticas de tu parte por mi odioso vicio.
–Odio que tú fumes. No me gusta nada que
pueda ocultar tu aroma natural.
No respondí. Me limité a contemplarlo detenidamente
mientras daba fumada tras fumada antes de recordar que yo también tenía un
cigarrillo en la mano.
Todo esto también lo estaba afectando. ¿Por
qué demonios no salía de caza? Ni siquiera el color de sus ojos había tenido
que ser camuflado; eran de un negro casi absoluto, haciendo imposible
distinguir el iris de la retina. Ni hablar de los círculos oscuros bajo sus
ojos, dándole un aspecto trasnochador o de enfermo.
–Tienes que beber –solté, sin poder
evitar que mi tono de voz no sonara como una crítica.
No contestó. Sencillamente, le dio la
última calada al cigarro antes de tirar la colilla a un par de metros de
nosotros. Dejó salir el humo en forma de aros. Supuse que esa era la “técnica
Stan #521 para evadir un tema”
–Debes hacerlo –insistí, negándome a
permitir que me ignorara –Mañana iremos allá
y no puedo dejar que no vayas al cien.
Esbozó una sonrisa burlona y
encogiéndose de hombros, me contestó: –No sé de que hablas.
–Stan… –alargué la mano, posándola en su
mejilla, mientras con el pulgar acariciaba la piel bajo su ojo izquierdo
–Tienes sed. Lo sabes tan bien como yo –murmuré tan bajito, que apenas si me
pude escuchar yo. Lo hice por precaución, no quería que nadie se enterara de lo
que estábamos hablando. Sabía que él no tendría problemas para entenderme, aun
si hablaba entre dientes.
–¿Y estas preocupada por mi?
–¡Claro que si! –chillé, retirando mi
mano de su rostro, y atrayendo de
inmediato la mirada de un grupo de unas seis personas con pinta de turistas.
Nerviosa, esbocé una sonrisa hacia ellos, esperando que volvieran a ignorarnos.
–¿Por qué?
Lo miré con incredulidad.
–¿De verdad no sabes por qué? –puse los
ojos en blanco, era increíble este hombre. Recuperé mi tono de voz quedito, y
lancé una rápida mirada para asegurarme que los turistas se habían olvidado de
nosotros –Estoy preocupada porque no has bebido, porque te vas a ir a meter a
un maldito baño de sangre contra unos asesinos que probablemente nos lleven
unos siglos de ventaja en el arte de matar a sangre fría.
»Estoy que me subo a las paredes de
preocupación por ti, no entiendo por qué si… –hice una pausa, nerviosa. Aunque
los de mi especie estaban a por lo menos un kilómetro de distancia e,
irónicamente, a más de 5 metros bajo tierra,
no me parecía una distancia lo bastante segura como para hablar de
nuestros intercambios de sangre –¿por qué mi sangre no te ha servido? No
entiendo por qué tus ojos se han vuelto negros.
–Tal vez porque la misma cantidad que he
bebido de ti, es la misma que tú has tomado de mí –pronunció, encogiéndose de
hombros, restándole importancia al asunto.
–Stan, esto es serio. Tienes qué ir y
cazar. Lo que sea, pero tienes que beber.
–¿De verdad estás preocupada por mi?
–Por supuesto, tremendísimo cabezota.
–Me alegro –escupió con sequedad.
¿Qué se alegraba? ¿De qué venía eso?
–Ahora tienes una pequeña idea de como
me siento yo –continuó, con un tono grave–Esa preocupación que dices sentir por
mi no es ni una décima parte de la que yo siento por ti.
–¿Preocupado? ¿Por mi? ¿Y eso?
–¿De verdad no sabes por qué? –repitió
mis palabras, con la voz cargada de bastante ironía. –Kotě, me estás haciendo pasar un verdadero infierno.
Fruncí el ceño, ¿a qué se refería?
–No soy ningún estúpido. –Su rostro se
volvió una máscara totalmente seria, mirándome con intensidad, como si
estuviéramos solos, a pesar de estar en una Piazza
rodeados por turistas y lugareños que rondaban por ahí, tan ajenos a la
existencia de nuestro mundo –Te estas esforzando demasiado por aparentar
tranquilidad, pero pareces olvidar que te conozco, te siento –Se mesó el
cabello, con cierta frustración –Quiero zarandearte, hacerte reaccionar, pero
me tengo que contener porque entonces tus padres se darían cuenta, y dejaste
muy en claro que no quieres que ellos se enteren de nada.
»Pero no has podido despistar a tu
padre, ¿sabes?
–¿Qué? ¿Qué te ha dicho? ¿Qué es lo que
sabe? –mi voz sonó algo ansiosa. Había creído ser lo bastante lista como para
evitar cualquier pensamiento o recuerdo que le dejara ver a papá alguna señal
de lo que había descubierto y el montón de lúgubres pensamientos que me habían
asaltado después de eso.
–Nada sobre la chica, pero sabe que algo
está sucediendo contigo. Has estado demasiado tranquila, eso lo ha hecho darse
cuenta de que algo no anda bien.
Me mordí el labio, nerviosa. Estaba
hecha un lío, y de pasada, estaba liándoles las cosas a Stan y a mi padre,
justo cuando debían estar enfocados en algo más importante que en mí.
–Podría pasarme días, meses, diciéndote
lo mismo, tratando de hacerte entender que por lo que pasó con Claire, eso no
quiere decir que tú seas mala. Pero si estás decidida a flagelarte, a hundirte
en la miseria y la autocompasión… –soltó el innecesario aire de sus pulmones
con violencia, exasperado.
–Lo siento –pronuncié con timidez,
bajando la mirada.
–¿Por qué?
–Por no… por ponerte las cosas tan
difíciles. Y siento también que te des por vencido conmigo.
