–Será mejor que nos pongamos en marcha
–pronunció Freyja, como si se tratara de un mando militar. Salvo Stan, no había
conocido antes a alguien capaz de dictar una orden tras otra de tal manera.
Sinceramente, la vampira me inspiraba cierto temor; si me diera el grito de “al suelo y dame quinientas”, sin chistar
me pondría a hacer flexiones aunque no tuviera la condición física para ello.
–¿A dónde vamos? –preguntó Stan,
moviéndose de un lado al otro, rebuscando por aquí y allá entre los cajones de
los pocos muebles que había sabrá Dios qué cosas.
–Nos reuniremos con el resto de tu
grupo.
–Vamos al refugio de Emmett entonces.
–No. Nos encontraremos cerca de
Volterra.
Abrí los ojos, entre sorprendida y
espantada. ¿Qué demonios les pasaba? Era peligroso acercarnos tanto a los
Vulturi. Podíamos perder el factor sorpresa al estar tan cerca de ellos.
–Creí que no nos acercaríamos tanto a
Italia hasta que no estuviera…
–Cambio de planes –sentenció Freyja,
cortando mis palabras.
Me quedé de pie, quieta, mientras mi
mente procesaba la información, intentando entender por el por qué de estos
cambios de último minuto.
–Tenemos prisa, ¿sabes? Así qué… –La
vampira no terminó la frase, en lugar de eso, me chasqueó los dedos casi bajo
mi nariz.
Era cierto que el tiempo apremiaba, y
que no se podía decir que me movía al ritmo de una gacela, pero ¿¡quién
diantres se creía esa tipa para darme ordenes?! Por muy alta y aguerrida y
peligrosa que se viera, eso no le daba ningún derecho de tratarme como una
imbécil.
Iba a escupirle una respuesta mordaz,
pero Stan pareció leer mis intenciones, pues en un abrir y cerrar de ojos, se
acercó a mí y con suavidad susurró:
– Lasky, ¿crees que
puedas empacar tus cosas rápido? Tenemos qué aprovechar que aún no ha salido el
sol para avanzar lo más que se pueda. Es un largo camino hasta Italia.
Asentí, aunque le lancé una mirada dura
a Freyja antes de poner manos a la obra. Realmente no había mucho qué empacar,
pues había dejado en el burdel la mitad de mi equipaje para este viaje. El
único par de jeans que tenía ya casi se había secado después de la mojada del
día anterior. Tomé las bragas y el sostén que había lavado y puesto a secar en
el baño, sobre el tubo de la toalla para las manos. La oscura blusa estaba
bastante arrugada, pero no había tiempo para reparar en ello. Justo cuando iba a calzarme los zapatos, caí
en cuenta que salvo las horrendas botas que había tomado en el burdel, y que
una tenía el tacón roto, estaba descalza.
–¡Houston, tenemos un problema! –grité
desde el cuarto de baño. Stan no tardó en aparecer, con el ceño fruncido. –No
tengo zapatos. Los míos se quedaron en el burdel...
Nos miramos por un momento, y sin
poderlo evitar, me reí ante lo absurdo de la situación.
–Supongo que tendremos que recurrir a
los vecinos otra vez.
–Te vas a meter en problemas si sigues
desvalijando al vecindario.
–Regreso en un momento. –pronunció, ignorando
mi comentario.
Me senté en el retrete, sin ánimo de
salir y entretener a nuestra invitada. Me restregué el rostro entre las manos,
intentando entender todo lo que estaba sucediendo.
Los Vulturi habían atacado de frente a
las Erinias. ¿Había sido algo directamente ordenado por Aro o Jane simplemente
lo decidió de último momento? Me costaba creer que Aro lo hubiera mandado…
había sido algo estúpido, como patear un panal de abejas. Y si él había hecho
un trato con la Señora, ¿por qué
romperlo ahora? ¿Tanto miedo le inspiraba una posible alianza entre las Erinias
y mi familia?
Si. No había otra respuesta. Debía creer
que si nos uníamos contra él, la lucha iba a estar en igualdad de condiciones,
o incluso, a nuestro favor. Tal vez Aro empezaba a sentirse amenazado, por eso
había decidido acabar con el clan antes de que nosotros llegáramos a ellos.
–Toma, es todo lo que pude encontrar.
–La repentina aparición de Stan cortó de tajo mis pensamientos. Dejó caer a mis pies un par de zapatos
deportivos negros con un diseño de líneas grises a los lados.
Miré con recelo el calzado. No se podía
decir que estuvieran precisamente limpios.
–Fue todo lo que pude encontrar. Son
medio número más grande.
–¿Cómo sabes mi talla de zapatos? –Pregunté
tontamente.
–Cariño, se todo de ti. Hasta el número
de pecas en tu nariz.
–¿Pueden dejar de perder el tiempo en
estupideces y darse prisa?
La dulce
Freyja nos regresó a la realidad. Arrugué el gesto y me puse los zapatos lo
más rápido posible. La vampira tenía razón, debíamos darnos prisa y no estar
perdiendo el tiempo en tonterías.
Salí al fin del baño, lista para
emprender el viaje a Italia. No pude evitar que el corazón me latiera el doble
de lo normal, ni que un escalofrío recorriera mi espina dorsal. Nos íbamos a
enfrentar a los Vulturi, y esta era la batalla final, la definitiva. Era ganar
o morir, así de simple.
–Este no será el final –pronunció Stan,
antes de besarme en la sien y rodearme con su brazo izquierdo por los hombros.
–No puedes saberlo.
–No, pero voy a pelear hasta el último
aliento porque no sea de otra manera.
Me bastó mirarlo a los ojos, hundirme en
la profundidad de su mirada para recuperar la tranquilidad. Sabía que él
pelearía hasta el final, daría todo, incluso su inmortalidad por mí, porque
este no fuera mi fin. Y aunque yo no estaba tan optimista como él con el
resultado de nuestro enfrentamiento con Aro y lo suyos, saber que Stan estaría
a mi lado me serenaba.
Por un momento, había olvidado que la
Erinia estaba con nosotros, esperándonos impaciente casi al ras de la puerta.
Por el rabillo de los ojos, noté unos rápidos movimientos de ella, buscando
algo en esa especie de maletín que traía consigo.
–Tomen. –Pronunció mientras lanzaba algo
hacia nosotros, con total despreocupación, segura de que lo atraparíamos.
Estiré la mano instintivamente, para
evitar que aquello me golpeara en el rostro. Al principio no estuve realmente
segura de qué se trataba, solo noté que era plástico y blando. Enfoqué la mirada mientras extendía la mano
para ver qué era lo que había atrapado.
Sentía a mi cerebro trabajar a todas
marchas, sabiendo de qué se trataba pero al mismo tiempo, rechazando esa
realidad.
–No tengo tiempo ni humor para lidiar
con dos vampiros sedientos y débiles. Beban y larguémonos de una maldita vez.
La voz de Freyja tronó como un latigazo
contra mi mente, aclarándola. Aquello que sostenía era una bolsa de sangre,
como las que se usan en los hospitales para las transfusiones. Y obviamente, no
era sangre de algún tierno venadito o de un feroz oso grizzly. Era humana.
Miré la bolsa de sangre e inmediatamente
después, a Stan, quien mantenía la vista fija en la bolsa que tenía entre sus
manos. Levantó la mirada hacia mí y por el brillo de sus ojos, supe que
empezaba una lucha interna. La necesidad de alimentarse, el deseo de dejarse
llevar por su instinto de vampiro; pero también estaba la resistencia, la
disciplina por renunciar a la sangre humana y abrazar la dieta de los
Cullen.
Yo sentía lo mismo, el insoportable
picor en la garganta, la necesidad de probar… La lucha por no hacerlo, por no
probar aquello que nos habíamos negado por tanto tiempo, pero que
necesitábamos.
–No podemos –la voz de Stan sonó tan
débil, que incluso parecía doler. –Ya nos las arreglaremos –le lanzó la bolsa
de plasma de regreso, como si el simple contacto le quemara.
Freyja pronunció entre dientes algo que
no entendí, pero estaba segura que eran una retahíla de palabrotas en alguna
lengua muerta.
–Son un par de idiotas. –Sentenció sin
piedad – Vamos a meternos a una lucha a muerte y nuestros enemigos son
demasiado fuertes y letales. Tenemos que ir contra ellos enteros, fuertes y
capaces de resistir el embate.
»Ustedes no dan la talla. Tú –dijo,
señalando con la cabeza a Stan –estas sediento y por lo tanto, débil y disminuido.
Y ella, bueno, ¿por dónde puedo empezar con el desastre que es? Una criaturita
tan frágil que dudo que pueda durar más de cinco segundos frente a la guardia
Vulturi.
–Nos alimentaremos más tarde y a nuestro
modo –espetó Stan –Y después de eso, estaremos bien. No tendrás qué preocuparte
por si damos o no pelea.
–Tienen que beber. Madre lo ha ordenado.
Al escucharle mencionar a la Señora me sorprendí. Aún cuando no
estaba presente, se notaba la férrea autoridad que ejercía en su clan. Ella
quería que nos alimentáramos, nos quería fuertes y listos para dar la talla en
la pelea. Y Freyja estaba más que dispuesta a hacer que las órdenes de su líder
se cumplieran.
–Escúchame bien –dijo, acercándose a
Stan. Lo tomó por la camisa y con una facilidad que me dejó boquiabierta, lo
elevó un par de centímetros sobre el suelo, como si se tratara de una bolsa de
aire. –No tengo tiempo para estar lidiando con ustedes como si se tratara de un
par de mocosos imberbes. Van a portarse bien, a alimentarse para tomar fuerzas
y seguir las órdenes al pie de la letra, ¿entendido?
–No puedes obligarme. Y tus amenazas no
me dan miedo… –Stan escupió con verdadera furia cada palabra.
Temblé. No teníamos tiempo para ponernos
a pelear con un monstruo como Freyja. Evidentemente era mucho más fuerte que
Stan; él y yo no representaríamos ningún reto si quisiera darnos una lección.
Además, buscarnos un problema con ella podría dañar la frágil y reciente
alianza que se habían formado entre nuestros clanes. Es cierto que las Erinias tenían
cuentas pendientes con los Vulturi, pero nosotros les necesitábamos más de lo
que ellas necesitaban a los Cullen. Si les provocábamos y se echaban para
atrás, quedaríamos en la misma situación desesperada que nos había llevado a
Europa en busca de aliados.
Tomé una decisión. Respiré profundo
antes de clavarle los dientes a la bolsa y empezar a beber desenfrenadamente de
su contenido. El apenas perceptible sonido de mis dientes desgarrando él
plástico bastó para atraer su atención. Freyja soltó a Stan, al tiempo que
ambos fijaban sus miradas en mi.
No me molesté en mirar hacia Feyja, ella no
importaba en esos momentos. Mi mirada estaba fija en Stan, quería que
entendiera el mensaje, que supiera que estaba bien, que bebiera, que yo no le
condenaría por ello.
Era una estupidez renunciar a algo que
necesitábamos. La noche anterior había sido desgastante, no solo por todo lo
ocurrido en el burdel, sino porque prácticamente había dejado seco a Stan.
Había bebido de él, me había alimentado con su sangre como si hubiera estado en
ayuno por un largo tiempo. No había hecho intento alguno por apartarme, aún
cuando por instantes parecía que yo iba a perder el control y beber hasta la
última gota de su sangre. Y él había bebido de mí, pero no tanto como yo de él.
Stan había sido capaz de mostrar control.
La pasión me había segado, el instinto
se había apoderado de mí. Mordí, bebí hasta sentirme saciada, hasta sentir como
su sangre corría por mis venas, llenándome de una euforia casi alucinante. Había
dejado marcas en su cuello, brazos e incluso, en la ingle; me había comportado
como una salvaje. Era obvio que Stan necesitaba reponerse, recuperar fuerzas
después de haberme alimentado. Y no podía permitir que Stan se enfrascara en la
pelea con los Vulturi sin estar a su tope. Beber sangre animal le ayudaría,
pero jamás le permitiría recuperarse con la misma rapidez con la que lo haría
bebiendo sangre humana. La dieta podría esperar, es más, me importaría un
comino que siguiera existiendo a base de sangre humana. Lo único que me
importaba era que él estuviera fuerte, bien para poder enfrentar a nuestros
enemigos. Necesitaba que sobreviviera.
Stan siguió mirándome, sin apartar ni un
ápice su vista de mí.
“Hazlo.
Todo está bien. Todo estará bien”, repetía en mi mente, intentando
transmitirle el mensaje con mis ojos, hacerle llegar el sonido de mi voz
interior.
Al final, cerró un instante los ojos,
con un gesto casi cansado. Por un instante, creí que cedería, y bebería la
sangre que nos había llevado la Erinia. Pero mi Stan no se rendía tan
fácilmente. No era tan débil como yo. Se encogió de hombros y simplemente dijo:
–Será mejor que te des prisa, Renesmee.
Hay que ponernos en marcha de una buena vez.
