Disclaimer

Nombres y personajes de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer (menos los que no salieron en la saga original). Lo único mio es la historia que va uniendo a tan maravillosos personajes.
Esto es un homenaje a una de mis sagas favoritas, sin fines de lucro, por mera distracción.

domingo, 17 de octubre de 2021

RESCATE

 

Dicen que cuando pasas por un acontecimiento dramático, tu mente se protege y olvidas todo, o la mayoría de las cosas que viviste… pero a veces, cuando estás en una situación de mucha adrenalina y terror, todo se graba en tu mente, y es posible repetirlo una y otra vez; cada detalle, cada color, cada rostro… como si fuera una película y en realidad, apenas si duró un par de minutos.

A veces creo que lo que sucedió esa noche, me ha dejado caminando en una línea muy delgada entre el olvido y quedar grabado a cal y canto en mis recuerdos. Cerrar los ojos y lo único que puedo ver es destrucción y olor a muerte.

No recuerdo exactamente cómo llegamos hasta la cámara principal. Creo que estaba demasiado concentrada en intentar apaciguar el loco latido de mi corazón, que el bombeo frenético alertara a nuestros enemigos.

No sé cómo, pero los pequeños grupos en los que nos habíamos ido dividiendo para poder ingresar de manera más discreta por los diferentes pasadizos del castillo Vulturi, nos habíamos logrado reunir a unos pocos metros de la entrada camuflada. Estábamos todos menos Alejandro que estaba afuera listo para volar el edificio, y Jake, Seth, Neema  y una Erinia de la que no me había esforzado por retener su nombre. Ellos estaban buscando a mi abuelo y a Leah en el lado opuesto del castillo.

Emmett hizo una muda señal para que retrocediéramos un poco mientras se adelantaba y colocó lo que parecían unas pequeñas calcomanías negras sobre el arco de la entrada. A toda velocidad y en un parpadeo, regresó tan atrás como nos habíamos alejado y ¡boom! El primero de varios estallidos que escucharíamos esa noche.

Lo que había sido una entrada perfectamente camuflada en un antiquísimo mármol, se resquebrajó y empezó a caer como si se tratara de una ligera capa de nieve.

Stan me había protegido con sus brazos de la explosión, evitando que algún escombro pudiera dañarme; pero después de la explosión, solo me quedó un molesto y repetitivo pitido en los oídos. Aunque realmente no tuve tiempo de preocuparme por eso o ponerle mucha atención. Oh no, todo el oxígeno parecía haberse extinguido del ambiente, todo sonido parecía haber muerto en la explosión… porque había un descomunal e irregular hueco en la pared, y detrás de él, una escena sacada de una pesadilla, algo muy parecido a un cuadro sacado de las Pinturas Negras de Francisco de Goya.

En ese profundo hueco, 21 vampiros, con las manos y los rostros manchados de sangre, algunos con sus víctimas todavía en sus manos, nos miraban atónitos, como si no estuvieran seguros de lo que estaba sucediendo.

No podría decir e exactamente como lo supe o cómo medí el tiempo, pero durante seis segundos, todo se detuvo. Nadie se movió, nadie parpadeó, fue la nada absoluta y al segundo siete, el caos estalló en proporciones casi apocalípticas.

Gritos, gruñidos y el olor metálico de sangre fresca, eso era lo que inundaba la habitación; y para rematar, un apagón dejó en tinieblas el recinto. Pero para monstruos como nosotros, acostumbrados a vivir en las penumbras, la luz no era necesaria para luchar a muerte contra los enemigos del otro bando.

­­–Renesmee, cariño, no sueltes mi mano... pase lo que pase, no te alejes de mí –Stan susurró en mi sien, antes de tirar de mi mano hacia la pesadilla

Demonios, era demasiada la sangre que manchaba el antiquísimo mármol, cuerpos inertes con los ojos abiertos llenos de terror aún después de muertos; otros, los que no habían alcanzado a ser masacrados, se debatían entre el dolor del veneno de los vampiros y el desangrarse por las inmisericordes heridas recibidas por parte de los Vulturis. Evidentemente, habíamos interrumpido la cena de fin de año. Tenía que concentrarme en mi objetivo, que era llegar a Marco y mostrarle lo que la Señora me había indicado; pero la contradicción de luchar entre el asco de ver esa carnicería y el picor que sentía en mi garganta, deseando poder saborear esa sangre desperdiciada, parecían jugar en mi contra.