Ahora fue el turno de Stan de poner su
mano en mi mejilla, obligándome a levantar la mirada y dirigirla hacia él.
–No, eso nunca. Pase lo que pasé, jamás
me daré por vencido contigo.
Esbocé una triste sonrisa torcida, sintiendo
el picor de unas traicioneras lágrimas brillar al borde de mis ojos. Parpadeé
un par de veces, decidida no llorar. Era otra de las cosas de las que estaba
harta. Había tenido demasiadas lágrimas a lo largo de mi existencia, las
suficientes para llenar un río.
–Diablos, soy mediocre como ser humano y
mediocre como semivampiro. –traté de imprimirle cierta burla a mis palabras. –Y
tú que quieres convertirme. Sería un desastre.
–Eso no lo sabes.
–Pero no es difícil imaginarlo. Me la
pasaría en el vaivén de la psicopatía a la depresión. Y como vampiro, todo eso
se intensificaría y sería un calvario existir así eternamente… terminaría por
prenderme fuego a mi misma. O matando a todo el planeta entero.
–Mientras nos tengas a tu familia y a mi
a tu lado, nada de eso sucedería. Deberías tener un poquito más de fe en ti
misma.
–¿Fe? Tú no crees en esas cosas, si mal
lo recuerdo. No crees en Dios.
–Pero creo en ti. Tengo fe en ti, en
nosotros.
»Escúchame bien –tomó mis manos entre
las suyas –No tengo el don de Alice para ver el futuro, no sé que nos depare
mañana, es más, ni siquiera estoy seguro de lo que podría suceder en los
próximos cinco minutos, pero de lo que sí estoy convencido es de que cuando te
conviertas, las cosas irán bien. Todos tus temores son imaginarios, eres
fuerte, eres inteligente, compasiva… será difícil, no lo niego, pero serás
capaz de superar todo. Yo estaré a tu lado, siempre.
Guardé silencio. Ese siempre sonaba tan
pesado, teniendo en cuenta que lo último que me importaba era sobrevivir al día
de mañana.
–Ven, acompáñame.
Stan se levantó de pronto, y con el
mismo impulso, me puso de pie a mí también.
–¿A dónde vamos?
–De regreso a la iglesia.
Torcí el gesto. No tenía ganas de volver
aún.
–Has estado horas fuera. Tu familia empieza
a inquietarse.
–Supongo que tienes razón –concedí –Pero,
¿qué pasa contigo? Tienes que salir a beber –las últimas palabras las dije
quedito –Puedo volver sola en lo que tu vas y…
–Prefiero acompañarte.
Estaba desconcertada, por decirlo de
alguna manera. Digo, estábamos en medio de una conversación seria y de pronto,
me sale con que teníamos que regresar. Pero no dije nada, simplemente me dejé
guiar a través de las callecitas de la ciudad, aferrada a la mano de Stan
mientras recorríamos la distancia hasta la vieja iglesia.
Llegamos justo cuando la gente salía de
misa, así que con algo de cuidado fuimos subiendo los escalones, tratando de
esquivar a la gente que salía del templo. No fue fácil, y en medio de unos
cuantos codazos y unos “mi scusi”,
llegamos al interior. Supuse que tendríamos qué esperar hasta que el sitio
estuviera despejado, porque alguien podría vernos y hacérsele extraño que
entráramos a la sacristía con tanta libertad y sin que nadie nos detuviera.
Stan me guio con firmeza hasta la
primera banca del lado izquierdo, frente al altar. La iglesia olía a cera, flores e incienso. Con timidez, volví
la cabeza sobre mi hombro, apenas un momento, pero pude darme cuenta que había
otras tres personas, pero estaban en las últimas bancas, las más cercanas a la
enorme puerta de la entrada.
–Carlisle me contó que de pequeña, él te
enseñó sobre religión. Su padre había sido un pastor anglicano, ¿verdad?
–Sí. Me enseñó todo lo que pudo sobre la
religión. Papá quería que a pesar de lo que soy, recibiera la doctrina
religiosa.
–Tu abuelo me dijo también, que eres muy
creyente.
–Sí, pero ¿a qué viene todo esto? ¿Y
cuándo hablaste con mi abuelo? –mi desconcierto aumentó. ¿A dónde quería llegar
exactamente?
–Alguna vez hablé con él, mientras
dormías. Quería conocer más de ti, como habías sido de niña. Y a tu familia le
encanta hablar de lo dulce que eras de pequeña.
Bueno, no podía decirse exactamente que
siempre fui una dulzura. Siendo honesta, de vez en cuando hacía mis pataletas,
sobre todo cuando no lograba que mis padres me dieran todo lo que se me
antojara. Mis tíos me tenían demasiado mimada y mis padres trataban de
compensar eso con disciplina.
–Ok, pero no entiendo a qué viene todo
esto.
–Bueno, a falta de la Abadía de
Westminster, esto nos tendrá que valer –apuntó con un gesto de cabeza hacia el
altar. Seguía sin comprender –Es hora de hacer algunas promesas. Corrijo, hay
que hacer algunos juramentos. Entre las cosas que Carlisle me contó fue que te
tomas muy en serio cuando juras algo; tanto así, que rara vez lo haces.
Era verdad. Una de mis filosofías de
vida era que las promesas eran flexibles y algunas veces, se podían romper. Los
juramentos no.
–Y aunque no eres católica, supongo que
al final, es el mismo Dios para todos.
–Stan, creo que será mejor irnos…
realmente no me empiezo a sentir cómoda con todo esto –la voz me salió
temblorosa. No sabía qué se traía entre manos, pero yo no estaba dispuesta a
dejar que me avasallara hasta arrancarme algún juramento que no estaba lista
para hacer.
Hice un amago de ponerme de pie, pero
bastó con que Stan pusiera su mano firmemente sobre mi muslo, para evitar que
lo hiciera.