No detecté ninguna nota de censura o
desprecio en su mirada ni en su tono de voz. Me pero no pude evitar sentir
cierta inquietud. Me preocupé al pensar que pudiera considerarme débil como
para ceder tan fácilmente. El había
superado la tentación, en cambio yo, me había lanzado voraz sobre la sangre. A
sus ojos, la escena no debió de precisamente placentera.
–Larguémonos de una buena vez –gruño
Freyja antes de abrir la puerta y salir del departamento.
–Stan… –dije, acercándome a él en un par
de pasos y rodeando su cuello con mis brazos.
–Es hora de irnos.
–Lo siento… –dije con voz temblorosa.
–Está bien. Lo necesitabas. Por lo menos
podrás recuperar algo de tus fuerzas.
Me lanzó una sonrisa, pero esta no llegó
a sus ojos. Y no pude evitar estremecerme al pensar que tal vez mi debilidad
había echo que perdiera su respeto o algo de la buena imagen que pudiera tener
de mí.
Encaminé mis pasos hacia la puerta,
mientras lanzaba un suave suspiro de tristeza. Hubiera querido quedarme ahí
para siempre con él, olvidarme de todo lo demás salvo de la felicidad que
encontraba en sus brazos. Sí, era fácil desear eso, pero más difícil eludir lo
que nos esperaba tras aquella puerta. Había demasiado en juego, empezando por
la vida del abuelo Charlie.
Nos dirigimos a toda prisa al exterior,
recorriendo en segundos el tramo de escaleras del edificio. Siendo aún de
madrugada, nos pudimos mover rápidamente sin toparnos con algún humano.
Llegamos a la calle preguntándome “¿y
ahora qué?”. No tenía idea de por dónde iríamos o cómo nos largaríamos de
ahí. Había autos estacionados a lo largo de la calle, pero no había uno en específico
que pudiera decir que pertenecía a un vampiro.
–Aquél nos servirá.
Por las palabras de la vampira,
rápidamente me imaginé que esa noche íbamos a sumar un hurto más a la lista.
Freyja se lanzó a rápidamente sobre un pequeño auto y en un segundo se apoderó
de él sin que saltara la alarma y sin dificultad para arrancarlo.
Estaba acostumbrada a los autos
deportivos y carísimos que usualmente poseían los miembros de mi familia. Hasta
donde yo sabía, los vampiros amaban andar a toda velocidad, y el auto beige
capuccino que había elegido Freyja no encajaba para nada con la imagen que
tenía del coche perfecto para emprender la huida.
Noté que Stan empezaba a moverse en
dirección del auto, y sin pensármelo más
le seguí. Alcancé a leer la marca del auto, “Skoda Fabia”, en mi vida había
escuchado de ellos, así que recé porque no nos dejara tirados en el camino y
nos permitiera llegar a pronto con el resto de mi familia.
Freyja tomó el lugar del piloto y Stan
se sentó en el otro asiento delantero. Me sorprendí un poco, por un momento
pensé que iría en el asiento trasero junto conmigo. Decidí no darle mayor
importancia, así que me monté en la parte de atrás y en cuanto arrancó el
motor, hice algo que no había hecho en muchísimo tiempo: me persigné. Noté la
mirada burlona de Freyja a través del retrovisor, pero no me importó. No estaba
segura de que Dios me escucharía, pero no estaba de más intentar que esta vez
lo hiciera.
Emprendimos la marcha de inmediato, con
Freyja metiendo a fondo el acelerador para recorrer las viejas calles de Praga.
El auto iba en completo silencio, era obvio que ninguno de los tres, y yo menos
que nadie, teníamos la intención de romperlo con cháchara irrelevante.
Me encogí en el asiento trasero, limitándome
a observar el borroso paisaje por los
cristales del auto. No tenía ganas de pensar en nada, quería poner en blanco la
mente, evitar imaginarme en lo que se nos podría venir encima una vez que
llegáramos a Italia. Y tampoco quería pensar en una idea que empezaba a darme
vueltas en la cabeza, una idea que me desgarraba el corazón. Porque a pesar de
que todo esto lo hacíamos para recuperar al abuelo Charlie y lograr que los
Vulturi nos dejaran en paz, cabía la enorme posibilidad de que el abuelo estuviera
muerto. Al estar Leah al lado de los Vulturi, era imposible para tía Alice ver hacia el clan de Volterra. Solo nos
quedaba aferrarnos a la esperanza de él estuviera sano y salvo.
Suspiré, preguntándome si nosotros
seríamos los únicos que faltábamos por llegar. Tenía curiosidad por saber cómo
les había ido a tía Alice, Seth y Jacob con el clan de Siobhan, si habían
logrado convencerlos a unirse a nosotros en esta misión suicida. Ya lo habían
hecho antes, cuando siendo yo muy pequeña, mi vida se había visto amenazada por
primera vez gracias a Aro. No era seguro que decidieran pelear por nosotros una
vez más. Aunque Alice y Jake tenían una
facilidad sorprendente para negociar y encontrar aliados incluso en las líneas
enemigas.
“Jake”, pensé. Iba a
verlo después de un par de días solamente, pero en ese par de días, me había
entregado por completo y voluntariamente a Stan. Le pertenecía por completo, en
cuerpo, alma, pensamiento.
“Dios”,
gemí en silencio mientras mi corazón latía a prisa al compás de un estremecimiento
que recorría mi espina dorsal. No quería hacerle daño a Jacob, porque a pesar
de todo, a pesar de nuestra historia, me importaba demasiado y lo amaba;
siempre lo haría, aunque no fuera de la misma manera que a Stan. No sabía como
hacerle frente ahora que había elegido pasar el resto de mi vida al lado de
Stanislav. Sería muy fácil no decir nada, pretender que Stan y yo seguíamos en
el mismo lugar extraño e indescifrable en el que nos encontrábamos antes de
emprender el viaje a Praga. Pero Jake no era tonto y sería muy estúpido e
irrespetuoso de mi parte pretender que sería fácil engañarlo.
“Tal
vez estés haciendo una tormenta en un vaso de agua. Tal vez te estás dando
demasiada importancia en el papel que aún juegas en los pensamientos de Jacob”,
resonó una vocecita en mi cabeza. Sí, a lo mejor era demasiado ególatra para
pensar que yo seguía siendo el centro del universo de Jake. Pero tampoco podía
ignorar el hecho de que nuestros últimos encuentros, sobre todo aquellos que
tenía que ver con nuestra historia y la sombra que fue el recuerdo de
Stanislav, habían sido bastante ríspidos y dolorosos.
Cerré los ojos, sintiéndome
completamente mareada. La maraña de pensamientos que revoloteaban en mi cabeza,
junto con las manchas borrosas en que se había convertido el paisaje gracias a
la velocidad a la que íbamos, empezaban
descomponerme el estómago. Supuse que Freyja no se pondría precisamente
contenta si le pedía que se detuviera para no vomitar dentro del auto. Me
recosté hecha un ovillo sobre el asiento, respirando y exhalando ruidosamente,
intentando controlar las arcadas.
–¿Estás bien? –sonó la voz de Stan,
reflejando preocupación. No me atreví a
mirarlo, temiendo que un simple parpadeo me hiciera perder mi lucha contra el
mareo.
–Si –murmuré débilmente y entre dientes,
procurando no despegar mis labios más allá de lo necesario.
–Tal vez deberíamos parar para que…
–No podemos perder tiempo –cortó Freyja
con el mismo tono de voz que usa un adulto cuando un niño le ha colmado la
paciencia. Segundos después, algo ligero y suave me golpeó a la altura de la
nariz. –Usa eso si lo necesitas.
Me atreví a abrir un ojo para ver qué es
lo que me había lanzado. Era una bolsa de plástico. No necesité demasiada
imaginación para entender a qué iba eso.
Decidida a no perder la dignidad ni la
compostura delante de la Erinia, me limité a apretar con fuerza los ojos y
tratar de quedarme dormida. Conté trescientos ochenta y dos corderitos antes de
caer en la inconciencia del sueño.
El cansancio y la debilidad me pasaron
factura, para mi buena suerte. Todo el camino me la había pasado completa y
profundamente dormida. Tanto que ni siquiera recordaba haber soñado. Cuando al
fin desperté, la mezcla de colores del cielo que iban del rosa y naranja, al
púrpura y azul marino, con algunos pincelazos rojizos en el inter. Era el
crepúsculo, no podía creer que hubiera pasado casi todo el día completamente
dormida. Y aún así, seguía sintiéndome terriblemente cansada y como si cargara
un gran peso sobre mis hombros.
Son una inhalé con fuerza mientras
apoyaba las manos sobre el sillón para enderezar mi cuerpo. La voz me sonó
bastante amodorrada cuando pregunté dónde estábamos.
–Ya estamos en Italia.
“Sí,
pero ¿dónde?”, pensé, sintiendo mi cabeza abotargada. Volví ligeramente la
vista hacia la ventana, pero lo único
que encontré fue una estrecha carretera rodeada de verdes campos.
–¿Qué tal estás? –Me preguntó Stan a
través del retrovisor, apartando la vista un momento de la carretera, sin
perder el control del auto.
Murmuré algo que pareció sonara a
“bien”, pero ni siquiera me molesté en pronunciar la palabra como Dios manda.
Me tomó un segundo darme cuenta que ya no era Freyja quien conducía y tardé
mucho más notar que el interior del auto no era como el de la mañana. Mientras
aquel tenía el interior en tapiz gris plomo y muy pequeño, ahora me encontraba
sentada sobre un mullido asiento forrado en piel blanca, por no hablar que
parecía el doble de tamaño del asiento trasero del Skoda Fabia que habían
robado en la mañana.
–¿Cuánto tiempo llevo dormida? –solté.
Empezaba a sentir la boca algo arenosa, necesitaba tomar agua.
–Unas doce horas.
–¿¡Qué?!
–Por un momento, creí que habías caído
en coma –pronunció burlona Freyja, dirigiéndome la palabra por primera vez
desde que desperté.
–Esto… no es el mismo auto, ¿verdad?
Esto es una SUV… ¿Cómo…?
–Tuvimos qué cambiar un par de veces
de vehículo. Ya sabes, no había qué
llamar demasiado la atención cruzando Europa con un auto con un reporte de
robo.
¿Habían tenido que robar más autos?
¿Cómo lo habían hecho y yo no me había enterado de nada? ¡¿Cómo…?!?!?!?!
Agité la cabeza, intentando comprender,
pero me di por vencida de inmediato. No quería entender, no quería saber cómo
es que se las arreglaron para robar un auto tras otro cargando conmigo en
calidad de bulto.
–Fue un engorro tener qué cargar contigo
–siguió Freyja, como si hubiera escuchado la confusión de mi cabeza –Si por mi
fuera, te hubiera dejado tirada en la primera oportunidad.
–Freyja… –masculló Stan a modo de
advertencia.
–Claro que no podía hacerlo, ya que mi Señora dejó muy en claro que debías
llegar con los demás en una sola pieza y con el corazón aún latiendo.
Le
dirigí una enfurruñada mirada, pero no dije nada. No tenía ganas de
liarme en una escaramuza verbal con la vampira.
Stan se inclinó ligera y rápidamente
hacia piso del asiento del copiloto y de inmediato levantó con su mano derecha
una botella de agua purificada. La simple visión me hizo sentir ganas de
llorar.
–Toma, cariño. Debes de estar sedienta.
–Gracias. –Pronuncié mientras me
abalanzaba sobre el preciado líquido.
Di unos largos tragos, acabándome más de
medio litro de agua de un tirón. No era
para menos, llevaba más de medio día desde que había bebido o comido algo. Y
aunque prácticamente había devorado la bolsa de sangre que me había arrojado
Freyja, lo cierto es que apenas si había conseguido quitarme la sensación de
sed y hambre. Le puse la tapa a la botella y la dejé a un lado casi con
descuido, concentrando mi vista al frente, preguntándome cuánto tiempo faltaría
para llegar a donde quiera que nos dirigiéramos con exactitud. Porque realmente
no sabía a dónde íbamos, no había preguntado antes.
Justo cuando pensaba pronunciar las
palabras, mi mirada se quedó clavada en el horizonte, al tiempo que sentía que
la quijada se me caía hasta el piso entre la sorpresa y el terror. Nos
acercábamos a una ciudad amurallada, una ciudad que conocía muy bien.
–¡Volterra! –grité, casi frenética.
¿Esta era su maravillosa idea? ¿Llegar los 3 como si nada a la ciudad de los
Vulturi? ¿A quién se le había ocurrido semejante idiotez? –¿Por qué demonios
vamos directo allá? –pregunté, subiendo un par de octavas el tono de voz.
–Es San Gimignano –respondió con
tranquilidad Stan –De lejos, se parecen por que las dos son ciudades
amuralladas.
–¿Y qué vamos a hacer allá? ¿Robar otro
auto?
– Es ahí donde nos esperan los demás
–intervino Freyja– Es perfecto porque estamos lo bastante cerca de los Vulturi,
pero ellos no suelen husmear por acá.
–¿Qué tan cerca? –inquirí.