Todo pasaba tan rápido, pero a la vez, a cámara lenta. Stan se aferraba a mi mano, avanzando juntos en medio de la lucha, mientras que con la que tenía libre, apartaba enemigos, tratando de protegerme.

Paseando mi mirada frenéticamente de un lado a otro, veía a mi madre tratando de manipular su don y protegernos, mi padre peleando a unos pasos contra dos Vulturis de capa gris oscura, intentando por todos los medios que mamá no fuera herida.

Los Cullen, los Denalli, las Erinias, los Rumanos… todos peleaban con furia, bestias contra monstruos.

­–¡Neema, vengan al salón! ¡La loba y Charlie están aquí! – la furiosa voz de tío Emmett sonó a través de nuestros equipos de comunicación. –¡Los necesitamos aquí!

¿El abuelo Charlie estaba ahí? ¿Pero… cómo?

Un muy mal presentimiento me llenó cada célula de mi cuerpo, mientras los escalofríos recorrían mi espina dorsal de arriba para abajo.  Por instinto, miré hacia donde recordaba se encontraban los tronos de Aro, Marco y el que alguna vez fuera de Cayo. Y ahí estaba, Aro, de pie y con la mirada regocijada por lo que veía; recordé una vieja película sobre gladiadores en el circo romano, y Aro me recordó al personaje del “César” que se entusiasmaba y regodeaba con el espectáculo de la lucha y la muerte. Era casi fascinante ver el brutal y maligno rictus de su rostro marmoleo, tanto que por un momento, no me había percatado de algo: a un lado de Aro, hincado, estaba el cuerpo de un hombre, con la cabeza tirada hacia abajo, su barbilla tocando la parte superior del pecho.

Aun en las sombras, aún entre el caos de la lucha, pude escuchar la suave y macabra voz de Aro, la misma voz que a veces me visitaba en mis pesadillas

–Quisieron protegerte de que supieras nuestro secreto, aunque en el fondo lo sabias y nunca tuviste la valentía de decirlo en voz alta... patético.

»¡Ve este hermoso y perfecto caos! ¡Esto es por ti! –Al tiempo que gritaba casi en éxtasis cada palabra, con la mano derecha le jaló del cabello para levantar el magullado rostro, y con la izquierda lo tomaba sin misericordia de la parte trasera del cuello, obligando a su presa a ponerse de pie.

­–¡Ah! ­– jadeé al darme cuenta que se trataba del abuelo Charlie. ¡Mi abuelo estaba en manos del más jodido y psicópata vampiro de nuestra especie!

Mi primer impulso fue lanzarme hacia él, tratar de arrancarlo de las manos de Aro. Como pude, me liberé de la mano de Stan y corrí hacia los tronos, lista para pelear contra un vampiro por lo menos 2 mil años más viejo que yo, más astuto, pero ¿qué locuras no hace uno por amor?

–¡Renesmee! –el grito de Stan no llegó a tiempo. No había avanzado ni un par de metros cuando algo me arrolló con la fuerza de un bus escolar.

El impacto me sacó todo el oxígeno de mis pulmones, dejándome aturdida por un segundo. Tuve la suerte de poder recuperarme pronto, porque de lo contrario, no hubiera tenido los reflejos necesarios para esquivar la mordida de un enorme y rabioso lobo… o mejor dicho, loba de pelaje gris. Leah Clearwater.

Nunca había luchado contra un lobo (lo sucedido muchos años atrás con Jacob no podía considerarse una pelea, no cuando él jamás había lanzado un ataque hacia mí para defenderse de mi yo en modo zombie) y creo que nada me hubiera preparado para algo así. Leah estaba tratando de desgarrarme el cuello con sus dientes, y no sé si por pura suerte o un milagro, lograba zafarme antes de que hundiera su mordida en mí.

–¡Ella es mía!

La dueña de la furiosa voz le dio un fuerte puñetazo al cuerpo de Leah, y podría jurar que escuché como se le fracturaban un par de costillas en el proceso mientras era separada de encima de mi cuerpo; pero claro, yo no podía tener tanta suerte. Mi enemiga favorita, “la enana malévola”, había intervenido para arrancarme de Leah, y dudaba mucho que lo hubiera hecho por la bondad que rebozaba en su corazón

–¿Me extrañaste, querida? –Susurró a milímetros de mi rostro para después sentarse a horcajadas sobre mi pecho y envolver mi garganta entre sus pequeñas manos –Tu madre podrá anular mi don, pero no el odio que siento por ti. Maldita mestiza...