–Aquí, ahora, en este lugar, te juro
salir de caza, recuperar las fuerzas y llegar bien a la batalla de mañana, tal
y como tú lo deseas.
–¿De verdad vas a jurarme eso? Esto no
es un juego, Stan. Estas cosas me importan, y si es una broma…
–Estoy hablando en serio. Te lo dije
antes, cuando perdí mi humanidad, perdí mi fe en la existencia de un Dios que
permitiera que monstruos como nosotros existieran. Pero tú me has devuelto la
fe en alguien, en ti. Y es por esa fe, que juro dejar de ser un cabezota, como
dices, y salir a alimentarme.
»Pero necesito que tú también me jures
algo.
–¿Qué?
–Júrame que sobrevivirás al día de
mañana. Júrame que no dejarás de luchar ni un segundo, júrame que no me dejaras
solo, que lucharás, que el sobrevivir a la pelea no será lo que menos te
importe.
“¿¡Cómo
lo sabe!?”, gritó mi mente, mientras habría los ojos como platos,
sorprendida. Pero la pregunta sería más bien ¿cómo no iba a saberlo? Nuestro sellamiento había sido completado.
Éramos uno solo, eternos, indestructibles. Sentimientos verdaderos maximizados,
sentir al otro, ser el otro… Tonta de mí por pensar que por un minuto podía
haberlo engañado.
No me di cuenta de que una solitaria
lágrima se deslizaba por mi mejilla derecha hasta que la gota cayó sobre mi
mano. Con del dorso, limpié el húmedo rastro de mi cara.
–No puedo…
–¿No puedes? Entonces, yo te hago otro
juramento: si tú no sobrevives, yo tampoco. Mi existencia está atada a la tuya.
No puedo concebir una existencia sin que estés a mi lado, laska. Salvaremos a tu abuelo humano, pero antes de acabar con el
último Vulturi, dejaré de pelear.
–¡No puedes hacer eso! ¡Te lo prohíbo! –mi
voz chillona resonó en el interior de la iglesia, atrayendo la mirada
indiscreta de aquellos que todavía permanecían haciendo sus oraciones. No
necesité echar un vistazo hacia atrás, podía sentir las miradas encima de
nosotros. Respiré profundamente, intentando recuperar la calma.
–¿Por qué? – preguntó quedamente, tanto
que apenas si sus labios se habían movido. –¿Por qué habría yo de sobrevivir?
–Porque te amo, y tu vida me importa más
que la mía.
Stan tomó mi rostro entre sus manos,
mirándome con ternura, con amor, con una maraña de sentimientos tan intensos
que me desarmaron por completo, dejándome temblorosa.
–Yo no vivo. Existo. Y precisamente esa
existencia, te pertenece por completo, es tuya, está atada a ti.
»Así como dices que mi “vida” te importa
más que la tuya, yo siento lo mismo. Te juro, en este lugar, delante de tu
Dios, que te seguiré allá donde decidas
ir. Juro pelear con la misma intensidad que tu, juro luchar hasta el final y
juro dejarme matar en el instante en que tú decidas hacerlo.
Negué con un movimiento de cabeza. No
quería escucharlo decir esas cosas, no podía, no debía decirlas.
–Pero sobre todo, juro que jamás
permitiré que te des por vencida. Juro que lucharé contra esa oscuridad que
quiere poseerte nuevamente, juro que cada día pelearé por alejar cada sombra,
cada fantasma. Juro que haré todo lo que esté en mis manos, e incluso lo
imposible, por volver a ver esa brillante sonrisa, por hacerte feliz.
Me mordí el labio con fuerza, deseando
detener las lágrimas que corrían con total libertad por mis mejillas. Ese
hombre me amaba de verdad, me amaba a pesar de estar hecha un desastre. Me
había amado en mis días más brillantes, me amaba a pesar de las sombras en las
que me sumergía.
–Te amo. Te necesito más que a nada en
este mundo. Y cada uno de esos juramentos que he pronunciado, pienso cumplirlos
a raja tabla.
No contesté nada. No sabía qué decir, en
mi mente se agolpaban tantas ideas, tantos pensamientos, pero simplemente, era
como si mi cerebro y mi boca estuvieran desconectados. Stan también guardó
silencio, librando mi rostro de su contacto.
–¿Qué quieres de mi, Stan? –pregunté con
un hilo de voz, al fin.
–No voy a presionarte para que me des
algo que no quieras darme.
–¿Y todos estos juramentos, qué son?
–Un regalo para ti. Sabes, no tengo el
dinero para llenarte de joyas, para poner el mundo entero a tus pies. No tengo
mucho, solo el amor que siento por ti. Y cada una de esas palabras, es una
pequeña muestra de lo que significas para mí.
Yo no necesitaba cosas materiales. Había
nacido en una familia asquerosamente millonaria, había tenido todo cuanto había
deseado. Poseía millones en joyas en un banco de Paris como parte de la herencia
que tía Rose me había legado, una herencia que nunca había tocado. Mis padres
me habían abierto un montón de fideicomisos, inversiones, bonos… Era una pobre
niña rica a la que solo le faltaba una cosa, tal vez la más importante: ser
feliz.
Stan tenía razón en algo: nuestras vidas
estaban atadas la una a la otra, inexorable. Éramos uno solo, una sola alma, un
solo corazón latiendo por los dos. Lo había sabido desde el principio, desde
aquel día que desperté en Florencia, sin saber mi nombre, sin saber nada del
mundo de los vampiros, de la sangre, el instinto asesino. Lo supe cuando mis
ojos se encontraron con los suyos. Lo supe entonces, aunque no fui consciente
de ello. Lo supe desde aquella primera noche entre sus brazos; lo sabía aun
cuando le dije adiós pensando que era lo correcto. Siempre lo supe, aun cuando
intenté relegar esa verdad a lo más profundo de mi psique y seguir con mi vida
tal y como los demás esperaban que lo hiciera.