–Una media hora, para un humano. Para
nosotros, un pestañeo.
Freyja pareció encontrar divertida su
respuesta, yo me limité a guardar silencio. No tenía idea a qué planes y
estrategias habían llegado los demás, pero sinceramente estar tan cerca de mis
enemigos no era precisamente lo más tranquilizante. Estábamos demasiado cerca y
las probabilidades de ser descubiertos antes de poderlos atacar, eran enormes.
Rápidamente recorrimos la distancia que
quedaba hacia San Gimignano, casi en segundos. Con una suave maniobra, Stan
dejó aparcada la SUV a unos 10 metros de la entrada de la ciudad.
Nos bajamos del vehículo en silencio, yo
sin poder dejar de contemplar la maciza muralla que estaba frente a nosotros.
Había un alto arco por donde daba paso una estrecha calle; a través de él pude
apreciar las primeras construcciones de la ciudad. Era demasiado parecido a
Volterra, e inconscientemente estudié los bordes de la muralla, como esperando
avisar las conocidas túnicas de la guardia Vulturi.
–Andando, ya llevamos bastante retraso.
Inconscientemente, apreté un poco el
paso pasa ponerme hombro a hombro con Stan. A tientas, busqué su mano y
entrelacé sus dedos con los míos, buscando infundirme valor. Quería acabar con
todo, rescatar al abuelo, darles una buena patada en el trasero a los Vulturi y
seguir con mi vida. Sí, en pensamiento, todo parecía muy sencillo y era fácil
hacerme la valiente. Pero a cada paso que dábamos, acercándonos a cruzar el
enorme arco de la entrada a la ciudad, la batalla me parecía más real. La
posibilidad no solo de morir yo, sino de volver a perder a alguien de mi
familia se hacía más latente. Esto ya no
sería más palabrería, esto era real, íbamos por el todo o el nada.
–Sabes donde nos veremos, ¿verdad?
Preguntó Freyja, deteniendo sus pasos para dirigir su mirada a Stan. Él asintió
ligeramente con la cabeza.
–Bien, allá nos vemos.
Y si más ceremonias, se echó a andar a
nuestra izquierda, siguiendo el contorno de la muralla que protegía la ciudad.
–¿Por qué no entra con nosotros?
–Detesta tener qué usar lentes de
contacto como yo –había estado tan ensimismada en mis pensamientos, que no me
había dado cuenta que Stan se había puesto un par de lentillas marrones.
–Aunque ya es de noche, no podemos arriesgarnos a que alguien note sus ojos
rojos y se pregunté por qué los lleva en ese color sin ser parte de un disfraz
de Halloween.
»Andando, no falta nada para llegar.
Con un suave tirón de mano, me hizo
seguirle. Atravesamos el arco, introduciéndonos a San Gimignano por una
estrecha calle peatonal. El cielo ya estaba oscuro, con la luna brillando de
fondo mientras un montón de farolas distribuidas por la callecita iluminándola,
pero el ir y venir de la gente era constante. Me imaginé que serían turistas
disfrutando de las vacaciones decembrinas, maravillados de la belleza de los
paisajes de la Toscana italiana. Se sentía el aire frío, pero no tan
aniquilador como el de Praga.
Era una verdadera lástima que yo no
pudiera disfrutar de la ciudad. Parecía que mis visitas a la región se
limitaban únicamente a jugarme la vida en enfrentar a nuestros enemigos. Caminaba tratando de no tropezar con la gente
ni con la calle empedrada, mirando de un lado a otro, buscando nuestro punto de
reunión. Claro que no tenía ni idea de dónde nos veríamos, pero eso no me
quitaba la necesidad de buscarlo. No sé, era como si esperara ver el rostro de
mis padres o de alguno de nuestros amigos en alguna ventana o puerta
cualquiera.
–De alguna manera, esto me recuerda a
nuestra cita en Volterra. –pronunció con voz grave Stan, atrayendo mi atención.
Supongo que algo en mi expresión lo incitó a explicarse un poco más –Aquella
única cita que hemos tenido, ¿recuerdas? Era mi forma de decirte adiós, crear
un bello recuerdo al qué aferrarme antes de dejarte en libertad, pensando que
te entregaría fácilmente a tu familia, sin tener que exponerte a luchar contra
ellos, tal y como quería Aro.
–¿Lo dices porque vamos agarrados de la
mano en medio de tanta gente y en una ciudad que podría ser el reflejo exacto
de Volterra, mientras un montón de viejos vampiros nos esperan?
–No es solo eso…. Es –exhaló con
frustración – … no sé, no me hagas caso. Tal vez es una tontería.
–Sientes que este puede nuestro último
paseo, aparentando ser una simple pareja de humanos, tomados de la mano y
amándose hasta la estupidez. –Dije, deteniéndome un segundo. Lo miré azorada.
Stan también lo sentía… también sabía
que ya no podíamos seguir posponiendo el miedo a enfrentar la realidad. Era muy probable que alguno de los dos, o
ambos, no lográramos vivir más allá de dos noches.
Sí, lo habíamos mencionado antes, pero
ahora era algo tangible. Podría perderlo. Empecé a temblar y me abalancé sobre
él, aferrándome a su cintura, enterrando el rostro entre su pecho.
–No pasará –suspiró. Atrapó entre sus
dedos mi barbilla, obligándome a mirarlo directamente a los ojos –Me resisto a
creer que la vida es tan cruel con nosotros como para dejar que al fin estemos
juntos solo para separarnos de forma definitiva.
–Antes de llegar con los demás… no vamos
a tener tiempo de hablar, o por lo menos no a solas… –Me mordí el labio
inferior, nerviosa, ansiosa –Prométeme que vas a vivir. Pase lo que pase,
sobrevivirás.
–Ambos lo haremos.
–Júramelo. Júrame que no intentarás
ninguna estupidez heroica y que sobrevivirás a esta guerra.
–Renesmee Carlie Cullen –pronunció con
vehemencia mi nombre, mientras sus manos apresaban las mías, poniéndolas a la
altura de sus labios –Te prometo que ambos estaremos juntos después de pelear
con los Vulturi. Nada podrá separarnos.
Besó los nudillos de mis manos, como
sellando su promesa. Pero eso no era lo que yo le había pedido. Iba a
protestar, pero Stan evitó que lo hiciera.
–Vamos, moje láska, nos están esperando. Ya casi llegamos ahí.
Echó a andar, con su mano aprisionando
la mía, así que no tuve más remedio que seguirle. Giramos un par de veces a
través de las estrechas calles, antes de llegar a una amplia plaza. Sin detenernos ni un segundo, la cruzamos. Había
gente paseando por ahí, pero no tanta como para decir que estaba atestada. Nos
detuvimos justo al pie de una escalinata que llevaba hacia la entrada de lo que
estaba segurísima era una iglesia.
Le miré, con una mueca que estaba
segurísima estaba cargada de confusión y perplejidad.
–Este es nuestro punto de reunión.
–Tienes qué estar bromeando –dije, con
una mueca sardónica. ¿Qué fijación tenía mi vampiro checo con las iglesias? La
última vez que habíamos entrado juntos a una, las cosas no habían salido
precisamente bien. Cerré los ojos un momento, estremeciéndome involuntariamente
al recordar la noche que Tío Eleazar y yo fuimos atrapados por la guardia
Volturi antes de escapar de Volterra. –¿Es en serio?
Stan solo sonrió, y aún aferrado a mi
mano, avanzó directo a la entrada de la iglesia, sin más remedio que seguirle
dentro.
El interior estaba pintado en un beige
cremoso, con un montón de pinturas y obras de arte colgando en sus paredes.
En otra ocasión, me hubiera tomado todo
el tiempo posible para contemplarlas con detenimiento y verdadera admiración,
pero no había tiempo para ello. Las lustrosas bancas de madera estaban vacías,
y el aire estaba cargado de un fuerte aroma mezcla de flores, la cera de las
velas e incienso.
Conforme nos acercábamos al altar, del
costado derecho apareció un hombrecito de corta estatura, pelo ralo canoso y
unas enormes gafas de pasta dura, envuelto en una sotana negra de amplio cuello
y anudada a la altura de la cintura por una especie de cintillo también negro. Obviamente
se trataba de un religioso. Tenía un rostro apacible, irradiando tranquilidad y
solaz.
–¿Quello
che posso servire, i miei figli? –pronunció con suave voz el
hombre.
–Corrupta
animae numquam requiem. Iustorum dolere sine perveniens redemptionem vel
remissionem – respondió Stan, con tono frío. Lo miré de reojo, estaba
segura que eso era latín (alguna vez había escuchado al abuelo Carlisle
hablarlo), pero no tenía idea de que Stan supiera hablarlo.
Nada más escuchar las palabras de Stan,
el rostro del religioso cambió por completo, volviéndose una máscara adusta y
casi amarga. No dijo nada, solo se volvió hacia el altar, se santiguó y con un
ligero movimiento de cabeza nos instó a seguirle.
¿Qué estaba pasando? No tenía ni idea.
Iba a preguntarle a Stan, pero una simple mirada a su gesto fue más que
suficiente para entender que ese no era el mejor momento para hacer preguntas.
El religioso nos guio a través de una
puerta al fondo de la iglesia, casi oculta al simple ojo humano. Entramos a una
habitación con algunos muebles de madera y más pinturas religiosas, supuse que
era la sacristía; el sacerdote iba a paso veloz, sin detenerse ni trastabillar
y sin darme tiempo de mirar a mi alrededor.
Cruzamos dos habitaciones más antes de
llegar a una última puerta de roble macizo. Era gruesa y visiblemente pesada.
No tenía ningún tallado a forma de adorno, era una simple hoja de madera con
una larga barra a manera de manija y dos cerraduras. De entre la sotana, el
religioso sacó un enorme aro de metal, de donde colgaban lo que parecía un
centenar de llaves. Empezó a separar un par de ellas, con las que abrió las dos
cerraduras que tenía la puerta. Me pareció un tanto graciosa esa seguridad
meticulosa con la que trataba de proteger aquello que fuera que cubría la
puerta. Cualquier vampiro podría abrirla sin mucho trabajo.
Con evidente esfuerzo, el hombre tomó la
manija y empezó a hacerla hacia atrás. Stan intentó ayudarlo, pero se detuvo
ante la feroz mirada que el religioso le dedicó. Poco a poco, la puerta fue
abriéndose, y pude notar que el revestimiento de madera ocultaba que en
realidad se trataba de una puerta de acero, similar a las que se utilizan en
las bóvedas bancarias.
Lo que había del otro lado no era otra
habitación, sino unas escaleras que corrían hacia abajo, como si se tratara del sótano de la iglesia.
El Padre se puso rígido, a un lado de la
puerta, era evidente que deseaba que nos metiéramos de una vez por todas.
Me asomé por encima del hombro de
Stan y vi que allá dentro no estaba
oscuro. Del techo y de cada uno de los escalones salía un halo de luz,
proveniente de pequeñas luces de halógeno, dando una tuene iluminación.
Stan fue el primero en poner un pie
dentro y empezar a descender. Yo tardé un par de segundos, un tanto dubitativa.
La mirada del religioso me ponía de nervios. Era como si estuviera contemplando
un par de víboras peligrosas.
Nada más entras yo por completo dentro
del túnel-escalinata, la puerta se cerró detrás de mí, y pude escuchar como le
echaban por fuera el cerrojo y el candado.
–¿Qué pasa? –pregunté sin moverme del
segundo escalón. Stan estaba a tres de distancia. Se detuvo, volviendo su
rostro hacia mi –¿Quién es ese hombrecito? ¿Por qué parecía entre lívido,
apanicado y furioso cuando le hablaste en latín? ¿Y cómo demonios es que sabes
hablar latín?
Las preguntas salieron a toda velocidad,
una tras otra, sin molestarme en respirar al hablar.
–Es el Padre Emanuele, es quien se
encarga de esta iglesia.
»Estaba lívido porque sabe quienes
somos, o mejor dicho, qué somos. Es obvio que un sacerdote tema de nuestra
monstruosa y demoniaca especie.
»Sobre lo que le dije en latín, siento
decepcionarte, esas son las únicas palabras que conozco. Son la clave para que
él nos dejara entrara aquí.
–¿Por qué lo hace? Es evidente que no
somos de su agrado.
–Respeta un trato –fruncí el ceño,
confusa, obligando a Stan a explicarse más –Hace tiempo, Emmett decidió que
teníamos que encontrar una forma de estar cerca de Volterra, poderlos espiar
cuidadosamente y sin ser descubiertos. Emmett está muy comprometido con su
propia venganza, así que estudió todos y cada unos de los alrededores de
Volterra, viejos planos, mapas, todo lo que tuvo a su alcance. Descubrió que
entre esta iglesia y la Basílica de Santa
Maria Assunta en Volterra, ¿la recuerdas? –asentí con gesto arrugado. No
tenía precisamente los mejores recuerdos de ahí –hay una red de túneles que
conectan las dos ciudades. Y lo mejor es
que entre aquella basílica y el palazzo de
los Vulturi hay otro túnel que los comunica directamente. Emmett descubrió que
hace añales, una parte de los túneles se derrumbaron a causa de un terremoto, y
la gente fue olvidándose de ellos, tanto que dudo que alguien en este pueblo sepa
que alguna vez existieron. Los de la guardia desconocen esta información. Yo no
la sabía mientras estuve con ellos.