Aunque la presión sobre mi cuello me estaba dificultando bastante respirar, no pude evitar esbozar una sonrisa burlona. Yo también había esperado mucho tiempo por esto,  y no había llegado hasta aquí para dejarme matar tan fácil por esta pequeña bruja.

Como si algo hubiera hecho ignición en mi sangre, sintiendo que cada fibra de mi cuerpo, que cada bombeo de mi latiente corazón se revolucionaban como una máquina de guerra, empuñé mi mano derecha y le asesté un fuerte golpe en la quijada, desequilibrándola, lo que aproveché para hundir mis manos en su largo cabello, que en algún momento de la pelea, se había soltado de su peinado. Empezamos a pelear ferozmente, arrancándonos puñados de cabello mutuamente, lanzándonos golpes a diestra y siniestra. Me partió el labio en el proceso, haciendo que saboreara mi propia sangre. Y eso, en lugar de acobardarme, había enfurecido aún más a mi bestia interior.

Me lancé sobre ella, pero para mí mala fortuna, había pisado un charco de algo que suponía era sangre, haciendo que resbalara antes de concretar el golpe; Jane aprovechó y me dio una fuerte bofetada, haciéndome escupir más sangre y uno de mis molares izquierdo.

–¡Bye! –La voz de Neema sonó de repente a espaldas de Jane, y mientras expresaba esa pequeña palabra, encendió la pequeña antorcha con apariencia de MagLite, dirigiendo el chorro de fuego hacia la Vulturi. La había atacado a traición, pero no estaba segura que el honor y la moral de guerra se pudiera aplicar en un monstruo.

–Se dice “gracias” –pronunció con sorna Neema –Chica, tienes trabajo que hacer. Ve por Marco…

–Stan – paseé la mirada frenética por el lugar, sin poder ubicarlo –Mi abuelo Charlie…

–¡Haz lo que se te ordenó si quieres que esto se detenga! –Gritó mientras se lanzaba en el tumulto de golpes y mordidas que nos rodeaba.

Jalé aire una y otra vez mientras buscaba con la mirada a Stan, a mi familia y amigos… todos estaban peleando, inclusive Jake y Seth ¡Se suponía que ellos no se iban a ver envueltos en la pelea!

Leah estaba tirada en el piso, retorciéndose de las heridas, completamente desnuda en su forma humana. Por un momento dudé en ayudarla o no, porque al fin y al cabo, se trataba de la hermana de Seth, aun cuando me había atacado.  Justo cuando iba a dar un paso hacia ella, con mi vista periférica, detecté algo que se escondía en la parte más recóndita del salón, más allá de donde se encontraban los tronos.

Era Marco, quien con la lánguida mirada de siempre, se había quedado como una estatua en las sombras, observando sin ver realmente, lo que sucedía a su alrededor. A sus pies estaba en cuerpo inerte de una mujer humana. Al parecer, se había dado tiempo de terminar su cena, aún en medio de la lucha.

Me lancé lo más rápido que pude, esquivando cuerpos, golpes y lo que se atravesara en mi camino.

Nos separaban apenas 5 metros, pero sentía que había corrido 5 kilómetros para poder llegar a él. Me paré frente a él, quien parecía no haber notado mi presencia

–Marco… –pronuncié con un hilo de voz –Marco, yo…

El campo de batalla es una escena de caos constante. El ganador será el que lo controla, tanto el propio como el de los enemigos… –pronunció con ese tono lánguido y desinteresado de siempre.

–Tienes que detenerlo, tienes qué pararlo –pronuncié frenética, dando un paso más cerca hacia él. Siempre me había parecido lo que supongo era un vampiro en depresión, pero no podía confiarme. Era parte de los Volturi, y tan viejo como Aro. Que pareciera desinteresado no quería decir que reamente fuera así. Era como ver un tigre adormilado y no pretender que era un peligroso depredador.

–¿Y por qué debería hacerlo? Si gana mi clan, todo seguirá igual… si ganan ustedes, tal vez al fin tenga paz.

Cualquier cosa que yo fuera a responder, murió antes de salir de mi boca, al escuchar el grito de pánico de mi madre: –¡Papá!