Lo sabía en ese instante, sentada frente
a él, escuchando cada uno de esos juramentos. Mi vida ya no era solo mía, le
pertenecía también a él. Hacerme daño a mi misma era hacerle daño a él. Empezaba
a entenderlo, a comprender cuánto le debía a este amor.
“Y
por eso debes pelear. Por eso debes vivir, debes seguir adelante, luchar contra
las tinieblas que quieren poseerte una vez más. Tienes que pelear, por los dos.
Se lo debes a él, te lo debes a ti misma”, gritó esa pequeñita parte de mi
voz interior que estaba decidida a no dejarse rendir tan fácilmente.
–No ha sido fácil, ¿sabes? He tenido
tanto, todo lo que podría desear… Con un simple chasquido, podía conseguir lo
que quisiera. Tuve una familia que me amaba incondicionalmente, que me mimaban
a pesar de los esfuerzos de mis padres para que no me terminara convirtiendo en
la terca, impulsiva e inmadura chica que terminó metiendo la pata una y otra
vez, hundiéndose más y más en sus errores, como si se trataran de arenas
movedizas.
»He tenido tanto y he perdido el doble. Y he sido bastante
cobarde, me he dejado vencer tantas veces, hundirme en mi propia miseria…
–Renesmee, no…
–Es más fácil dejarte arrastrar hacia allá
–dije, ignorando su intento de interrumpirme– Me canso de luchar, me canso de
pelear contra mi misma, contra lo que soy. Y termino escogiendo la salida más
fácil, estoy agotada.
–¿Piensas renunciar? –pronunció con las
quijadas apretadas, tenso, enojado, incrédulo.
–No –negué con la cabeza, intentando
darle mayor énfasis a mis palabras –Quiero hacerlo, sería lo más sencillo, pero
no puedo. ¿Sabes por qué? Por ti, por mi, por todo lo que hemos tenido que
pasar para estar aquí.
»Tienes razón, nuestras vidas o
existencias, nos pertenecen a los dos. Te amo, completa y estúpidamente. Y por
este amor, por todo lo que hemos tenido qué pasar para poder estar juntos, debo
pelear, debo luchar. Y te juro que lo haré, no va a ser fácil, va a ver
momentos en los que voy a dudar, en los que esa oscuridad me va a hacer
tambalear.
–Estaré a tu lado. Siempre –tomó mis
manos entre las suyas con devoción. –Yo seré tu fuerza, tu apoyo, lo que sea
que necesites.
–Te juro que sobreviviremos al día
después de mañana. Te juro que lucharé por tener un futuro contigo, por pasar
cada día de mi vida a tu lado. Hasta el último aliento, hasta el último latido.
Nos miramos por lo que me pareció una
eternidad, contemplándonos, entendiéndonos. Él era él único capaz de disipar la
oscuridad de mi alma, el único que podía hacer que yo no me rindiera.
De repente, Stan se llevó la mano
izquierda al bolsillo delantero del vaquero que usaba, como buscando algo.
Pensé que estaba buscando su móvil.
Finalmente, sacó la mano empuñada,
sosteniéndola así durante unos instantes mientras decía:–He llevados esto desde
que salí en tu búsqueda a Nueva York. Lo he guardado durante años, con la
esperanza de que algún día podría dártelo.
Abrió la mano, mostrando en el centro de
su palma una sencilla argolla de plata. Un aro perfecto, liso, sin ningún tipo
de adorno o piedra.
–Lo compré en nuestra primera cita
oficial, aquella noche en Florencia, ¿recuerdas? –asentí. Tenía un nudo en la
garganta, mientras sentía otra vez el picor de las lágrimas en los ojos. No
estaba segura a qué venía esto, pero al mismo tiempo, lo entendía –En una de
esas escapadas que tuve que hacer para cambiarme los lentes de contacto, pasé
por un puesto donde vendían joyas de plata. Y vi este anillo, tan sencillo en
comparación con otros que había ahí, y sin pensarlo siquiera, sin entenderlo,
tuve el impulso de comprarlo.
»Lo he guardado desde entonces. Sabiendo
que solo había una sola persona a la que podría pertenecerle alguna vez.
Tomó mi mano izquierda, y puso un suave
beso en el dorso de mi mano. Me estremecí, no por el frio contacto de sus
labios, sino porque de pronto sentía mi corazón latir como el aleteo de un
colibrí.
–Sé que nunca has querido ponerte una
alianza – entendí que se refería a que no acepté casarme con Jake –Y tal vez
este no sea el mejor momento; tal vez no es lo que habías soñado, pero…
Guardó silencio, y no pude evitar
sonreír. Mi vampiro checo, tan avasallante, tan cabezota, tan aguerrido, se
estaba quedando sin palabras.
–¿Qué significa este anillo, Stan?
–¿No te lo imaginas?
–Quiero escucharlo de tu voz.
–Este anillo significa otro juramento
más. Un juramento que pensé jamás volver a hacer, que había descartado por
completo, pensando que eso pertenecía a un pasado y a una vida demasiado
lejana.
»Este anillo significa que, si tu me
aceptas, juro amarte hasta el último día. Juro amarte, respetarte, cuidarte y
protegerte. Juro estar ahí para ti, siempre. Ser tu amigo, tu paño de lágrimas,
tu roca, tu fuerza cuando la necesites.
–¿Me… me estás pidiendo que…? –la voz me
salió ahogada de tanta emoción.
–Quiero que seas mi esposa. Cuando toda
esta locura pase, podemos hacer una gran boda y…
–No quiero una gran boda. Quiero esto
que tenemos aquí. Estamos en una iglesia, tenemos una alianza y no creo que
nadie pueda amarse más de lo que tú y yo nos amamos. No necesito un vestido de
diseñador, ni flores ni fiesta ni pasteles de boda, ni un juez de paz o pasar
por la vicaría. Solo te necesito a ti.