»Emmett decidió que a como diera lugar,
se haría de esta iglesia como su cuartel frente al enemigo. Él personalmente se
encargó de rehabilitar el túnel que lleva hasta Volterra.
–¿Cómo convenció al Padre? No me lo
imagino haciendo tratos con… nosotros
–Fue sencillo. Emmett y Neema solo
tuvieron que romper la regla de que
ningún humano sepa de nosotros. Vinieron, se mostraron como lo que son y
le dijeron al Padre Emanuele que si quería que San Gimignano no se viera
envuelto en una horrenda ola de atroces asesinatos, tenía que cooperar con
nuestro grupo. Te soy sincero, solo sé lo básico, esa vez no les acompañé. Pero
conociendo a Emmett y Neema, se perfectamente que tan “convincentes” pueden
llegar a ser.
»Tuve qué aprenderme “las palabras
mágicas” para poder entrar aquí, pero no estoy muy seguro de lo que significan.
Creo que algo así de almas pecadoras y sin posibilidad de perdón.
Me mordí el labio inferior, nerviosa.
Todo parecía demasiado revuelto e intrincado. Pero supuse que tendría que
confiar en tío Emmett; como había dicho Stan, mi tío estaba muy comprometido
con su venganza personal.
–Andando, amor. –Con un ligero
movimiento de cabeza, Stan me instó a seguirlo escaleras abajo.
En un intento de calmar el alocado
repiqueteo de mi corazón, del que estaba segura que Stan estaba al tanto,
empecé a contar cada uno de los estrechos escalones que iba pisando. La
escalinata tenía primero 16 escaños, luego un descanso que obligaba a girar a
la izquierda para continuar hacia abajo, a donde otros 16 escalones terminaba.
Abrí la boca e instintivamente me llevé
las manos a ellas para ahogar un grito. Aquello era enorme, lo sabía aún sin
adentrarme a un más. Techos abovedados, alcanzaba a distinguir algunas
secciones a modo de habitaciones, por las que atravesaban de un lado a otro
corredores en piedra blanca manchada de polvo, dándole aspecto de un
interminable laberinto. El aire era cargado, pero eso no era lo que casi me
hace gritar. No, sino que había un montón de nichos, altares y una que otra
momia en las paredes. Eran unas catacumbas.
El corazón me bombeó frenético, era como
si pudiera ver como trataba de saltar a través de la piel de mi pecho. La
respiración era entre cortada, como si estuviera corriendo una maratón cuesta
arriba.
–Falta poco. Dame la mano, no pasa nada
–Stan utilizaba el tono que se usa con un niño atemorizado con su propia sombra
en la pared. Esto era diferente, muy diferente. Me aferré a su mano, y si él
fuera un simple humano, se la hubiera fracturado con una facilidad pasmosa.
Aceleré el paso, urgiéndolo a hacerlo él
también. Por el rabillo del ojo, pude ver algunos frescos antiguos pintados en
las paredes. En otras, nichos tallados de tamaño pequeño, imaginé que
destinados a los niños que morían a edad muy temprana.
Realmente no tenía idea cuántas veces
torcimos el camino aquí y allá, si caminamos mucho o poco, solo era consciente
que aún para mí y la vida que había conocido, aquello era demasiado
espeluznante.
Al final, llegamos a lo que me pareció
el centro del laberinto, y ahí estaban los demás: mis padres, mis abuelos,
Kate, Tanya y Garrett, los tíos de Denali. Ya habían llegado también Emmett,
Neema y tía Alice con Seth y Jacob. No vi a nadie del clan irlandés, supuse que
no habían tenido éxito en su misión en búsqueda de aliados. También había otro
vampiro; nunca lo había visto antes. Con el pelo casi a rape, no muy alto, de
unos 1.70 metros, pero de músculos bastante marcados. Lo que más llamaba la
atención, sin contar sus rojos escarlatas, era
los tatuajes que cubrían sus brazos. Eran una mezcla de diseños
maoríes, que iban desde los hombros
hasta la altura de cada muñeca. Del pecho izquierdo, sobresalía un
impresionante diseño, que a simple vista parecía una especie de escudo coronado
por un rostro de mueca desafiante. En
cada oreja, tenía un piercing expansor, del tamaño de una galleta oreo. ¿Cómo podría pasar desapercibido alguien así?
No podía imaginármelo tratando de mezclarse con el resto del mundo. Demasiado
llamativo para eso.
Rápidamente distraje mi atención de él,
al notar que las Erinias ya estaban
ahí, comandadas por Eros; había conocido a Agláope y Megera, las otras cinco no
tenía ni idea cómo se llamaban. Faltaba Freyja, pero llegó prácticamente
pisándonos los talones.
–Que odioso tipo –murmuró mientras
pasaba a un lado de Stan y mío, dirigiéndose directamente al lugar donde estaba
su grupo –Si no fuera porque es el portero de este cuchitril, me lo comería de
un bocado para borrarle ese estúpido gesto de terror.
–Freyja –Eros murmuró con cierta
molestia y advertencia su nombre. Era claro que no estaba para tonterías de sus
subordinadas.
La vampira ni se inmutó, pasó a mi lado
rápidamente, sin importarle darme un empellón en su paso hasta su jefe. Le
dediqué una mirada furiosa, pero cualquier protesta que pudiera formarse en mis
labios fue interrumpida por mi familia.
–¡Nessie!
–¡Hija!
En un segundo, me vi estrechada en los
brazos de mis padres y abuelos. Apenas nos habíamos separado un par de días y
los había extrañado un montón. A cada abrazo, sentía un peso menos en el alma
al ver que estaban bien, sanos y salvos.
Stan se mantuvo todo el tiempo a mi lado, aferrando su mano a la mía.
–Stanislav –pronunció parco mi padre con
un ligero movimiento de cabeza a forma de saludo.
–Señor –constó Stan, con tono reservado.
Iba a pasar mucho tiempo, demasiado
antes de que la tensión se disipara entre ellos. Y cuando supieran lo del
sellamiento…
Involuntariamente, un pequeño recuerdo
de lo que había sucedió la noche anterior entre Stan y yo se coló en mi mente;
lo frené de inmediatamente, cuando mi padre clavó su vista fijamente en mi. Sus
ojos mostraban dureza, sorpresa y un montón de interrogantes. Decidí no darme
por enterada, desviando la mirada y prestando atención a lo que mi abuela decía
en esos momentos
–… y no podíamos evitar estar
preocupados por ustedes.
–Lo siento, abuela –no tenía idea de lo
que había dicho antes, pero supuse que un “lo siento” encajaba perfectamente
como una respuesta.
–Lo importante es que al fin están aquí.
–Mi madre acarició mi mejilla, y pude notar en su mirada el alivio que sentía
al tenerme al fin a su lado. No solo yo había tenido miedo de lo que pudiera
suceder en estos días que la familia se había separado; el sentimiento lo
habíamos compartido todo los Cullen.
Un carraspeo interrumpió la reunión
familiar. Todos giramos el rostro hacia una serie de tumbas donde las Erinias,
el tío Emmett y Neema estaban sentados, estudiando lo que parecían unos planos.
–¿Les importaría dejar para después toda
esta cursilería familiar? Tenemos cosas importantes qué discutir…
Eros estaba cabreadísimo, era evidente
por el tono de voz. No pude evitar torcer el gesto. Que él fuera un monstruo
sanguinario y vengativo no le daba derecho a criticar la dinámica familiar
Cullen. ¡Diablos! Habían sido días
bastante difíciles para nosotros y teníamos todo el derecho de sentirnos
aliviados de rencontrarnos de una pieza.
–¿Podrían ponernos al tanto de lo que ha
pasado? –Stan habló con decisión. Era claro que no iba a dejarse impresionar
por Eros. Por lo poco que había visto de ellos juntos, era claro que se
toleraban lo más mínimo. –Supongo que les habrán dicho lo que sucedió en Praga.
–Sí –respondió tío Emmett –Estábamos
preocupados por ustedes. Durante horas tratamos de comunicarnos a tu teléfono,
Stan.
–Lo perdí al huir de… –Stan se detuvo,
como pensando que tal vez ni mi abuela ni mi madre se sintieran muy complacidas
al saber que yo había terminado metida en un sórdido burdel de Praga, y había
tenido que huir de él vestida como una prostituta más del distrito rojo.
–¿Y los de Irlanda? –pregunté, sin
aguantarme la curiosidad de saber por qué no estaban ahí.
–Están de nuestro lado, pero esta vez no
están dispuestos a arriesgar el cuello por nosotros –Tía Alice torció los
labios con un dejo de tristeza y frustración. La conocía tanto como para saber
que se sentía culpable de haber fallado en la misión de convencer al clan de
Siobhan.
Me mordí el labio, intentando reprimir
una maldición. Necesitábamos toda la ayuda posible, y no podía evitar maldecir
a los irlandeses por dejarnos tirados.
Podía entenderlos perfectamente, el instinto de supervivencia era
primero, y yo en su lugar también me la pensaría antes de aceptar jugarme la
vida en una misión suicida, pero
¡diablos! Los necesitábamos.
–¿Y entonces…? –pregunté con un hilo de
voz.
–Y entonces, tendremos qué trabajar con
lo que tengamos a la mano…. –respondió tío Emmett, volviendo su atención a los
papeles que estaban estirados sobre una tumba, sostenidos en cada esquina por
pequeños trozos de piedras.
Había unas cuantas velas alrededor de la
tumba (más unas cuantas repartidas a lo largo de los corredores de las
catacumbas), pero la única con problemas de visibilidad era yo. Los demás, al
ser vampiros, podían ver flotar una mota de polvo en medio de la penumbra.
Bueno, Seth y Jacob también podían hacerlo, por su condición de metamorfos.
Mi mirada se encontró con la de ellos, y
rápidamente la desvié, nerviosa. No me había acercado a saludarles, ni siquiera
me había atrevido a mirar en su dirección ni una sola vez. Pero ¿cómo hacerlo?
Aunque no vuelto mi mirada hacia Jacob, había sentido la suya sobre mí,
consiente de que no le había pasado por alto mi mano entrelazada en la de Stan.
Era una cobarde, lo sabía perfectamente, pero no quería enfrentarme a Jake, no
quería tener qué explicarle que Stan y yo… que…
–¿Estas bien? –Stan susurró contra mi
oído, de manera casi imperceptible. Le
dediqué una larga mirada mientras me mordía el labio inferior, nerviosa. No, no
estaba bien, no podía mentirle pero tampoco podía decirle la verdad. Stan me dio un rápido beso en la sien, me
echó el brazo sobre el hombro y siguió prestando atención a lo que los demás
decían.
De verdad que traté de poner atención en
lo que decían, en cada una de las decisiones que iban tomando para ir afinando
el plan de ataque. Pero a medida que pasaba el tiempo, empezaba a sentirme
asfixiada, claustrofóbica. Éramos 23 seres encerrados en un laberinto bastante
lúgubre, discutiendo la mejor manera de asegurarnos de no morir a manos de los
Vulturi, y como guinda del pastel, Jacob no dejaba de mirarme con el ceño
fruncido, con un gesto duro.
–Debemos actuar rápido, la mejor forma
es tomarlos por sorpresa en el gran salón. Eso nos dará la oportunidad de
tenerlos a todos en el mismo lugar y sin correr el riesgo de que decidan
hacerle algo a Charlie si… –tío Emmett hizo una breve pausa, mirando incómodo en
dirección de mi madre. Ese “si” quería decir si es que mi abuelo todavía seguía
con vida. –La loba es quien se encarga de su custodia. No será fácil pelear con
ella.
–Ninguno de ustedes le pondrá una mano
encima a Leah –habló al fin Jacob. Su tono de voz iba cargado de determinación.
–Leah es de mi gente, así que si alguien ha de lidiar con ella, seremos
nosotros.
–¿Crees poder hacerlo? –replicó Stan
–¿Qué quieres decir con eso?
–Tal vez a ella no le importe tener qué
enfrentarse a ustedes. ¿Van a poder luchar contra ella, siendo una loba de tu
manada? O tú, Seth, ¿serías capaz de pelear contra tu hermana?
–Soy perfectamente capaz de manejar a mi
gente.
–No creo que ella esté bien. Después de
todo, fue capaz de traicionarlos y unirse a los Vulturi.
»Así que, o ella es una maldita bruja
traicionera, o simplemente está completamente deschavetada.
–¡No te permito que hables así de mi
hermana! –bufó Seth, dando un par de pasos en dirección de Stan.
–¡Hey, quieto! –Jacob lo detuvo,
poniendo sus manos sobre el pecho de Seth. Podían despreciar a nuestra especie,
pero en ese momento teníamos que trabajar juntos, y Jake no era tonto, de nada
servía enfrascarse en una pelea cuando sus oponentes los multiplicaban por diez.