Rápidamente giré mi mirada hacia el lugar donde lo había visto por última vez y para mi horror, vi el preciso momento en que Aro clavaba sus dientes en el brazo de Charlie Swan, mi muy humano abuelo.

–Creo que la balanza se ha inclinado –pronunció a mi lado Marco, con el mismo monótono tono de voz.

–¡Noooooo! – grité desde mi entraña, sintiendo como se desgarraba cada músculo de mi garganta, cómo ardían mis pulmones al expulsar todo el oxígeno en ese grito. Era un grito de miedo por mi abuelo, por Stan, Alice y Tanya, que hacía rato que habían desaparecido de mi radar.

En absoluta desesperación, me lancé sobre Marco y atrapé su rostro entre mis manos. Y con un profundo desgarro de mi corazón, nacido del miedo, eché a andar mi don, mostrándole aquello que la Señora me había dado a modo de mensaje para él.

Era como si mis manos estuvieran soldadas al rostro de Marco, no era capaz de moverlas ni un milímetro; mi mirada se ancló en la de él y vi cada sentimiento que iba despertando en él a medida que le compartía los recuerdos.

La Señora había sido bastante “generosa”, dándome hasta el más mínimo detalle de cómo Aro había perpetrado el asesinato de Dydime. Cada escena de ese recuerdo era tan vívida, tan nítida, que era como estar dentro de la historia. Y Marco y yo lo estábamos “viendo” al mismo tiempo; era curioso, cuando la Señora me dio los recuerdos, supe de qué se trataba, pero no podía “verlos”; era como si hubiera programado para que la trama completa se desvelara una vez que hiciera contacto con Marco.

Ver la manera en que la dulce Dydime había sido traicionada por su hermano, cómo Aro la había engañado para apartarla y asesinarla, era brutal. Increíble de imaginar que un hermano pudiera hacerle eso a su hermana de sangre y carne.

–¡¿Cómo?¡ –la mirada de Marco era enloquecida, llena de odio y promesa de una dolorosa venganza. Entendí el significado de la pregunta, y no estaba segura de que me pudiera creer, así que solo pude pronunciar: –La Señora

Eso bastó. No necesité explicar nada más, no tuve que contar cómo me hice de esa información. Con la simple mención de ella, Marco supo que era la verdad. Que al fin sabía quién y por qué había arrancado la felicidad de su vida.

Con brusquedad, se separó de mí, y como un toro embravecido al que le agitan un capote rojo, el alguna vez depresivo Vulturi, se dejó ir contra Aro.

Caí al suelo, como si me hubieran drenado toda la energía del cuerpo. La manera en que había utilizado mi don, me había dejado frita. Pero aun así, con piernas temblorosas, me apoyé sobre la pared y dando pasos de bebé, intenté llegar al abuelo Charlie.

Todo sonido parecía llegarme a una distancia muy lejano; golpes, gritos, el crujir de cuerpos y paredes del castillo, todo eso parecía estar a kilómetros de distancia. Casi arrastrándome, logré llegar a donde estaba el abuelo Charlie, retorciéndose del dolor, ardiendo por el veneno de vampiro. Aro no lo había matado, pero lo había mordido lo suficiente como para empezar la conversión de mi abuelo.

–Abuelo… ­– susurré, sin saber qué hacer. Mamá trataba de abrirse paso entre los que aún estaban peleando y los cuerpos que ardían. Al parecer, no solo Neema había empezado a utilizar las pequeñas antorchas; el salón empezaba a sentirse muy caliente y el aroma a carne quemándose era cada vez más fuerte.

–Papá… –la voz de mi madre sonó con un dolor y una desesperación que desgarraba

–¡Tenemos que largarnos ya! –ladró tío Emmett por los auriculares. Pensé que había perdido el mío en medio de mis peleas con Leah y Jane. –En dos minutos, Alejandro va a volar esto. Quien todavía pueda estar de pie, es hora de salvarse.

»No hay tiempo de levantar heridos. ¡Largo ya!

–¡Edward! ­–gritó mi madre ­–¡No puedo dejar a mi padre aquí! ¡No puedo permitir que se convierta si no es su voluntad!

–Yo lo llevaré ­– pronunció papá, inclinándose a toda velocidad para levantar a mi abuelo ­–Pero necesito que tú y Renesmee corran, tenemos que huir antes de que se venga el palazzo encima.