Stan esbozó una amplia y luminosa
sonrisa. Sin mediar palabra, se puso de rodillas ante mi, que seguía sentada
sobre la banca de madera. Casi con reverencia, empezó a deslizar el anillo por
mi dedo anular.
–Yo, Stanislav Masaryk, te tomo a ti,
Renesmee Carlie Cullen como mi esposa, mi compañera, mi amiga, mi amante. Mi
mundo entero. Juro que cada día lucharé por hacerte feliz, por hacerte reír,
por hacerte sentir cuanto te amo.
Cuando el anillo llegó a la base del
dedo, entrelazamos nuestras manos y fue mi turno de arrodillarme a su lado.
–Yo no tengo un anillo para ti en estos
momentos, pero… –la emoción amenazaba con ganarme –Yo, Renesmee Carlie Cullen,
te tomo a ti, Sanislav Masaryk como mi esposo, mi vida, mi amigo, mi todo. Juro
que te amaré por siempre, aquí o en el más allá. No ha habido, ni hay, ni habrá
nadie más que tú.
»Prometo luchar por los dos, por no
dejar que esas sombras de oscuridad me nublen la vista y me impidan ver lo más
importante. Prometo que cuando sienta que las fuerzas me flaquean, cuando
sienta que estoy a punto de caminar por el borde del abismo, recordaré este
momento, cuanto te amo. Y eso bastará para sacar mi fuerza y seguir adelante.
Con la mano derecha, me limpié las
lágrimas del rostro y le di un tímido beso en los labios.
Eché un vistazo hacia las bancas de
atrás. En algún momento nos habíamos quedado solos, teníamos la iglesia para
nosotros dos. Y aunque no había caminado por el pasillo del brazo de mi padre,
ni había gastado un dineral en una súper boda y tampoco había habido un
sacerdote, pastor o juez de paz, yo me sentía tan casada y unida a Stanislav
como si hubiera sido una boda tradicional.
–Más adelante, podemos hacer una boda
con toda la regla para su familia, señora Masaryk.
“Señora
Masaryk”, me estremecí de emoción al escuchar las palabras. Que bien se
sentía eso.
–Si quieres, pero para mi esta es la
boda que siempre quise tener. La única con la que alguna vez me permití soñar:
contigo. No necesito nada más.
Me pregunté si el corazón podía estallar
de felicidad. Quería que ese momento, esa sensación durara para siempre. No
quería pensar en el ayer o en lo que podía pasar al día siguiente, todo lo que
me importaba era lo que estaba sucediendo en esa antigua iglesia. Aun cuando yo
no era católica, para mi tenía el mismo valor como si la hubiera oficiado un
pastor anglicano.
De pronto, sentí como si el suelo
temblara debajo de mí. Probablemente eran figuraciones mías, pensé. Pero una
nueva sacudida y un vistazo al rostro sorprendido de Stan, me hizo entender que
no lo estaba imaginando. Realmente estaba temblando.
Nos pusimos de pie en un suspiro. Los
antiguos candelabros que colgaban del techo se movían con violencia antes de
que los focos estallaran, regando vidrios por todos lados, sumiendo la iglesia
en la oscuridad apenas cortada por las llamas de las veladoras y cirios, que parecían
luchar por no apagarse.
Una de las puertas de la iglesia se
abrió con violencia y a través de ella, pude ver tres figuras adentrarse al
lugar. En medio de la confusión de mi cerebro, tardé en enfocar la mirada y
entender qué es lo que estaba pasando.
Una de esas figuras iba por delante,
cubierta de pies a cabeza por una larga capa negra. A cada paso que daba, las
llamas de las velas se elevaban y enardecían. A medio camino entre la puerta y
el altar, la imagen de uno de los santos explotó en añicos, mientras un enorme
cuadro que estaba a unos cinco metros de nosotros, en la pared izquierda, caía
estrepitosamente al suelo.
Instintivamente, me abracé a Stan,
temblando de miedo ante lo que veía. Porque algo en mi cabeza me decía que lo
que estaba pasando no era normal, que no se trataba de algún sismo producto de
la madre naturaleza. Sobre todo, cuando al enfocar bien la vista, descubrí que
las dos figuras que seguían a la primera se trataban de Vladimir y Stefan, los
vampiros rumanos.
Sentí como si estuviera clavada al
suelo, incapaz de moverme. La figura con la capa negra se detuvo frente al
altar, apenas unos cuantos pasos de distancia de nosotros. Y con gesto teatral,
se levantó la capucha y dejó caer la capa a sus pies. Abrí la boca con sorpresa,
tanto que creí que la quijada me terminaría en el piso, tal como la capa negra.
Ahí, ante mis ojos, y con una expresión
de pura malvada diversión, la Señora se
hacía presente.
–Vaya, vaya, si son Stanislav y la
pequeña mestiza. Justo a quienes estaba buscando.
La voz de la mujer me erizó cada vello
del cuerpo. Exudaba pura maldad.
–Vladimir, Stefan, adelántense y llamen
a mis hijos. Es hora de marcharnos.
¡¿Qué?! ¿Por qué? Aún no habíamos
luchado contra los Vulturi. ¡No podían dejarnos tirados así como así!
Los vampiros siguieron las órdenes sin
chistar, entrando por la puerta hacia la sacristía con paso decidido. No habían
avanzado más allá de la puerta, cuando el grito casi inhumano salió de ahí.
Reconocí el tono de voz del sacerdote de la iglesia. ¿Qué le habían hecho?
–¿Qué está pasando? –pregunté con un
hilo de voz, intentando comprender e imaginándome lo peor.
–Me llevo a mis hijos.