–Si estamos aquí es para asegurarnos por el bienestar de Leah. Aunque ustedes
aseguren que se unió voluntariamente a esas sanguijuelas italianas, yo todavía
tengo mis dudas al respecto.
–¿Crees que miento? –la pregunta sonó
con dureza en los labios de tío Emmett.
–Tal vez tú no mientras, pero tus
“fuentes” que aseguran que Leah fue quien ayudó a secuestrar a Charlie, tal vez
estén equivocadas. Leah es de mi gente y ha hecho demasiado por mi y mi
familia… incluso por ustedes, los Cullen. Lo mínimo que le debemos es el
beneficio de la duda.
“¿Leah
había hecho mucho por mi familia?”, pensé con ironía. Tal vez al
principio, en la época en que yo nací. Pero después… por lo menos conmigo,
había sido una maldita bruja desgraciada.
–¡Basta! –protestó papá, intentando
bajar los ánimos. Le lanzó una significativa mirada al tío Jasper, quien
asintió de forma casi imperceptible.
De pronto, las miradas airadas, las
muecas rígidas, los hombros tensos, todo parecía irse relajando. No fue difícil
imaginarme que tío Jasper había echado a andar su don. Esa era la súplica
implícita en la mirada que mi padre le había dado.
Se hizo un pequeño silencio, como si
todos necesitáramos una pausa mental para borrar de todo la tensión que se
había ido acumulando.
–Dices que la mejor forma de atacarlos
es cuando estén reunidos todos en el gran salón del castillo –pronunció Eros
–¿Y cuándo sabremos que están todos reunidos ahí? ¿Acaso tus espías lograron
poner un cámaras en circuito cerrado para poder vigilarlos?
–No. Pero estos años he aprendido a
conocer sus hábitos. Pasado mañana es 31 de Diciembre, día de celebración en
Volterra. Los Vulturi aprovechan para “cazar” turistas y darse un buen festín
con ellos. Heidi se encarga de ello, en
cuanto ella empiece a la “cosecha”, será nuestra señal para entrar.
–¿Y cómo vamos a vigilarla? ¿Crees que
con un poco de maquillaje y pelucas, no van a reconocer nuestro olor? Sabrán que un vampiro extraño a su grupo está
ahí, vigilando.
–Para eso vamos a usar esta red de
túneles –pronunció Emmett, señalando con la cabeza los planos extendidos – ¿o
cómo crees que Neema y yo hemos podido entrar y salir tan fácilmente de
Volterra sin que ellos se enteren?
–Si mal lo recuerdo, Kaori fue atrapada
por los Vulturi, es muy probable que ya le hayan sacado todo lo que sabe sobre
ustedes.
–Kaori no sabía de la existencia de
estos túneles. Los únicos que sabíamos de ellos somos Neema, Stan y yo. Ni
siquiera Alejandro estaba enterado de esto –Emmett lanzó una rápida mirada
hacia el vampiro tatuado. Así que ese era el tal Alejandro del que había
escuchado antes.
»En fin. Como estaba diciendo, vamos a
tener que esperar a que Heidi les lleve la cena
y mientras ellos aprovechan el momento del banquete, nosotros nos
meteremos al castillo por aquí y por aquí –con el índice derecho, el tío señaló
un par de puntos sobre el plano.
No presté atención, pues mi mente
decidió retroceder un par de años, justo la noche del “banquete de bienvenida”
que me había preparado Aro, cuando yo estaba amnésica y creía que mi nombre era
Atena y él era mi padre. No pude evitar
estremecerme al recordar la brutalidad de aquella noche, las aterradas miradas de esa gente, los
gritos de terror, las súplicas… Sentí un ligero mareo, que traté de disimular a
toda costa.
–¿Vamos a entrar después de que hayan
terminado de cenar? –pregunté con voz temblorosa –¿Vamos a dejar que maten a
esa gente inocente?
Se hizo un pesado silencio.
–Nessie, no podemos salvar a todos. Si
queremos salvar a Charlie…
–¡¿Pero usar a esa pobre gente como
carne de cañón?!
–¿Y qué es lo que sugieres, entonces?
–masculló Neema, exasperada –Si tienes una mejor idea, anda, dínosla y la
pondremos en práctica.
Me quedé muda, con la mente en blanco,
intentando pensar en algo, pero… nada, no se me ocurría ni una maldita
alternativa.
–¿Entonces? Ok, no tienes nada qué
proponer, así que vamos a seguir con nuestros planes.
Miré desesperada a Jake y Seth,
esperando que dijeran algo, que se opusieran a permitir esa masacre. Pero solo
obtuve silencio, aunque en los ojos de Jacob pude entender que ellos tratarían
de pensar en algo.
–El problema va a ser romper el escudo
de Renata –agregó Neema –Ella es nuestro gran obstáculo para destruir a Aro.
–Supongo que es ahí donde entro yo
–pronuncié, aún con la voz temblorosa y sin dejar de pensar en que debíamos encontrar una manera de evitar
derramar sangre inocente –Yo soy la única que puede romper ese escudo. Voy a
tener qué encargarme de ella directamente
–¡NO! –protestaron al unísono mis padres
y Stan
Torcí el gesto ante la protesta. ¿Qué esperaban
que hiciera? ¿Qué me quedara de brazos cruzados esperando a que regresaran de
la guerra?
–Ustedes saben que ese es parte de mi
don, y mi don no se maneja a control remoto. Si quieren dejar vulnerable a Aro,
tengo que romper el escudo de Renata, no hay más.
–Pelearé por ti –propuso Stan –Vamos a
hacer equipo: tu te limitas a estar cerca de mi para hacerle frente a Renata.
Concéntrate en su escudo, y yo me encargo de ella.
–Esta bien –dije, arrastrando las
palabras.
Les iba a dar por su lado con respecto a
Renata, pero yo tenía una misión en específico: acercarme a Marco y “mostrarle”
los recuerdos que la Señora me había
permitido tomar de ella. ¿Cómo iba a
poder lograrlo sin que Marco me matara antes de intentar echar a andar mi don?
No podía decirle a Stan o alguien más de mi familia y amigos, la Señora me había dejado muy en claro que
tenía que mantener la boca cerrada sobre ese asunto.
Estaba tan ensimismada en mis propios
asuntos, que lo que los demás decían me pasó desapercibido, sólo hasta que el
tono seco de mi padre me regresó a la realidad.
–No. Y es mi última palabra.
–No te entiendo, Edward. No hemos venido
Seth y yo hasta aquí sólo para gozar de las maravillas de Europa, ¿verdad? En
cuanto logremos liberar a Charlie y Leah, Seth y yo les ayudaremos a acabar con
ese maldito aquelarre de una buena vez y por todas.
–Esta no es su pelea. Limítense a Leah,
que nosotros nos encargaremos del resto.
–¿¡Estas idiota, o qué?! –Gritó tío
Emmett –Los lobos serán una inmensa ventaja a nuestro favor. Saben pelear muy
bien y conoces el daño que pueden hacerle a un vampiro.
–¡No! No pienso arriesgarlos a un
peligro innecesario. Ya dije, esta no es su pelea.
–¿Qué no es nuestra pelea? –Jake se
acercó lo suficiente a mi padre para increparlo sin temor alguno –Ellos nos
quitaron a Sam, Embry y Collin, ¿lo recuerdas? Mataron a nuestros amigos,
familia… Los Vulturi se convirtieron en algo personal al momento en que nos
arrebataron a aquellos que aún lloramos. ¿Ustedes creen que son los únicos que
tienen cuentas pendientes con ellos? –bufó, sin desviar ni un ápice la mirada
sobre mi padre –Mientras ellos sigan, mi pueblo, mi gente está en peligro. No
solo por la asociación que alguna vez llegamos a tener con los Cullen, sino
porque saben que nuestra manada representa un enemigo muy fuerte para ellos.
»Si la única forma que tengo de
asegurarme de que ni una sola vida quileute volverá a perderse en manos de Aro
es peleando hasta mi último aliento contra ellos, que así sea. Soy el líder de
mi manada, de mi pueblo, mi deber es velar por la seguridad de todos ellos.
–¡No puedo permitir que te suceda algo!
–¿¿Por qué?!
Se hizo un seco silencio. ¿Por qué mi
padre estaba tan decidido en proteger a Jake? La seguridad de Jacob parecía tan
importante para papá como lo era la mía propia. Pero, ¿por qué? Esperaba que no
se tratara de que en el fondo, papá no perdía la esperanza de que yo volviera
con Jacob; que todo era por cuidar la integridad de su yerno favorito.
Sospechaba que si fuera Stan el que estuviera insistiendo para pelear contra
los Vulturi, papá no le pondría ni un pero a que se enfrascara en medio de la sangrienta batalla.
–¿Y bien? –repitió Jake, arqueando la
mirada, esperando la respuesta de parte de mi padre.
–Edward, Jake, por favor –mi madre se
interpuso entre ellos, poniendo una mano sobre cada uno de sus pechos,
intentando poner más distancia entre ellos –No debemos de ponernos a pelear
entre nosotros. No sirve de nada.
–Como diría mi Señora, estos problemas domésticos me dan pereza –soltó Eros, sin
apartar la mirada de los planos que seguía estudiando a detalle rodeado del
resto de las Erinias –¿Creen que podemos seguir adelante con nuestros planes y
dejar de perder tiempo en tonterías?
»Y tiene razón el lobo: deben pelear. No
podemos darnos el lujo de escoger que soldados llevaremos a la batalla.
Respiré profundo, ¡qué difícil se estaba
poniendo esto! Éramos una maldita bomba de tiempo, tensos, todos opinando al
mismo tiempo, intentando imponerle a los demás lo que consideraban sus mejores
ideas.
El ambiente se me iba antojando cada vez
mas pesado, más asfixiante. Me sentía “rara”. Pensé que al haber intercambiado
sangre con Stan, me sentiría eufórica, más viva, con mucha energía. O por lo
menos así había sido al principio, pero conforme habían ido pasando las horas,
empezaba a sentirme agotada, débil; incluso respirar se me hacía pesado. Había
bebido sangre antes de marcharnos de Praga, pero era como si me hubiera
limitado a tomar un simple vaso de agua. ¿Qué me pasaba? ¿Sería una especie de
efectos secundarios por haber intercambiado sangre? Stan tampoco estaba al
cien, sus ojos habían empezado a oscurecerse, señal de que necesitaba beber.
Debí de haberlo convencido para que no
rechazara la sangre que Frejya nos había ofrecido. Debí insistir, Stan debía ir
completo, fuerte a la batalla. Él me pertenecía de la misma manera en que yo
era suya, así que mi deber era cuidarlo, protegerle, asegurarme de que
estuviera bien, pero… pero en esos momentos ni siquiera podía asegurar que yo
estuviera bien. ¿Qué me pasaba? Las voces de mi alrededor sonaban cada vez más
lejanas, el aire parecía entrar a mis pulmones a cuenta gotas, mientras que mi
visión iba cubriéndose de un halo gris cada vez más intenso.
“Mantente
despierta. Mantente de pie”, gritaba débilmente una vocecita en mi cabeza,
pero no pude obedecer. Simplemente, el mundo terminó siendo un borrón negro y
ya no supe de él.
Cuando abrí los ojos, me encontré en un
silloncito que había visto mejores días. Me senté desorientada y sin tener idea
de donde estaba. La vista empezó a enfocarse con claridad, y me di cuenta que
estaba en la habitación que custodiaba la puerta hacia las catacumbas. “¿Stan?”¨, pensé, buscándolo con la mirada.
–¿Cómo te sientes? –preguntó papá, con
preocupación, de pie a mi lado.
–¿Qué me pasó? –respondí con otra
pregunta. Si mal lo recordaba, había estado un par de metros más abajo, rodeada
de 22 vampiros y dos hombres lobos, discutiendo la mejor forma de atacar a los
Vulturi.
–Te desmayaste.
–Ah… –pronuncié, como si fuera lo más normal
del mundo. Paseé la mirada por la pequeña habitación. ¿Horas? ¿minutos? antes,
cuando había llegado con Stan, por la prisa del sacerdote, y por la nuestra
propia, no me había detenido a mirar la decoración, me había concentrado en la
sencilla puerta detrás de la cual nos esperaban los demás. El lugar estaba
atestado de “cacharros” diversos, algunas figuras religiosas a las que les
faltaba algún pedazo, cuadros manchados por la humedad. Supuse que era una
especie de cuarto de cachivaches.
–¿Y Stan? –pregunté, buscándolo
instintivamente con la mirada, aún cuando sabía que no estaba ahí –¿Y mamá?
¿Los demás? –agregué presurosa, recordando que los ánimos se habían estado
caldeando con ganas.
–Sobrevivirán un rato sin nosotros.
Lo miré con aprehensión. Los ánimos
estaban muy tirantes, aunque era cierto que gracias a tío Jasper y su don, la
situación podía controlarse.