Entendía la urgencia de papá; los explosivos podían acabar con cualquiera de nosotros, vampiro, mestizo o humano.

Mamá echó mi brazo izquierdo sobre sus hombros, lista para ayudarme a salir de ahí como ánima que lleva el diablo.

–¿Y Stan?

Pregunté frenética, porque no lo veía por ningún lado… y no había manera de que yo dejara a mi vampiro checo. Había sido un camino muy largo y tortuoso para poder encontrarnos, esta vez para siempre; era mío, yo era suya. Habíamos intercambiado nuestras promesas apenas  un par de noches atrás… no, yo no me iba sin encontrarlo. Tenía que estar vivo, en alguna parte, esperando por mí.

–No sé…  –respondieron al unísono mis padres, mientras nos arrastraban a Charlie y a mí por los pasillos, tratando de llegar a los túneles por los que habíamos entrado.

Me detuve por completo, soltándome de mi madre.

–No me voy sin él.

menos de un minuto para que saquen sus jodidos traseros de ahí – estaba empezando a odiar el tono autoritario de tío Emmett

–¡Hija! ­–Mamá intentó jalar mi mano para reanudar la marcha, pero no se lo permití

–Salven al abuelo, ¡corran! Pero yo no me voy sin Stan… juré que compartiría el destino con él. Y si él no… –la voz se me entre cortó, no queriendo pensar en la posibilidad que se estaba plantando en mi corazón. –No pienso vivir en un mundo sin él.

Una lágrima recorrió mi mejilla mientras observaba a mis angustiados padres.

–Y yo no pienso vivir en un mundo sin ti, pero tampoco pienso permitirte ser tan testaruda –mi corazón dio un vuelco, mientras unos brazos me elevaban por el aire. Enredé mis brazos en su cuello, ocultando mi rostro y las lágrimas de alivio que se deslizaban por él. Mis padres y Stan empezaron a correr, frenéticos por salir antes de que todo estallara.

–Pensé que… –pronuncié quedito, pero con la angustia aún latente en mi voz

–Jamás  –pronunció igual de bajo, sin dejar de correr a toda velocidad –Ni en esta vida ni en la siguiente, ni en la siguiente después de esa, podrás deshacerte de mí. Eres mí para siempre.

Cualquier cosa que pudiera contestarle, quedó callada cuando Stan se lanzó conmigo hacia abajo, después de mis padres cargando al abuelo Charlie, por el mismo túnel que habíamos entrado.

­–Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos… per mai più rivederci, mierda Vulturi

La satisfacción en la voz de tío Emmett retumbó en nuestros aparatos de intercomunicación, seguido de un fuerte estallido varios metros más arriba y a la distancia.

Cerré los ojos, esperando que este fuera el último capítulo de esta guerra sin cuartel. Pero sobre todo, esperaba no haber perdido a nadie, como había sucedido una fatídica noche años atrás.

11 comentarios:

  1. Me encanta la historia.. espero la sigas ...

    ResponderEliminar
  2. OMG OMG OMG EST ES LO MEJOR QUE ME HA PASADO EN MESES GRACIAS QUE EMOCION

    ResponderEliminar
  3. Ay es que que enserio me lo creo, tantos años han pasado, estoy tan feliz que ella historia que me dio tantas alegrias durante tanto vaya a tener su merecido final, gracias Mid

    ResponderEliminar
  4. lloro, wentro una vez por semana a ver si hay capitulo y cuando veo que hay es llo mehjor del unicerso, que feliz estoy de que vayamos a tener un final querida mid, estuvo genial

    ResponderEliminar
  5. Ohhh por favor que ya salga el siguiente capítulo! No lo quiero! Lo necesitoooo.
    Por favor ya Mis😭😭😭 no nos hagas sufrir más!!! Seguimos aquí fieles después de añooos❤️❤️❤️❤️❤️

    ResponderEliminar
  6. Qué emoción! Esperando el próximo capítulo 🤩

    ResponderEliminar
  7. ¡¡Esperando próximo capitulo Mid!!!

    ResponderEliminar
  8. Mid por favor no demores en continuar con esta historia!!

    ResponderEliminar
  9. 9 años para tener esta pelea!! Ya quiero leer más

    ResponderEliminar

Dejen sus comentarios!!

Añadir/Share

Bookmark and Share