–Pe-pe-pero ¿por qué? Creí que teníamos
un trato…
–Lo teníamos, sí. Pero yo no hago tratos
con aquellos que rompen nuestras leyes.
–¿De qué está hablando, Señora? –preguntó Stan, tenso como un
animal listo para atacar a la menor provocación.
–De que ustedes han cometido un crimen
de sangre. Es tabú, lo saben.
»Así que nuestro trato queda disuelto, y
ustedes serán juzgados como debe de ser.
¿Juzgados? ¿Pero qué demonios…?
–Serán condenados a la verdadera
muerte.
¡¿Queeeeeeeeeeeeeeé?! ¡Tenía que estar
bromeando! Ella no podía saber lo de Stan y yo… ¿o sí? Era una locura.
–Está equivocada, debe haber un error.
–¿Pretenden engañarme? Mestiza, no soy
ninguna estúpida. No tienes idea cuántos años llevo vagando por esta tierra. Y
por intentar engañarme, serás la primera en morir.
–¡No! –gritó Stan, furioso
La mujer lo miró tal como se mira a una
alimaña. Se acercó a él, y sin el menor esfuerzo, lo agarró por el cuello y
empezó a clavar sus dedos entre la piel de Stan. La presión sobre la piel era
tal, que parecía que iba a romperle el cuello, incluso, podía jurar que
escuchaba un sonido similar al de la porcelana resquebrajándose.
–Por favor, no –supliqué –Se lo suplico,
no lo haga…
Sin pensarlo, me dejé caer de rodillas,
horrorizada al ver como estaba dispuesta a hacerle daño a Stan.
–Por favor… se lo ruego… Haré lo que
usted quiera, pero no le haga daño.
Me miró sobre el hombro,
despectivamente. Y como si nada, soltó a Stan, dejándolo caer al suelo con la
misma facilidad con la que lo había tomado por el cuello.
Me arrastré hasta Stan, horrorizada,
intentando comprobar que no le hubiera hecho daño. O no mucho. Sentí que la sangre
me abandonaba por completo, al ver parte de la piel de Stan hundida, brotándole
sangre a través de las heridas.
–¿De verdad harías lo que yo quisiera?
¿Lo que fuera? –preguntó con una odiosa diversión en su voz.
Asentí, impotente, temerosa de lo que
pudiera pasar. ¡Mi familia! Podía ocurrírsele hacerle daño a mi familia a
manera de reprimenda. O por simple placer de hacerlo.
–Bien, entonces tal vez, y solo tal vez, haya una forma en que nuestra
sociedad no se desintegre, después de todo.
»Todo depende, petite métisse, de lo que tengas para negociar.
Una nueva sonrisa cruel se formó en los
labios de la Señora. Y algo me dijo
que el trueque por su ayuda iba a ser de un precio demasiado caro qué pagar.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!! Me quede sin palabras, me encantó, me enamore de este cap, pero pobre Jake cuando se entere: Espero que actualices pronto!!! ;)
ResponderEliminarte amo mid me alegraste mi mañana c:♥
ResponderEliminarAhora si mis esperanzas de que tubiera su final feliz con jake se esfumaron, seguramente la señora va querer que le sirva o sea su esclava o algo asi,o tambien va querer que termine con la manada, o que traicione a su familia.
ResponderEliminarMID GRAXIAS ERES GRANDIOSA!!!! AHORA SI MI OPINION SOBRE EL CAP :
ResponderEliminar¡nooooooooooooooooooo ME MUERO DE LA INTRIGA AHORA TOKAA ESPERAR A VER Q QUIERE LA SEÑORA ESPERO Q NO SEA NADA RELACIONADO CON LOS HIJOS Q TENDRA CON STAN... TANTO DOLOR Q HAN PASADO SOBRETODO ELLA Y ESTAN NOOO MAS XFA Q CRUELDAD ESPERO Q SE APLIKE LO DE "DIOS APRIETA PERO NO AHORK" XQ AHORA Q XFIN STAN Y ELLA PENSABAN EN UN FUTURO JUNTOS DEVERAS Q SERIA FATAL!
MID XFA NO NOS DEJES MUY ABANDONADAS :)
Mil gracias por publicar, me tienes en suspenso cada vez que subes un capitulo, todos los dias checo y espero con ansias.
ResponderEliminarPorfa que el siguiente no tarde tanto.
GRACIAS
Mmmm ¿no sienten que Renesmee puede llegar a morir?
ResponderEliminarMe encantó el capítulo, mil gracias por publicarlo... me gustaría también que volvieras a acercarte a tus lectoras, con comentarios, feedbacks y demás...
Volviendo al capítulo ¿no les da una vibra que Renesmee puede morir en la batalla o tras tener a sus hijos?
AMEEEEEEEEEEEEEEEE EL CAPITULO OMG OMG MORIIII!!! ME ENCANTOOOO CLARO HASTA QUE LLEGO LA SEÑORA T_T ....
ResponderEliminarDIOOOOS QUE SEXY STAN CUANDO HICIERON EL AMOR EN LAS ESCALERAS GRRRRR jajajajajajajaja
Y LE PIDIO MATRIMONIO!!! WAAAA LLOROOOOOOO
muchas muchas gracias mid!!
RUEGO CON TODO MI CORAZON QUE NESSIE NO MUERA XFA YA HA SUFRIDO MUCHO, ES TIEMPO DE QUE DISFRUTE UN POCO, NO SERIA JUSTO.... Y BUENO A ESPERAR A VER QUE DICE LA MALDITA SEÑORA T_T
Gracias, por publicar estuvo maravilloso, por favor no tardes en publicar,pobre Nessie y Stan cada vez que creen poder ser felices les pasa algo, me encanto ese matrimonio tan sencillo y emotivo como debe ser entre dos, estuvo hermoso.....