–¿Cómo te sientes? –prosiguió papá,
estudiándome con detenimiento, tanto que me sentía nerviosa bajo su mirada.
–Ya me siento mejor, supongo que me
sofoqué un poco con el encierro allá abajo. Creo que ya podemos volver con los
demás… por cierto, ¿cómo salimos?
–Por la puerta.
–Ya sé, lo que quiero decir, es ¿cómo
abrieron las cerraduras? ¿El sacerdote vino y…?
–La puerta puede abrirse por dentro
también. –La voz de mi padre sonó monótona, pero su mirada era bastante
inquisitiva. ¿Qué pasaba?
–No esperabas encontrarme a mí al
despertar.
–¿?
–Tu primer pensamiento fue para Stan.
Instintivamente, lo buscabas, esperabas verlo a tu lado. ¿Sabes que tu familia
también puede cuidarte, verdad? Yo intento hacerlo todos los días.
–Puedo hacerlo yo sola. Ya estoy
grandecita, ¿recuerdas?
–Sí, pero eso no significa que ya no
seas mi niña, mi princesa.
Papá se sentó a un lado de mí, y con
ternura, tomó mi mano derecha entre las suyas.
–Nessie.
–Mmm
–¿Hay algo que quieras decirme?
“Oh,
oh”
–Papá… – dije con voz estrangulada,
mientras intentaba pensar rápido. No podía saber lo de Stan y yo. No había
pensado en eso ni un momento desde que habíamos llegado, ¿verdad? ¿O sí lo
había hecho? ¡Diablos! No podía recordarlo –Yo… yo….
–¿Si?
–Esta mañana tomé sangre humana –dije
atropelladamente, desviando la mirada entre avergonzada, asustada y esperanzada
de que eso fuera de lo que papá quería que le hablara.
–¿Bebiste de un humano…? –papá parecía
desconcertado, pero intentó hablar con calma. Imaginé que recordaba
perfectamente lo que había pasado la última vez que le había dicho que había
bebido de una persona. Fue cuando le conté lo que había sucedido con Clare, y el
gesto de horror que había puesto al escuchar mi confesión había bastado para
que yo saliera corriendo y desapareciera por años sin dejar rastro. Esta vez, su rostro y su mirada, se
mantuvieron impasibles, sin reflejar condena.
–No, no mordí a nadie. Freyja, una de
las Erinias, se apareció en nuestra puerta para decirnos que teníamos que salir
corriendo hacia acá. Se puso a criticar que Stan y yo luciéramos tan débiles y
sacó de una mochilita que andaba cargando, unas bolsas con sangre, de esas que
utilizan en los hospitales para las transfusiones.
»Stan no quiso beber, se empezaron a
hacer de palabras y yo terminé tomando una por el equipo. –Hablaba a toda velocidad, casi
atolondradamente, mientras los recuerdos de la mañana aparecían en mente –Me
sentí como un alcohólico bebiéndose un shot de tequila… ya sabes… no bebo sangre humana desde que
pasó lo de… ya sabes.
Papá guardó silencio, como si estuviera
analizando concienzudamente cada una de mis palabras.
–Así que Stan no bebió, solo tu –no era
una pregunta, sino una afirmación. Detecté una nota de respeto de papá hacia mi
vampiro. Tal vez no estaba todo perdido entre ellos.
–Ajá.
–Si bebiste sangre, no es para que
estuvieras tan cansada, ni para que te hubieras desmayado. Deberías de tener un
buen semblante.
Papá volvió a guardar silencio, con la
mirada baja, y era yo quien ahora le miraba quieta, preguntándome qué pasaba.
–Ven –de un tirón, me puso de pie –será
mejor que te consigamos algo de comer. Comida humana –agregó rápidamente.
–¿Vamos a salir? –pregunté mientras
fruncía el seño.
–Claro. Dudo que el sacerdote quiera
ofrecernos algo de comida para ti. Será mejor que evitemos darle más molestias
de las que le estamos ocasionando.
–Pero… ¿no se van a enojar los demás?
–Hija, esta no es nuestra prisión.
Además, no es como que sea medio día y yo me vaya a parar a mitad de la plaza,
sin camisa para que todos vean como brillo bajo el sol –pronunció con ácido
humor. –Andando.
Aún con mi mano enlazada a la suya, le
seguí a paso rápido. De pronto, me sentí como cuando era una niña y seguía a mi
padre de un lado a otro, lista para una nueva historia, un nuevo juego o una
nueva aventura.
Por suerte, la iglesia estaba desierta,
sin señales del sacerdote. Salimos al exterior, bajamos la escalinata y empezamos
a mezclarnos entre la gente que aún rondaba por la plaza.
Anduvimos por las estrechas callecitas,
y bastó un par de giros a la izquierda y luego a la derecha para terminar
completamente desorientada. Al final de una de esas calles, topamos con una
escalinata, que llevaba a una puerta doble de metal negra, con una de sus hojas
abiertas y sobre la cual se leía en un letrero grande y también negro, “Trattoria Chiribiri”
El lugar era muy pequeño, con apenas
unas 15 mesas, las cuales estaban ocupadas en su mayoría. A pesar del tamaño,
se respiraba un ambiente agradable y típicamente italiano. Papá, utilizando el
mejor de los encantos Cullen y un perfecto italiano, se acercó a la anfitriona
y pidió una mesa para nosotros. La mujer, una bajita y curvilínea italiana de
melena y ojos oscuros, lanzó una coqueta y ruborizada sonrisa y sin mucho
preámbulo, pidió que le siguiéramos, dejándonos en una mesa al fondo del lugar.
Me senté a su izquierda, en una mesa para cuatro personas.
“Que
bueno que no está mamá con nosotros”, pensé divertida. Amaba locamente a
papá, y sabía que él la correspondía de la misma manera, pero eso no quería
decir que no se pusiera celosa cuando veía como las humanas se derretían con la
belleza mi padre.
–No le vayas a decir. –pronunció papá,
un poco enfurruñado. Había “escuchado” mis pensamientos –Si tengo que coquetear
un poco para que mi niña esté bien alimentada, que así sea.
Un mesero se acercó con un par de
cartas, mientras otro llenaba nuestras copas con agua.
Agarré la carta, sin mucho ánimo. La
comida humana, como la llamaba papá, nunca me había parecido fascinante. Leí
rápidamente el menú, y aunque todo sonaba bien, nada se me antojaba.
El primer mesero se acercó a tomar
nuestra orden, y sin molestarse a que yo decidiera que pedir, papá me quitó la
carta de las manos y empezó a ordenar.
– Vogliamo
insalata di casa, cinghiale in umido, Tagliatelle funghi e, per dessert,
tiramisu
Lo miré con los ojos como platos.
Esperaba que él fingiera comer, porque no me pensaba engullir todo eso yo sola.
–¿Vino, signore?
–No.
Coca-cola per la signorina.
El mesero terminó de anotar la orden y
se marchó, dejándonos solos.
–Si pediste todo eso para mí, bueno, va
a ser un pecado desperdiciar toda esa comida.
–Tuve que ordenar algo para mí también,
¿no te parece que será extraño que seas la única que coma mientras yo me quedo
viéndote? Pero no te preocupes, no se va a desperdiciar nada. Me voy a asegurar
que te alimentes como es debido.
–Pa… –dije entornando los ojos. No quería llamar la atención de la gente de
nuestro alrededor, pero supuse que mi mueca había expresado perfectamente la
protesta que hubiera gritado. No era fan de la comida humana, menos cuando me
obligaban a tragarla.
No tenía caso ponerme a protestar o
intentar hacer una pataleta de niña pequeña. Cuando papá ponía esa mirada tan
obtusa, sabía que no iba a haber poder humano o vampiro de hacerle cambiar de
opinión. –Ahorita vengo. Voy al baño, ya sabes, cosas humanas –añadí con
rapidez al ver su ceño fruncido.
Para cuando regresé del baño, la comida
ya había llegado a la mesa. Papá esperó a que yo me volviera a sentar, y con un
ligero movimiento de cabeza, me ordenó que comiera.
Solté un largo suspiro de resignación,
agarré un tenedor y empecé a picotear de aquí y allá. Mi consuelo era que papá
estaba haciendo lo mismo que yo, solo que para él era peor, la comida le sabía
a tierra o ceniza.
Comimos en silencio un buen rato. Solo
cuando a él le pareció que yo estaba comiendo lo suficiente, fue que reanudó la
conversación.
–Quiero echarle un vistazo a la herida
que te curó Stan.
Me atraganté con un fideo, antes de
contestar entre tosidos –¿Perdón?
–Quiero asegurarme que la costura no
está infectada. Stanislav está preocupado. Durante el viaje hacia acá, notó que
tenías un poco de fiebre.
–¿Te lo dijo él?
Papá no contestó. ¡Tonta de mí! Por
supuesto que papá lo había escuchado no precisamente de propia voz de Stan.
–Pensé que ya no te dedicabas a rondar
en mis pensamientos.
–Trato de evitarlo lo más posible. Pero
dadas las circunstancias, a veces alguien como yo tiene que romper sus
promesas. Tengo que estar seguro de que lo que más amo no corre peligro.
–Hace rato me preguntaste que si había
algo que quería decirte –dije, mientras dejaba de lado los cubiertos y el plato
a medio terminar que tenía delante de mi –Algo me dice que no te referías a lo
que te conté sobre… sobre la sangre o sobre mi herida.
–No.
Me mordí el labio, nerviosa. Empezaba a
tener una idea sobre lo que mi papá quería hablar, pero tampoco estaba cien por
ciento segura que se tratara de eso.
–¿Por qué me has traído aquí? –Solté la
pregunta sin pensar. –Tengo el presentimiento que no solo se trata de tu
preocupación por mi falta de apetito.
–Culpable –contestó, mientras le daba un
innecesario trago a la copa con agua que tenía a un lado –Quería hablar contigo
lejos de los demás, donde no pudieran escucharnos.
–¿En un lugar público? –pronuncié entre
dientes, confundida.
–En un lugar público, porque así es más
fácil que mantenga el control y no termine agrietando un edificio de un
puñetazo. Y es mucho más fácil que no mate a Stanislav.
“Oh,
oh”.
–¿Disculpa?
–¿Por qué, Renesmee? –El rostro de mi
padre era completamente sereno, sin dejar traslucir ni una sola emoción. Su voz
era baja, pero clara a mis oídos. –No trates de fingir que no sabes de qué
estoy hablando. No podemos darnos el lujo de perder el tiempo.
»¿Te obligó a hacerlo?
–¡No! –Mi voz salió un par de octavas
más agudas de lo que pretendía, atrayendo la atención de los comensales
cercanos. Me ruboricé un poco, y con manos torpes, solté la coleta que recogía
mi pelo, intentando usarlo como una barrera protectora de la mirada de los
demás. Di un profundo suspiro antes de
preguntar:–Yo lo elegí. Lo amo. Así de simple.
–No lo es. Sabes que es tabú entre
nosotros, y aún así elegiste seguir adelante.
–¿Cómo sabes que yo se eso?
–Como te dije antes, debo asegurarme que
tú y tu madre, que son lo que más amo en esta existencia, estén bien. Y en
estos tiempos que vivimos, tengo que echar mano de todos los recursos que
pueda. Y eso incluye mezclarme en los pensamientos de todos. Sé que Alice te habló del Sellamiento, de lo
que eso implica.
–Si. Y sé que mamá y tú lo llevaron a
cabo. Perdóname que te diga esto, no quiero ser irrespetuosa, pero ¿no crees
que es algo hipócrita querer reprenderme por algo que tu mismo hiciste?
–Cierto, pero la diferencia es que
nosotros no lo tomamos a la ligera… Paso tiempo antes de dar ese paso
definitivo.
–Lo mío con Stan no es nada qué tomarse
a la ligera –respondí, apretando las mandíbulas, intentando no subir la voz y
volver atraer la atención de los demás.
Tenía razón papá al querer hablar esto
en un lugar público. Si estuviéramos a solas, yo ya estaría pegando de gritos
hasta quedarme afónica. Y si estuviéramos con los demás, bueno… no quería ni imaginarme lo que pasaría.
–No puedes saberlo. Apenas si eres una
niña.
Bufé algo parecido una sonrisa
sarcástica.
–Temo decirte que dejé esa etapa muy
atrás. Esto vendría siendo mi equivalente humano a un segundo matrimonio.
Siento que me sigas viendo como tu “pequeña y perfecta niñita”, pero ya crecí,
y demasiado a prisa.
–Es por eso, por todo lo que pasaste,
por crecer tan de prisa, que estoy preocupado por ti. Soy tu padre, es mi
trabajo preocuparme por ti, asegurarme de que estés bien y que seas feliz.