ResponderEliminarGracias mantienes las esperanzas de que el amor todavía existe
OH MY DIOS COMO LA SEÑORA SABE ESO ??? ALGUIEN LOS VIO EN LAS ESCALERAS? SHITTT ESTE CAP ESTA TAAANN BUENO QUE NO SE QUE PUEDA PASAR EN EL QUE VIENE, Y LO QUE PUEDA OFRECER?? SI NO SE LA LLEVAN SERA QUE QUIERE EL BEBE DE NESSIE SI ES QUE ESTA EMBARAZADA¡? PORQUE LA SEÑORA ESTABA TAN CURIOSA POR LO QUE STAN Y NESSIE PODIAN CREAR?POR QUE STAN ESTA TAN REACIO A BEBER=? LO DEL SELLAMIENTO ME TIENE DANDO VUELTAS NO LO ENTIENDO ALGUIEN QUE ME ACLARE LA DUDA PLEASE!, Y POR OTRA PARTE STEFAN Y VLADIMIR WTF???. COMO SEA SENTEMONOS A PENSAR Y A ESPERAR JAJAJAJAJAJAJA
ResponderEliminarMID ERES UNA REINAAAAAAA <3 ESPERO CON ANSIAS UN ADELANTO!!!! BESOS
Lo de estan seguramente sea por k cada vez que bebe de ella se acerca más a su antigua dieta y como ha descubierto lo de el sellamiento,la suposicion más clara que he encontrado es que al haber bebido sangre de Nessie lo ha notado, espero que haya aclarado algo de duda :) Por cierto MID eres genial con esta novela, es hermosa,apasionante y con mucha acción, gracias por los buenos ratos.
EliminarHOLA MID, GENIAL CAPITULO, DIOS ES QUE NO VAMOS A TENER NUNCA UN POCO DE PAZ, ODIO A LA SEÑORA, QUE HABRA PENSADO PARA RENESME, POR FAVOR NO SEAS MUY MALA, Y QUE A PESAR DE TODO ESTE SUFRIMIENTO AL FINAL PUEDAN SER FELICES.
ResponderEliminarAUNQUE PASA TIEMPO ENTRE CAPITULO Y CAPITULO Y PARECE QUE PIERDO INTENSIDAD ESPERANDO, EN CUANTO EMPIEZO A LEER RECUPERO TODO LO QUE ESTA HISTORIA ME HACE SENTIR. GRACIAS POR SEGUIR CON LA HISTORIA Y COMO SIEMPRE DESEANDO LEER MAS.
UN ABRAZO MUY FUERTE.
sencillito,,,,,, BRUTALLLLLLLLLLLLLLLLLLL, mid, mis respeto eres una grande en esto de lograr sacar en uno las emociones. waoooooooooooo, lloreeeeee, me enoje,me emocione, senti y desee, un amor asi, un hombre asi, hay santo donde lo encuentro ??????? es simplementte hermosa tu historia de veras una de las mas bellas que e leido, tan diferente y refrescante. waoooo, vuelvo y dijo mis respeto eres una grande, grande en esto. y espero que no les pase nada ya han sufrido tanto. y si es cierto yo en lo personal senti como si ese momento de nessi y stan, era un despido. como se unieron en matrimonio fue hermoso. aunque me hubiera gustado boda, me gusto que stan, hablara con jacob, y jacob se que sera feliz, pues tambien le toca, no se sabe si nessi, tenga bebes todavia. porque pienso que lo que ella siente es por la infecion de la herida. ahora si me precupa stan, porque no se alimenta. y pues feliz porque jacob, sera papa. eso me gusto y espero que se case y tenga muchos hijos. en fin ya veremos que pasa. gracias mid, se voto con esta hermosa historia.
ResponderEliminarSimplemente: AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
ResponderEliminarLograste sacarme todas las diferentes emociones en un solo capitulo... SOS LO MEJOR QUE HAY.
TE LO RUEGO SUBE PRONTO PPOR QUE NO ME AGUANTO DE VERDAD NO AGUANTO. NO NOS HAGAS ESPERAR DOS MESES O 3 POR FVOR!!!!!! Esto ees muy inquietanteeeeeee. Oh por Dios.
POR SIEMPRE STAN Y NESSIE.
Lara Masaryk
Mid Gracias, gracias, gracias, mil gracias. No sabes cuanto me emocioné con este capitulo, me enamore nuevamente de Stan, entendí el conflicto emocional de Renesme, y lloré a mares con la pedida de mano. Cada frase, cada palabra, simplemente genial.
ResponderEliminarGracias mid, por este regalo. La historia que has creado cada vez se torna más interesante y conmovedora; solo nos queda esperar a tu próxima publicación; porque a pesar de todas las especulaciones que hagamos, la creatividad no nos alcanza para imaginar lo que se viene.
Saludos.
Sol.
OMG quede atonita y con ganas de leer mas..
ResponderEliminarPlease no tardes en publicar el pròximo cap. y eso de los mareos me esta a mi que la Señora le hecho algo a la sangre que bebiò Nessie y por eso sabe lo de la conexion ya que Stan bebiò de Nessie despues que bebiò la sangre. Y la señora yo creo que es mas mala que los mismo Vulturius.
o mid!! haz vuelto y de que manera!
ResponderEliminarme tuviste todo el capi al borde del asiento
y cuando dije ¡POR FIN! entre stan y renesme y PUM!
que sale la señora! :S bueno confio en tu inspiracion
y que la espera no sea tan larga y nuestra amada protagonista pueda tener un final feliz aunque sea a su manera!
por cierto es de las bodas mas romanticas que he
leido y visto, cada palabra llena de amor pero sin rayar
como decirlo? en la tipica cursileria te quedo fantastica!! :D
saludos!