»Se que tu vida no ha sido lo que podría
decirse normal; no con los antecedentes de nuestra familia, pero… –la voz de
papá sonó un poco ahogada. Vi como se mesaba el pelo, con ese gesto tan
característico que hacía cuando intentaba encontrar las palabras adecuadas –Ya
una vez te he visto sufrir por tomar una mala decisión, te vi consumirte,
desaparecer de nuestro lado. Y tu sufrimiento también fue el mío y el de tu
madre. Me sentía impotente por no poderte consolar, por no poder arroparte
entre mis brazos, como lo hacía cuando eras una niña y asegurarte que todo
estaría bien. Porque ya no se trataba de una travesura o de un raspón a causa
de una simple caída. Era toda tu vida la
que estaba hecha un lío, y yo me sentía tan impotente, sin poder hacer nada.
–Ya una vez intentaste hacer lo que
creías mejor para mí.
–Sí. Y no me alcanzará el tiempo que
tenga en esta Tierra para lamentarlo. Ahora sé que jamás debí intervenir entre
Stan y tú; achácalo al deseo de un padre por proteger a su única hija.
–Entonces, ¿por qué quieres intervenir
otra vez?
–No quiero meterme entre ustedes. Ya lo
entendí, lo amas y yo no tengo el derecho a decirte o decidir por ti a quién
debes darle tu corazón. Pero el sellamiento… esto es algo muy serio. No es como
que un día vas a despertarte y decidir que no quieres saber más de Stanislav. Esto
no se arregla con un divorcio o una separación amistosa. Es para siempre, sea
lo que sea que eso signifique.
–Lo amo, pa. Me pertenece, le
pertenezco; y que el Cielo me ampare, pero la única forma que concibo estar sin
él es la muerte. Esa es la única que podrá alejarme de él.
–Ya alguna vez dijiste algo parecido de
Jacob. ¿Qué cambió eso?
–¿Qué cambió? La vida. Tal vez si… si no
hubiera conocido a Stan, si Aro no hubiera planeado mi...–miré de reojo de un
lado a otro, tratando de asegurarme de que nadie nos estuviera prestando
atención. Nadie nos veía, todos, menos nosotros, hablaban en un animado
italiano –si no me hubieran raptado aquella vez, probablemente me hubiera
quedado con Jake y le hubiera dado todo lo que intenté darle una vez, claro,
sin lastimarlo ni hacerle la vida un inferno.
»Pero el hubiera no existe y,
simplemente aproveché mi oportunidad de elegir. Y elegí seguir mi corazón.
–Parecías besar el suelo que pisaba
Jacob. Estabas completamente embelesada por él. Me costaba entenderlo,
aceptarlo, pero no podía negar lo que veían mis ojos.
–Lo amaba, fue mi primer amor. Y una
parte de mi lo amará siempre, pero yo no soy la mujer que él necesita y yo… yo
soy de Stan. Lo amo, mucho más de lo que alguna vez amé a Jake, y mucho más de
lo que podría amar a cualquiera. Tú debes entenderme, debes sentirlo mismo con respecto a mamá.
»Está debajo de mi pie, en cada fibra,
en cada terminal nerviosa. Cada uno de mis sentidos está lleno de él. Es una
locura, es inexplicable, pero tú me entiendes, no puedes negarlo.
–¿Sabes qué podría pasar si se enterara
algún otro que no sea de nuestra familia? –negué con un ligero movimiento de
cabeza. No estaba segura, pero podía imaginármelo. Los vampiros no se tomaban
nada a la ligera, todo era o blanco o negro –La muerte verdadera. Es lo mismo
que exponerse en público a la luz del sol. ¿Entiendes por qué estoy preocupado?
–¿Alguien más a parte de ti, se dio
cuenta? ¿Mamá?
–Tu madre no sabe nada de esto. Ella
quiso venir contigo cuando te desmayaste. La convencí de que podía ocuparme yo
de ti sin ningún problema. La convencí de quedarse recordándole que era la
única capaz de calmar el genio de Jake y Seth.
»En cuanto a los demás, no saben nada, o
no que yo sepa. He estado atento a sus pensamientos, pero no he encontrado
nada. No sé si el clan ese de las Erinias lo hayan descubierto.
–¿Cómo te diste cuenta?
–Él pensó en ello por un breve momento,
y luego recordó lo que puedo hacer con mi don. Tuve que hacer un gran esfuerzo
para fingir que no lo había “escuchado” y para no partirle la cara.
–Tía Alice dijo que después de… de eso, se sentía una especie de euforia,
de energía, de vida. No sé si me explico.
–Papá asintió –Y yo me sentí igual, al principio, pero después, no sé…
me siento muy cansada, débil.
–Recuerda que no eres totalmente como
nosotros. –El mesero se acercó, preguntando si podía retirar los platos. Yo
había hecho el esfuerzo de comer más de mis seis bocados habituales cuando de
comida normal se trataba. Me había acabado media ensalada y una tercera parte
de los fideos, así que mi padre se podía dar por bien servido.
Esperamos a que el hombre retirara parte
del servicio antes de seguir con la charla.
–Como te decía, no eres como nosotros.
El intercambio para ti es el equivalente a donar sangre. Aunado a que no estás
precisamente bien nutrida… Me preocupas, por eso quisiera que no nos
acompañaras a Volterra.
–Debo hacerlo. Mi don es tan necesario
como el tuyo o el de mamá.
–Lo sé, pero aún así.
–Tal vez mañana podría salir y cazar
algo.
–No sé si sea suficiente. Stanislav
tampoco está en su mejor estado. Lo único que podría ayudarlos sería la sangre
humana –esto último lo dijo en voz tan queda que me pareció que había escuchado
mal.
–Yo bebí en la mañana y no me hizo mucho
efecto. –le recordé, con cierta mortificación.
–Eso es lo que me preocupa. Debes tener
demasiado bajas las defensas como para que a pesar de ello, te hayas desmayado.
Y peor aún si la herida del brazo se te está infectando.
–No sé si por aquí tengan algunos osos o
pumas. Stan va a necesitar un par de ellos para fortalecerse.
Papá torció el gesto, indicándome que mi
vampiro no era precisamente una de sus preocupaciones principales.
–Vas a tener que empezar a trabajar en
ello.
–¿En qué? –preguntó con el ceño
fruncido.
–En aceptar a Stan. Él no se va a ir a
ninguna parte, o por lo menos no sin mí. Vamos en paquete, al 2x1.
Papá musitó algo inteligible.
–Por favor, hazlo por mí. Me duele que
tomes esa actitud con él. Es como si te importara un comino lo que le pudiera
pasar en Volterra. Recuerda que Stan está de nuestro lado, que es de los
nuestros.
»Sé que estimas a Jake, a pesar de todo
lo que ha pasado entre nosotros. Pero esa actitud de “Jacob es mi yerno favorito y tú no” –dije, imitando su tono de voz–
no me gusta. Espero que no signifique es todavía tienes la esperanza de que él
y yo volvamos a estar juntos porque…
–No sé de que hablas.
–Pa, ¡vamos! –encogí los hombros,
mientras volteaba las manos hacia arriba, con gesto de obviedad –Te pones
lívido cuando hablan de que Jake se una a nosotros una vez que se encargue de
la loca de Leah. Te pones igual que cuando alguien dice que yo debo hacer algo que
consideras peligroso.
»O sea, a Stan se lo puede llevar el
diablo, pero Jacob es intocable.
–No, así no son las cosas.
–¿No? –pregunté, arqueando la ceja,
incrédula –Allá con los otros fue bien clara tu postura con respecto a que Jake
y Seth nos ayuden.
–Es cierto que no quiero que ellos se
vean mezclados en nuestra pelea. Pero no es por el motivo que tú crees.
–¿Entonces? Dime por qué, quiero
entenderlo.
Papá guardó silencio. Entrelazó sus
manos y apoyó sobre ellas el mentón, dedicándome una larga mirada. Aunque
permaneció impasible, vi en su mirada que sus pensamientos estaban muy lejos de
ahí. Por un momento, pensé que se había
quedado como pasmado.
–Papá, ¿qué…? –estiré una mano, para
tomarlo por la muñeca izquierda, intentando llamar su atención, regresarlo de
donde quiera que su mente estuviera vagando.
Lo que no me esperé fue mi don se echara
a andar, y parte de sus recuerdos se hicieran eco en mi mente.
“No
puedo decirle nada. No cuando ella ha regresado”
“No
quiero que se quede a mi lado por un estúpido sentido del deber, por una
obligación. ¿Es mucho pedir que se quede porque así lo quiere? ¿Es mucho pedir
que sea porque me ame?”
“Tiene
derecho a saberlo. No puedo ser tan orgullosa ni tan mezquina para ocultarle
algo como esto”
“Pero
todavía no sé siquiera qué hacer. Yo no lo tenía planeado. No puedo creer que
siendo yo médico y a mi edad, me ocurran ‘accidentes’ como este”
“No,
pequeño. Pase lo que pase, eres mi bebé. Planeado o no, yo seré tu mami. Solo
que no sé si tu papá quiera serlo”
Solté a mi padre como si su contacto me
quemara. Esos retazos de pensamientos, esa voz asustada, derrotada, angustiada,
yo la reconocía. Sentí que se me bajaba
toda la sangre a los pies, que mi cuerpo se iba poniendo tan helado como un
témpano.
–Renesmee –la voz de papá era una mezcla
de reprimenda por haber accesado a sus recuerdos; pero también había
preocupación.
Sentí que el corazón se me rompía, y de
pronto, sin poder evitarlo, los ojos se me llenaron de lágrimas que se
deslizaban por mis mejillas.
–Yo… – No pude decir nada, la voz se me
ahogaba.
Impulsivamente, me puse de pie y salí a
toda prisa del pequeño local. Me sentía ahogar.
Salí empujando a un par de personas y
sin importar que la gente ahí presente se me quedara viendo, curiosa.
Las lágrimas no me permitían ver bien mi
camino, pero no me detuve sino hasta una callecita que parecía estar
completamente desierta. Y ahí por fin, solté el llanto desgarrador que había
estado conteniendo. Era como si el cuerpo y el alma se me hicieran girones con
cada lágrima.
Lloraba por lo injusta que era la vida.
Lloraba por Jake, por Emma.
Pero sobre todo, egoístamente lloraba
por mí. Por lo que perdí, por lo que alguna vez estuve a punto de tener y que
había perdido para siempre.
Lloré a todo pulmón por lo que nunca
tendría. Porque nunca sería capaz de tener mi propia familia, no podía dar vida
a través de la mía. Y aunque durante mucho tiempo había intentado convencer al
mundo, convencerme a mi misma que no me interesaba, la verdad es que sí me
importaba, sí era algo que quería para mí.
Y
que duro era aceptarlo cuando aquel que me había amado y al que le había hecho
mucho daño tenía la dicha de recibir ese maravilloso regalo. Sólo que él aún no
lo sabía.
FANTASTICO!!! Me encantó, aunque me gustaría que Nessie y Jake se renconciliasen...
ResponderEliminarMe puedes decir cuando subiras el próximo capi.
BESOS
100% Stanislav/Nessie son la mejor pareja que conozco. Me da mucha pena Nessie que ha sufrido tanto. Lo único que quiero es que nadie de la familia muera en la batalla, sobre todo Stan :D
ResponderEliminarSigue así y espeor el próximo cap con ansias
ESOOOOO...... VES, YO LO DIJE A NESSIE LO QUE LE HACIA FALTA ERA ESO. PENSAR QUE PERDIO A JAKE, Y TODO LO QUE VIVIO, Y VIVIRA CON EL. ME GUSTO EDWARD, EL SABE QUE NESSIE SE VOLVIO A EQUIVOCAR. CON LA ELECION QUE TOMO.ELLA AL QUE AMA HASTA LA MUERTE SIEMPRE FUE A JAKE.Y AUNQUE MEGUSTA STAN, TAMBIEN. EL DESTINO ES EL DESTINO Y NESSIE Y JAKE SON TODO Y MAS. ME ALEGRO QUE JAKE PUEDA TENER UN HIJO. Y CREO QUE NESSIE LO PUEDE QUERER COMO DE ELLA.ME DA MUCHA PENA POR STAN, Y EMMA., NESSIE QUEDARA LIBRE DEL SELLAMIENTO. O STAN, SE DARA CUENTA DEL ARREPENTIMIENTO DE NESSIE. Y LA DEJARA SER FELIZ AL FIN.A PREPARCE AL PARECER A MUCHAS LES TOCA LLORAR. :( YO POR MI PARTE ESTARE TRISTE PORQUE ME HUBIERA GUSTADO QUE STAN, ESTUBIERA CON ALGUIEN Y LE DIERA LA FELICIDAD QUE TAMBIEN SE MERECE. NO QUE DESAPARECIERA :( COMO CREO QUE PASARA. PERO SI EL TIENE QUE MORIR PARA QUE NESSIE QUEDE LIBRE Y ESTAR CON JAKE. PUES QUE ASI SEA. LO SIENTO. MID, PUEDES DECIR SI LE FALTA MUCHO A LA HISTORIA.
ResponderEliminarLIKE WHAT?!