MID QUE BUENO QUE ESYTAS DEVUELTA ESPERO EL OTRO CAPITULO CON IMPACIENCIA JAJA! :D
ResponderEliminarAhhhh mujer!!!! Definitivamente tenes un don!!!! Q genia mid!!!!! Ay espero q pronto actualices!!!!
ResponderEliminarMe sentí muy identificada con las emociones de renesme por lo de su pequeño niño, yo hace 7 meses perdí a mi satino de 36 semanas, así q me llego mucho lo que ella sentía....
como puedo leer la historia completa. desde el principio le agradeceria su ayuda. grasias
ResponderEliminarSi te subes en esta misma página del lado derecho del título está el archivo del Blog, ahi te vas paseando entre los capítulos desde los primeros del 2009 hasta el último que acabamos de leer.
EliminarY poquito más abajo está el Link para que te descargues la primera parte de la historia "Claro de Luna", que Mid nos hizo el tremendo favor de obsequiarnos. Disfrútala yo me hice adicta
gracias, por ayudarme [ Aecosmo ] pero fui al link y no me habren ningunos. yo pienso que podrian aver expirado. y trate para leerlo desde el principio pero. como que me salta empeze el en 2009, y me sale que ya nersi esta con stan, ese no es el principio. por favor que alguien me digan como hago. gracias nuevamente
EliminarLo sabía! Sabía que preparabas algo bueno! y no solo bueno! Magistral! Felicidades me encantó el capítulo!!!
ResponderEliminarY pensar al final yo de ilusa imaginándome a los Vulturis entrando a la iglesia y resultó peor... eres Maquiavélica! Me da más miedo la Señora que los Vulturis!
Esto es para infartarnos,llore como nunca con STAN,su amor hacia esa mujer,dios sus palabras,y luego se casa con ella y sus voto dios mio te comiste,todos los sentimientos en un solo capitulo,y cuando estoy llorando a mares por lo bello de su amor nos avientas al demonio ese,definitivamente que tu tienes algo de la senora o madre esa,pues en verdad eres mala al tratarnos asi,jajaja ahora porfavor,porfavor que esta si sea una bonita historia de amor,mira que lo necesitamos,no nos mates a STAN, ni a Reneesme,no los vuelvas a separar,mira que por su conexion ya no pueden estar separados,plis, plis, plis
ResponderEliminarpuede que nersie este sonando. todo eso ella se quedo dormida. asi que cabe esa posibilidad de que estaba sonando.
ResponderEliminarla verdad que aplausos y mas aplausos, el suspenso me deja con gran expectativa para el prox cap, definitivamente genial, cada vez mejor.
ResponderEliminarla mejor historia que he leido.
saludos!!!!!!
A la persona que quiere leer la historia desde el principio, envíame un correo a 5.marlyn@gmail.com y te envío el pdf Claro de luna y los capítulos que van de Luna Oscura
ResponderEliminarhola; disculpa entre hoy por si habia capitulo. y pues vi tu mensaje. muy agradecida por tu ayuda. me lo puedes enviar a cochin13@hotmail.com gracias eres muy linda por ayudar gracias mil.
Eliminarhoy una chica me digo, sabes queeee, no creo que nessi tenga un final feliz con stan, ellos no se casaron son votos entre ellos, eso es todo. y veras que ella termina con jake. o con otro pero no sera stan, te lo aseguro. eso me puso a pensar y tengo este mix de posibilidades y cosas locas em mi cabesita me tiene mal. leer tantas hipotesis me tiene mal.si muy mal, y peor esta espera, este final que no llega. vengaaaaaaaaaaaaaaa mid, dejalo irrrrrrrrrrrr,esta estapa debe terminar, para poder creear nuevasss historias.
ResponderEliminarde verdad escribes divino. Me encanta como te expresas y te animo a seguir haciendolo aunque para mi gusto jake no merecia este final... se suponia que ahora le tocaba su historia y merecia su final feliz junto a nessie!!!
ResponderEliminarMe acabo de dar cuenta de algo...
ResponderEliminarLA SEÑORA YA SABIA QUE ELLOS JABIAN cOMPARTIDO SANGRE!!! SI ELLA LE PIDIO PERMISO A STAN PARA PROBAR DE ELLA POR QUE DEcIA QUE cOMO ABIAN cOMPARTIDO SANGRE ELLA ERA DE EL... ENTONcES SI NESSIE NO ESTA SOÑANDO NO ENTIENDO MID...
super te felicito MID gracias por cada capitulo
ResponderEliminarQué locura!!! par de traviesos cómo se les ocurre demostrar su "amor" con con la posibilidad de que Jacob aparezca en cualquier momento, ay madre santa!! igual no estaban tan alejados de nuestros licántropos >.<
ResponderEliminarHe leído tu blog desde mediados de diciembre del año pasado y ahora soy una suplicante más por favor!!! no tardes en contarnos tu historia. El sólo hecho de pensar en alguien más perverso que los vulturis me estremece, en serio.
Mucho amor el de Stanislav, he de confesar que no me agradó este vampiro para nada, porque todavía creo que Jacob debería estar con Renesme, pero también prefería a Stanislav antes que al horrendo de Awka. me ha conmovido hasta las lágrimas esta conversación entre Stan y Renesme al igual que la que tuvo Renesme con Jacob en Forks cuando le pide perdón y él también acepta que fue tan egoísta como ella, aunque creo que Jacob estuvo confiado a la imprimación, y la sigue amando!! me duele Jacob no merece tanta mala onda y considerarla la mujer e su vida Auch!
Jaajjjaj creo que el principal tabú aquí es que Jacob haya procreado dos bebés y nos hayamos saltado esas partes de la "acción" jjjjjj ni modo. ^^
Renesme me deprime, con tantas complicaciones adquiridas y heredadas, ella desequilibra mis emociones tanto como su mamá, aún así son mis favoritas. Mid Te agradezco por compartirnos este fanfic.
saludos desde Bolivia
Sheyla