ResponderEliminarhkasgdklsgdcajklsgdflwefhdñklajvvh.vgslvbgvhfkñvasmcnck.vjhodiñglkvjhsdflvkhsdfvjkñhdlvksdflviahsdvlasdb vshfpóihfklvjgc-kl bvf ksjdhsñdf
EMMA ESTÁ EMBARAZADA & JAKE SERÁ PAPÁ & AÑUDOGHASJVDGÑAKVGUÑVDVFSDFJVGHSDÑLFVGSDÑFLVHISFV
QUE LES VAYA BONITO. Bye con ellos.
PERO.
NESSIE. MY BABY. :C sólo quiero arroparla con una mantita, darle dulces y galletas y decirle que shhh todo estará bien y esconderla del mundo ;____________;
Edward de mi vida, sigue así♥ Je t'aime a mourir.
Stan, marry me? :3 neh. Marry ness *-*
Este capítulo es GENIAL♥ mil, mil gracias :')
IMPRESIONANTE CAPITULO, AUNQUE EL FINAL ME HA DEJADO ALGO TRISTE, POBRE NESSIE, AUNQUE ESPERO QUE ELLA TAMBIEN ESTE EMBARAZADA ¿VERDAD?, A LO MEJOR POR ESO TIENE TANTO SUEÑO Y SE SIENTE DEBIL (ES MUY PRONTO PERO CON BELLA PASABA IGUAL). BUENO YA NOS CONTARAS MAS, ME ALEGRO MUCHO QUE SIGAS CON LA HISTORIA AUNQUE HA PASADO TANTO TIEMPO SIGO RECORDANDO CADA MOMENTO DE LA HISTORIA. ESTOY MUY CONTENTA CON LA HISTORIA DE AMOR DE STAN Y NESSIE ME ENCANTA Y OJALA NINGUNO DE LOS CULLEN MUERAN NI STAN, POR FAVOR, YA FUE BASTANTE CON ROSALIE, ME DIO MUCHA PENA. BUENO OJALA NO TARDES MUCHO EN ACTUALIZAR. UN ABRAZO DE UNA GRAN FAN DE ESPAÑA.
ResponderEliminarOMG QUE CAPITULO ESTA DE MUEEEEEEEEEERTEE!!!
ResponderEliminarok ok lo sabia, sabia que ese secreto q tenia edward era q emma estaba embarazada de jake... Ya ven jake sera feliz y bye con ellos XD
ahora... Stan y Nessie, Nessie y Stan OMG me matan la mejor pareja eveeeeeeeeeeer!!! yo tamb pienso q nessie esta embarazada a pesar q es rápido pero ella tiene una parte vampiro eso puede acelerar el proceso no?? XD jajajaj ademas pasaron toda la noche haciendo el amor algo tuvo q pasar jajaja XD
ay dios yo quiero un hombre como stan lo amo demasiado...!! no me lo vayas a matar eh! sino creo q caeré en depresión y tampoco a ninguno de los cullen ni a nessie xfis ya esta bueno de muertes jajajajajaj ¡basta! XD
espero q actualices pronto q emoción ya estamos cerca para saber q pasará!! y aquí estaremos haciendo porras para que termines esta maravillosa historia!! besosss :P
Ohhh Mid Gracias Por Reaparecer!!!
ResponderEliminarPor Dios Nessie Pobre Al Descubrir Que Jake Si Va A Poder Tener Una Familia...Pero Yo Apuesto A Que Ella Queda Embarzada De Stan......
Gracias Por Volver Mid..
Saludos Desde Colombia
Att: Maria Alejandra Villamizar
nessie la otra ves reasono algo paresido.cuando jake estaba en el hospital y emma. lo atendio se puso celosa y toda la cosa. nessie no puede tener hijos. y stan no quiere hijos. pero emma puede y podria morir de parto y pedirle a nessie que lo criee con jake, ya que ellos dos se aman. y chicas no es por ser mala leche. pero hay pistasen este cap, nessie le dice a papa edward. que de stan la separa solo que el muerra. mmmmmmm y stan esta rarito con ella como que sabe que el morira. nessie toca a papa y descubre lo de emma y sale coriendo super afectada. mmmmmmmmmmm y lo de mareo puede ser la sangre que le dio la vampireza. ella tomo y stan no. algo super raro no creen.pero esta mas que claro y ovio que uno de ellos morira y pues se ve quien es. lo siento chicas unos ganan otros pierden asi es el amor. a alguien le toca perder y ya se sabia que seria. stan y emma no hay de otra.
ResponderEliminarno hago conjeturas, todo se lo dejo a MID lo único que quiero saber es si pronto seguirá esta historia
ResponderEliminarAAAAAMOOOOOO A ESTAN Y NESSIE E INCLUSO SI NO QUEDA JUNTOS AMO A STAN JAJAJAJA SON LA MEJOR PAREJA Y TAMBN SE ME OCURRIO Q ESTARIA EMBARAZADA POR ESO DE LA DEBILIDAD.. Y ELLA NO LLORA POR JAKE LLORA PORQUE EL SI PODRA TENER LO QUE ELLA NO EL SI PUEDE TENER FAMILIA Y ELLA POR MAS QUE QUIERA NO PUEDE, AUNQ SI RECUERDAN CUANDO ESTABA SECUESTRADA LA VIDENTE LE DIJO QUE TENDRIA BEBES Y SU CASA Y TODO ESO
ResponderEliminarstan y nessie de verdad me gustan muuucho mas que bella y edward... se aman y pase lo q pase y digan lo que digan de q jake es su destino blah blah que ellos se aman no hay ninguna duda
ResponderEliminarestoy tan confundida con esta historia, porque lloro tanto nessie porque jake va tener un hijo con emma, que apoco todavia lo quiere????, y lo que paso una noche anterior con stan que?????,yo quisiera que se quedara con jake, pero como pintan las cosas creo que stan va a hacer el que se quede con nessie, publica pronto MID, porfis
ResponderEliminarclaro ella lo dice que ama a jake, y al parecer la noticia la hizo darce cuenta de su error. lo de stan, es confucion al parecer edward lo sabe. por eso le dijo que por jake sintio lo mismo.y hasta vivio con el y todo. pienso que ese es el dolor de ella no poder darle el hijo a jake. y por eso puso esa barrera entre ella y jake.no creo que nessie este embarazada creo que todo se debe a que siente la debilidad de stan.el esta debil y ella siente lo mismo. no stan no se queda con nessie el muere. tiene quemorir para que nessie sea feliz y comienze de nuevo su vida.me da mas pena con emma que con stan. siento que ella trato de consolar a jake y paso lo que paso no creo que jake la ame como ama a nessie. y por eso me da pena. pero con stan si se merece eso por meternce en la vida de nessie lo que ella sufrio fue por su culpa. y creo que stan esta feliz de rencontrarce con su esposa y hija. dijo si va pal cielito. con eso de que no tienen alma.vamos mid acaba esto.aunque con este capitulo ya me imagino el final. y otra cosa fue que ella le dijo a edward que ella estubiera con jake si stan no hubiera aparecido. mas claro imposible.
ResponderEliminarYo creo que jake maduro muchisimo a lo largo de la historia y no podria estar con nessie si es que Stan muere ya que seria como un premio de consolacion... el se merece mas que vivir con una mujer que esta con el porque el hombre a quien amo se murio... Ya jake se lo dijo hace unos capitulos atras a ness cuando hablaron a pesar de todo el amor que le tiene a ella tambien tiene su orgullo y amor propio.
EliminarCreo que inevitablemente ella va estar ligada a ambos siempre de uno u otra forma, lo que es triste ya que ninguno va tener su final feliz del todo..
En lo que si tenes razon es pobre emma ella deberia de poder ser feliz con alguien que la ame de verdad.
Wooo!!! que buen capítulo está increible!!! muy intenso!!!
ResponderEliminarPero me imagino que nadie va a obtener el final que conjetura porque Mid es más brillante que eso y estoy segura que vienen cosas tan cardiacas que nos tendrán al filo del teclado y me muero de ganas por leerlo, aunque talvez aún no esté escrito.
Mid hechale ganas que lo has hecho muy bien! Aquí te esperamos
Excelente el capitulo, y gracias por publicar. Aún hay muchas piezas que encajar en esta historia, tengo mis teorías de que Nessi no va a tener el "felices por siempre", pero bueno como eres tu aún no puedo predecir nada. Sigue actualizando así como pronto. Saludos desde Colombia♥
ResponderEliminarNo me queda mas que decir : GRACIAS MID!
ResponderEliminarpor una historia como esta,
me has hecho llorar, anhelar y darme cuenta
que un amor es perfecto por todas sus inperfecciones,
que soy humana y que aveces con un poquito de mounstruo dentro
pero despues de una caida hay que levantarse es ley,
amo la historia y seguire esperando paciente la proxima actualizacion!
ya ha sido mucho suplicio, con esta historia, mas de 3 años, cuanto mas vas a tardar MID, que acabe, como acabe pero ya.
ResponderEliminaral paso que va mid tardara 3 a~os mas, y si la apuran publicara en septiembre el proximo capitulo.jajajajajajaja,
EliminarRenesmee llora no xq se dio cuenta que ama a jake NOOOOOO XD sino xq el podrá tener lo que ella ahora no puede y también lo que le quiso dar en un tiempo pero salió todo mal ....
ResponderEliminary aquí lo dice: "Lloraba por lo injusta que era la vida.
Lloraba por mí. Por lo que perdí, por lo que alguna vez estuve a punto de tener y que había perdido para siempre.
Por lo que nunca tendría. Porque nunca sería capaz de tener mi propia familia. que duro era aceptarlo cuando aquel que me había amado y al que le había hecho mucho daño tenía la dicha de recibir ese maravilloso regalo"
le duele, le molesta que él sí pueda tener hijos y ella no, por eso que se llama así misma egoísta.!!!
jajajajajaj capaz es todo lo contrario a lo que digo, solo lo sabe mid, pero es bueno interpretar y dar nuestra opinión XD
mi observacion es todo lo contrario. siempre he dicho que nessie se queda oh con jacob oh sola. ella nunca atenido paz y tranquilida al lado de stam, y nunca la tendra. hay muchas cosas de stam que no me convencen del todo. y otra cosa es que el quiere convertirla y ella no quiere. nessie si ama a jacob lo digo. y el a ella.lo ideal y logico seria que ellos terminaran juntos como esta en su destino. y que criaran sus hijos juntos. se que muchas creen que nessie tendra un feliz final con stam pero ese no es el rumbo que seguira la historia. analizen bien aten cabos. y veran yo creo que se queda sola hasta que envejece y muere. asi no se queda ni con uno ni con el otro. y todas felisez.
ResponderEliminarla debilidad que siente ahora nessie es porque se está convirtiendo en vampiro, está en el período de transición..
ResponderEliminarcierto eso podria se una posibilidad. pero se podria detener ? porque ella esta viva tiene pulso su corazon late. como seria eso ?
Eliminarcomo que convirtiendose a vampiro si nadie la ha mordido, no es logico
ResponderEliminares una idea creativa, innovadora
Eliminaral haber decidido hacer el sellamiento y beber de stan la consecuencia es tener sangre vampírica en el cuerpo y al ser ella semi puede que haya generado lo mismo que si la mordia un vampiro
ResponderEliminarsiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii por finnnnnnnnn demasiado buenoooooooo porfaaaa actualiza pronto por favorrrrrrr
ResponderEliminarstan mordio a nessie... en el intercambio de sangre asi q o esta embarazada o como comentaron arriba esta en periodo de transicion a vampiro...!! y nessie llora por q ella no pudo y no puede" tal vez si!" tener hijos....
ResponderEliminarME ENCANNTA ESTA HISTORIA Y ES TANTA MI AFICION Q EN VACACIONES LA COMENZARE A LEER... TODA... ACTUALIZA PRONTO MID....!!! att: x_karen_x
acabo de ver blanca nieves y el cazador estuvo buena. pero si hay algo que no soporto es que vengan a cambiar. la historia. si un historia esta escrita de una forma asi se debe quedar. no estar cambiando y separado las parejas originales. al parecer ella siente por el cazador. y que carajo :( NOOOOO, debe ser por el principe. por eso opino, que esta cool el poco de pique que le puso mid, a la historia. pero el final debe ser jake y nessi, ya sea con hijos propios o de otros pero juntos. el destino no se puede cambiar y punto.
ResponderEliminarPobre de Nessi era de esperarse que reaccionara asi al enterarse que Emma va a ser madre, no porque ame a Jacob, sino porque ella no podra ser madre y tuvo la posibilidad de serlo (yo tambien me pondria asi por mucho que amara a Stan).
ResponderEliminarMe encanta Nessie y Stan ese amor profundo que sienten.
No creo que Nessie este embarazada pero ojala asi de una vez por todas puedan consolidar su amor.
Y estoy de acuerdo con el anonimo de arriba Blanca Nieves si deberia quedarse con el principe (porque esa historia ya tiene un final y no solo el principio).
Debo decir que amo a papá Edward y amo a su yerno Stan,y creo que Edward por fin esta comprendiendo que Stan y Nessie vienen en el mismo paquete.
tanto tiempo sin pasar por aqui hola mid y hola a todas los seguidores
ResponderEliminaramo esta historia y a cada personaje pase lo que pase
saludos